7 de la tarde de aquel día.
—¿Por que tarda tanto?— pateó nuevamente la roca que lo acompaño todo su trayecto hasta la estación, estuvo esperando a Izuku durante 30 minutos ya que debía despedirse de Uraraka y Iida, también el avisarle a su madre de que iría más tarde.
—¡Ryu-san!— gritó el nombre de su amigo que alzó la vista y soltó un suspiro aliviado.
—¡Al fin amigo!— dijo mientras se acercaba a Izuku que tenia sudor en su cara, debio haber corrido hasta acá.—Perdona la demora, tuvo unos pequeños contratiempos— explicó brevemente, respirando agitado, Ryu saco de su mochila la botella de agua y uso su don para llenarla.
—Ten— ofreció a su amigo que no dijo nada al respecto sobre que uso su peculiaridad fuera de la escuela por la sed que tenia, tomo varios sorbos y se saco la botella de la boca, exhalando más aliviado.
—¡Aaaah! Gracias por eso— devolvió la botella y Ryu la guardo en su mochila.
Ryu y Izuku estaban sentados en un banco frente a la estación de tren, observando el atardecer. El cielo se teñía de tonos anaranjados y rosados, creando una vista espectacular que ambos contemplaban en silencio, complacidos por la belleza del momento. Las sombras se alargaban a medida que el sol descendía, bañando todo con una luz dorada que parecía detener el tiempo. El viento que llego de partes de las olas de las playas cercanas, movió su cabello.Ryu rompió el silencio, su voz calmada y reflexiva. —Tuve que hacer algunas cosas en el plan original— confesó, su mirada fija en el horizonte. Izuku lo miró con atención, sabiendo que su amigo se había ofrecido a ayudarlo con su problema de no poder controlar su peculiaridad.
Ryu se giró hacia él, sus ojos azules brillando con una mezcla de determinación y comprensión.
—¿Estás preparado para cualquier cosa?— preguntó, su voz suave pero firme.
Izuku se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de su amigo. Había recorrido un camino largo y casi solitario, enfrentando desafíos y obstáculos a cada paso. Recordó el incidente en el USJ, donde se había sentido completamente impotente. No pudo hacer nada para proteger a sus compañeros, y fue aquel extranjero, Ryu, quien se encargó de protegerlos a todos. La culpa lo había perseguido desde entonces, un peso que cargaba en su corazón.
Miró a Ryu, y vio en sus ojos una comprensión profunda. Ryu parecía saber exactamente lo que estaba sintiendo, como si pudiera ver a través de su fachada. Izuku sintió una mezcla de vergüenza y alivio al darse cuenta de que no estaba solo en su lucha.
En su mente, el debate interno se intensificó. ¿Podía aceptar la ayuda de Ryu? ¿Podía confiar en él para ser su maestro y guiarlo en el control de su peculiaridad? La duda y el miedo luchaban contra la esperanza y la determinación. Sabía que Ryu tenía la capacidad y la voluntad de ayudarlo, pero aceptar su ayuda significaba reconocer sus propias debilidades y aceptar que no podía hacerlo solo.
Finalmente, la esperanza y la determinación ganaron. Izuku respiró hondo, cerrando los ojos por
un momento antes de abrirlos y mirar a Ryu con una nueva resolución.
—Sí, estoy preparado— dijo, su voz firme y segura. —Acepto tu ayuda, Ryu. Seré tu alumno y aprenderé a controlar mi peculiaridad. Gracias por ofrecerte a ser mi maestro.
Ryu sonrió, una expresión de orgullo y alivio en su rostro.
Mientras el sol finalmente desaparecía en el horizonte, los dos amigos se quedaron sentados, contemplando la belleza del atardecer, con una nueva determinación en sus corazones y una amistad más fuerte que nunca.
—Ah, te aviso que pedí ayuda a cierta persona— informó, Izuku se confundió abriendo la boca para hablar, pero sintió unas manos en sus hombro.
—Lo importante... ¿estás dentro o estas fuera?
—¿De que hablas? ¿Dentro o fuera de que?— cuestionó Izuku un poco nervioso por la expresión seria de Ryu.
—No hay tiempo para preguntas, solo acción— advirtió Ryu, provocándole un poco de miedo al peliverde. —Dentro o fuera— volvió a dar las opciones.
La determinación que tenia Izuku hace unos segundos se desvaneció al sentir un escalofrió recorrer su espalda.—¡Esta bien, estoy fuera!— declaró firmemente con un leve tartamudeo.
Ryu no se espero esa sorpresa y su rostro se ablando. —Lo siento, Deku. Ya estas dentro— avisó Ryu.
—¿Y-y entonces por qué preguntas?— cuestionó confundido, Ryu saco sus manos de los hombros de Midoriya y se llevo una a su cabeza.
—Porque pensé que dirías "estoy dentro, Ryu" y habríamos tenido un momento especial— continúo admitiendo Ryu. —Pero tú lo arruinaste todo— termino de decir, levantándose y sacar su celular.—¿Eh?— Izuku se confundió por lo dicho y se levanto exaltado cuando el pelinegro se iba, dejándolo sólo.
—Esta bien, esta bien, esta bien— detuvo a su amigo que lo miró antes de seguir
marcando un número.
—No se en que estas metido o que tipo de entrenamiento planeas para que yo pueda controlar mi particularidad— continúo diciendo Izuku.
—Pero estoy seguro que estoy 100% de que ya no quiero estar dentro, ¿entendiste?
—Si si bancame un cacho que estoy hablando con alguien— dijo y se volteó Ryu para comenzar hablar con un hombre que pudo identificar su generó por el tonó grueso de la voz. Izuku se sintió un poco ofendido al ser ignorado.
—Bien, esta llegando— apago su celular y se lo guardo.
—Lamentablemente Izuku como ya dijiste que estas dentro— confundiendo a Midoriya por eso dicho.
—Ya no hay vuelta atrás— Ryu inflo su pecho y apunto con su dedo a Izuku.
—¡Vas a hacer un dios y te gustara!Izuku se quedo callado, no sabiendo que responderle al extranjero que dejo su personalidad dominante y sonrió al escuchar un bocinazo.
—Mira ya llegó— declaró para agarrar su bolso y caminar al auto. Izuku parpadeo, una, dos... también una tercera vez. Salió de su estupefacción cuando el conductor tocó de nuevo la bocina.
—¡Apuren!— Escucho el grito de la misma voz de tonalidad gruesa que escucho en el celular de Ryu.
—¿Es nueva la bocina, viejo? Bueno, metetela en el orto— Gritó Ryu con una sonrisa llena de feliciciad.
Izuku finalmente se giró y vio con sorpresa, un hermoso Ferrari F430 Spider, la ventanilla se bajo y logró reconocer ese tan distinguido color de pelo, sus ojos se abrieron como si fueran platos, su yo fanático de los héroes mundial salió a la luz.
—¡Es él!
Recordó una foto distinguida donde se encontraba el héroe junto a otros del top de su respectivo país.
El era nada más ni nadie menos que Pablo Cavasoz. El Gaucho en carne y hueso.
—¡Vamos, chico!— Llamó a Izuku cuando Ryu entro al auto del lado del copiloto.
—Yo te alcanzó hasta tú casa— informó antes de esbozar una sonrisa llena de dientes.
—¡Qué el entrenamiento comienza mañana!
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Desde Buenos Aires a U.A | Un argentino en Boku no Hero Academy
Science FictionSinopsis: Ryu Moretti, un estudiante argentino de intercambio, llega a la U.A en busca de una nueva vida debido a la difícil situación en Argentina y al trabajo de su padre como narrador de eventos en Japón. Con un poderoso quirk llamado "Espíritu A...