Ambas mujeres se marcharon dejando a Lexa disfrutar del roce de sus labios, podría acostumbrarse a eso, a ese juego que se tenían, a sentirla cercana, le estaba gustando ser una simple guerrera que ha vuelto de la muerte, y no la comandante sin corazón que fue un día antes de conocer a Clarke, el sueño la gano la partida, estaba muy cansada y la pierna la dolía, con sumo cuidado se deshizo del arnés de su pierna y se masajeo para calmarse los calambres que tenía en ocasiones, pero no funcionaba bien la pierna, aunque ahora tenía a su rubia y ella la sanaría, se dibujo una sonrisa traviesa en su boca y se durmió.
Mientras tanto Kalisto seguía a Clarke por todos los pasillos hasta llegar a la sala de reuniones del consejo, apenas lo usaba, normalmente hablaban en su habitación y después de que se marcharan ella se tumbaba a dormir o a reflexionar lo que habían hablado o a llorar su perdida, pero ya no volvería a pasar, era feliz, aunque en ese momento no podía demostrarlo, había sucedido un atentado y tenían que buscar culpables y soluciones. Dentro Kalisto no levanto el rostro para nada, era una sirviente a la espera de las ordenes de Clarke, o como la llamaría a partir de ahora Wanheda. Todos allí presentes esperaban ordenes, o que Clarke les dijera a que vino el desaparecer en un momento tan crítico.
Clarke—Ella es...--reflexionó al ver la caras curiosas. —Kali... una amiga de Polis, ha venido a ofrecer sus servicios.—dijo mirándola, ésta se sorprendió ante tales palabras, asentó la cabeza.
Kalisto—Si mi Wanheda.—y se quedo hay detrás de ella como su sombra.
Kane--¿De Polis? Conozco a muchas personas y a ella jamás la he visto.—salto molesto.
Clarke—Ella era una guardia personal de Lexa, su deber es que nadie la viene, ¿no es así?—la miro y este volvió a sentir.—Bien... hoy a desaparecido el Arka, nuestra única salvación...
Rohan—Conozco a todos los guardianes de la antigua comandante, estuve mucho tiempo ahí y yo tampoco la he visto en...—de repente sus palabras se acortaron de golpe a sentir una daga brillante y bien afilada en su cuello, era Kalisto detrás suya, fue rápida no la vio de venir.—Es posible que no te viera.—dijo tragando saliva con dificultas, se sorprendió que fuera tan rápida y que sin ningún reparo le amenazará.
Kane—Están prohibidas las armas aquí.—salto furioso, aquella presencia le estaba poniendo nervioso.
Clarke—Kali... baja la daga.
Kalisto—Si mi Wanheda.—se le acerco con la daga sujeta por el filo y el mango se lo ofreció a Clarke.
Clarke—Ella ahora será mi guardián...--sentenció ante los ojos sorprendidos y molestos.
Bellamy—¿Y porque ahora necesitas una guardiana?.—dijo éste apareciendo por la puerta de la sala habiendo presenciado todo y escuchado sus palabras.
Clarke—La antigua Comandante Heda se lo ordenó y no está de menos tener ayuda.—salto divertida, en el fondo estaba teniendo gracia todo esa farsa, y quería terminar y volver a su habitación.
Bellamy—Ella está muerta y nunca has necesitado una guardiana... además todo este tiempo no la has tenido contigo, ¿Por qué ahora?.—pregunto curioso, por alguna razón desconfiaba de aquella confesión.
Kalisto—Mi luto por Heda ha terminado... y mi deber es estar junto a Wanheda, ésa es la voluntad de mi Comandante.
Bellamy--¡¡¡Dirás era...!!!—uso el termino pasado sospechoso encarándose a Kalisto que seguía sin levantar el rostro.
Abby—Dejar de medir Testosterona y volvamos al asunto que nos has hecho hacer esta reunión.—Puso orden pues veía que era más importante la "nueva amiga" de Clarke que el hecho de la destrucción del Arka.—El Arka está destruido por completo, se han perdido al menos diez vidas en la explosión, quizás más... nuestra salvación a desaparecido.
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Ángel Guardian (Lexa y Clarke)
Ciencia FicciónBreve resumen: Tras la pérdida de Lexa, Wanheda acepta su papel de Comandante de la Muerte, de ser la líder de su Clan los Skraikul. Aunque la muerte no es el final, muchas vidas han cambiado por esa muerte, de todas formas hay que seguir hacia dela...