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Jungkook reaccionó en el instante en que vio a Jimin tambalearse, corriendo hacia él antes de que su cuerpo tocara el suelo. Lo atrapó justo a tiempo, tirando de su peso hacia arriba con cuidado para que no se lastimara, no más de lo que ya estaba. A pesar de todo lo que habían discutido, su preocupación por Jimin no disminuyó ni un poco. Lo sostuvo entre sus brazos, sintiendo lo liviano y frágil que estaba.

Era la primera vez que sentía un cuerpo tan... pequeño. No sabía por qué, pero el cuerpo de Jimin le resultaba mucho más pequeño y frágil, más de lo que aparentaba, porque si era por apariencias, nunca esperó que su cuerpo fuera más frágil que una chica de un metro sesenta con la que estuvo una vez.

Su corazón latió con fuerza mientras miraba el rostro pálido y herido de Jimin. Todo el resentimiento, la amargura que había sentido segundos atrás, se desvaneció al instante. Con una mezcla de desesperación y angustia, abrió la puerta de su cuarto y los adentró a ambos hacia el interior.

Lo llevó en brazos hasta la cama en la pequeña habitación de servicio, lo recostó con cuidado sobre el colchón asegurándose de que su cabeza quedara apoyada suavemente sobre la almohada, encendió la luz de la lámpara que estaba a un lado de la cama y solo entonces Jungkook vió el estado real en que estaba el rostro de Jimin.

Tenía moretones en ambas mejillas, arañazos en sus cejas y... moretones en el cuello. Y esos no eran por golpes.

Algo ácido se revolvió en el estómago de Jungkook al pensar en ese escenario. Jimin había sido jodido, no había duda de eso, pero... ¿en qué momento fue golpeado así? ¿el tipo había sido brusco y agresivo o fue la novia del chico con el que estuvo?

¿Por qué la chica asumió que la culpa era de Jimin en primer lugar?

Sus ojos vagaron desde el cuello hasta las clavículas donde encontró más y más vestigios del encuentro. Tragó con fuerza, obligándose a apartar la mirada.

—Jimin, hey— su voz sonó baja— ¿Puedes oírme?

El ceño de Jimin se frunció, y sus labios se entreabrieron, como si intentara responder. Solo en ese momento Jungkook se percató de su palidez y de su propia estupidez por no haber captado antes lo que le había pasado al pelirrosa.

Se levantó con rapidez y partió a la cocina. Se puso de puntillas mientras revisaba uno de los cajones secretos de la despensa, de donde sacó unos bombones de chocolate. Luego fue hacia la isla, abrió uno de los cajones, y tras comprobar el contenido de una pequeña lata de metal, la tomó y se dirigió de vuelta al cuarto.

Se arrodilló junto a Jimin, abrió el envoltorio de uno de los bombones con manos temblorosas y le ofreció el chocolate a Jimin una vez que logró despertarlo un poco más.

Jimin lo miró confundido, con los ojos pequeños y fruncidos, incorporándose lentamente sobre si mismo.

—¿Q-qué?— susurró Jimin, llevándose una mano a la cabeza.

—Come esto— volvió a ofrecer Jungkook, su mirada clavada en los labios pálidos de Jimin.

Jimin lo pensó unos segundos. Jungkook quiso enterrarse bajo tierra al ver que Jimin no recibía gesto. ¿Era mucho?

—¿De donde los sacaste?— preguntó con desconfianza, pero ya recuperando algo de su lucidez.

—Son míos.

—No me he lavado las manos...— explicó Jimin con voz suave, avergonzada— pero gracias.

Jungkook rodó los ojos y antes de pensar en su siguiente movimiento, sus dedos se movieron por cuenta propia.

Spine Breaker ☾ JJK+PJMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora