Epílogo

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Querida Samantha, muchas cosas han pasado desde que te fuiste.

Intentaré hacer esto lo mejor posible. Tiempo atrás me dijiste que nada es malo si se hace con el corazón, y es lo que estoy haciendo ahora. 

Sé estás esperando saber si Nico y yo aún estamos juntos..., la respuesta es sí, estamos felizmente casados. No digo que todo sea color de rosas, sí discutimos a veces y luego nos damos cuenta de que son ridiculeces y volvemos a amarnos de la misma manera, como cuando éramos jovencitos y torpes. 

Tenemos una vida ajetreada; a veces tengo turnos largos en el hospital y él compromisos con el tenis; pero al final del día, nos acomodamos para que cada uno pueda lograr sus sueños sin pasar a llevar al otro. 

Por cierto, tu Nico está bien, sufrió mucho por tu partida, pero ahora si lo vieras te impresionarías muchísimo. Tiene una tienda de elementos deportivos ¡y no se ha ido a la quiebra! 

Pero no es solo eso, ¿eh? Porque es un excelente padre. ¿Sabías que se agrandó la familia? Sorpresa para ti, ¿no? Si hubieras estado aquí, te habrías alegrado a montones por los gemelitos. 

Te cuento que son tan divertidos que no habrías dejado de reír con ellos. Sus nombres son Dylan y Paris. Ellos saben que tú eres su abuela, pues te vamos a visitar constantemente con hermosos ramos de flores. 

Fernanda es la que te recuerda con mucho amor. Emocionada, te cuento que es una mini tú. Heredó tu máquina de escribir y no ha parado de usarla. Se dedica a observar a la gente para luego inventar sus historias. ¿Puedes creerlo? Me recuerda a una abuelita espía que conocí por ahí... 

Hemos ido al hotel como propietarios y se siente raro. El primer día que fuimos, Fernanda estaba pequeña y pasaron muchas cosas. Kevin se desmayó al ver a Nico, el señor Ano de inmediato pidió licencia y Fernanda se enojó con su padre porque la hizo repartir unas carpetas y luego no le pagó. 

Y es que me acuerdo y me da risa. 

Partimos esta historia en un hotel y volveremos a estar presentes, pero intentaremos no opinar en nada. le dejaremos el trabajo a Kevin y le vamos a brindar apoyo moral.

En este momento estoy escribiendo en la escalerita de la entrada de la casa de mi padre, viendo cómo los niños juegan con tierra y se ensucian con el lodo. Me gusta que disfruten así, son felices corriendo por la granja. Aunque ya no corren, dejaron de hacerlo cuando vieron el auto de Nico. Ahora esperan a que se baje para poder abrazarlo. 

Nico trae bolsas de papel con pan y verduras. Mi papá recibe las cosas y las deposita en la mesa. Vamos a comer todos juntos al aire libre como siempre lo hacemos. ¿Lo recuerdas? Te encantaba comer con nosotros. Reíamos hasta el atardecer.

Todo está en orden, Sam, los niños ya se sentaron en la mesa a comer las tortillas que les preparó su abuelo. Mi hermana también me ayuda muchísimo en la crianza de los niños. Ahora les está sirviendo jugo a cada uno, aunque... Paris derramó el vaso en el mantel. Se iba a poner a llorar de no ser porque sintió la carcajada de Dylan y se contagió. Te dije, están loquitos. 

Llevaré este libro a una editorial y al fin tendrás Vientos de Abril en papel. Será otro de tus éxitos como escritora. Tenemos una repisa con tus libros y este será otro de tu colección, el más personal para ti, el que viviste como toda una aventura. 

Ahora me llaman para comer y no me resisto a una tortilla, lo sabes. Me ha consolado un montón escribir esto porque era hora de darle un final a tu maravillosa historia. Te queremos, Sam, todos aquí. 

Y mientras los niños ríen y mi padre cuenta sus historias... 

El burro niega con la cabeza.

Fin  






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