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Jungkook se cubrió la cabeza con una almohada, tratando inútilmente de amortiguar los gritos ensordecedores que penetraban su habitación. Era jueves por la mañana y el espectáculo que su hermana estaba dando era lo último que quería enfrentar a tan tempranas horas.

¿No se suponía que Jimin debía estar cuidándola?

—¿Por qué diablos está gritando tanto?— gimió Jungkook.

Los gritos de Nari no cesaban y la irritación aumentaba con cada segundo que pasaba. Se revolvió en la cama intentando ignorar el ruido, pero fue inútil. Nari no se callaba.

Con un suspiro exasperado apartó la almohada de su cabeza y se sentó en el borde de la cama. Si Jimin no callaba a su hermana él mismo lo haría, y no sería muy amable. Nari lo acababa de despertar y eran apenas las ocho y media de la mañana. Al diablo con ser amable, era su hermano mayor y el era el único que podía reprenderla. Sin embargo, justo cuando las manos de Jungkook encontraron la camiseta que se sacó en la noche para dormir, los gritos fueron reemplazados por sollozos y el sonido de algo cayendo al suelo.

El corazón de Jungkook se detuvo por un instante, y sin pensarlo dos veces ni detenerse a vestirse, salió corriendo por la escaleras hacia abajo. Todo el enojo por su hermana se esfumó en un instante y la preocupación lo inundó.

Bajó los escalones de la escalera bulliciosamente, sin detenerse a ser delicado, él sabía muy bien que el sueño de sus hermanos era tan pesado como el de él y que no se despertarían por un simple sonido de pies. Cuando llegó al primer piso, se encontró con los ojos abiertos de Jimin sobre él y con la espalda de Nari.

Su hermana estaba llorando con la cabeza escondida en el cuello de Jimin.

—M-me mataste...— sollozó Nari entre espasmos.

Jungkook enarcó una ceja y miró completamente confundido al pelirrosa. Jimin negó y acarició la espalda de la niña antes de hablar.

—Pensé que estábamos jugando, princesa. No te maté de verdad...

—¡Me lanzaste un avada kedavra!— solloza aún más fuerte.

Jungkook recarga su cuerpo contra la pared de la sala de estar, abatido. Avadake... ¿qué?

—Era un juego... Además, tu también me lanzaste un hechizo imperdonable. ¿Qué querías que hiciera?

—¡Morir!— replica sin dejar de llorar.

Jimin sonríe y Jungkook no puede evitar sonreír también, pero indignado. ¿Se había levantado de su cómoda y caliente cama solo para ver esto? Ni siquiera se había levantado para desayunar y sin embargo, salió de su habitación solo para ver a su hermana hacer una pataleta.

—Vale, ¿qué dices si la próxima vez dejo que me tortures con un hechizo? Suena justo.

Eso parece interesar a Nari porque sus brazos se sueltan del agarre infernal en el que sostenían a Jimin por su cuello. Sus ojos llorosos aparecen y los sollozos al fin se acaban.

—¿Puedo hacer un cruciatus?

Jimin abre la boca para contestar, pero la cierra inmediatamente. Podía dejarla decir el conjuro, por supuesto que si, pero esta niña era tramposa y a veces parecía poseída. ¿Qué clase de tortura le haría para simular la maldición más desgarradora de Harry Potter?

—Está bien, pero solo si me prometes que hoy no me pedirás mas pancakes.— Jimin se retira del abrazo y enseña su dedo meñique— ¿Promesa?

Nari mira su dedo sin entender.

—¿Por qué me muestras tu dedo? ¿Tengo que ver- ¡Oh por dios es muy pequeño!

—¡No quería que vieras su tamaño! ¡Es para la promesa!— la regaña mientras toma su manita para hacer la promesa— Mira, debes entrelazar tu meñique con el mío, así, y listo, la promesa está guardada ante los dioses.

Spine Breaker ☾ JJK+PJMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora