Capitulo 21

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Charles

Una semana después

Parecía que me llevaría más tiempo de lo que pensaba arreglar la falla del motor del Nissan modelo 2010 que nos habían traído esa mañana. Cómo Edward estaba ocupado con otro trabajo tuve que ingeniármelas yo solo para encontrar las piezas necesarias en el taller.

– ¿Quieres salir hoy, bro?– pregunta mi amigo a lo lejos.

– Hoy no, quede con Carl– miento para evitarme sus burlas por contarle que había quedado en cenar en casa de mi novia Cassie.

–¿ Y si nos unimos con Walt al plan con tu hermano?

Piensa en una mentira Charles, tu puedes.

–Iremos a casa de una tía.

– Vaya, pues otro día será. Tenía ganas de ir a jugar al pool al bar de Elliot...

–¿ En serio, al de Elliot? Te dije que ya dejé esa mierda– le digo algo molesto mientras ajusto una pieza al motor.

– Vamos, solo iremos por el pool... no tendrás que comprarle nada.

– ¿No crees que vas a terminar mal si sigues por ese camino?

Edward suelta una carcajada que me obliga a voltear hacia él con los ojos entrecerrados y los labios apretados.

– ¿Ahora te crees psicólogo?– dice entre risas– sabes que solo lo hago para relajarme un poco, ya sabes salir de la rutina...

– Bueno podrías salir de la rutina sin necesitar la cocaína...

–Charles...– me interrumpe a la vez que oigo un motor de motocicleta apagarse.

– Podrías sufrir una sobredosis y...

– Charles ya.

– Y créeme que a Elliot no le importará un comino sino que seré yo, Walt y tu familia los que...

–¡ Charles!– me interrumpe por tercera vez lo que me hace dejar lo que estaba haciendo y mirarlo.

Casi me paralizo y me caigo de culo al suelo al ver a Elliot en su motocicleta junto a mi amigo, quien tenía los ojos como platos. Mierda.

– Que onda chicos– comienza a decir el traficante bajándose de la moto– Charles, te estaba echando de menos en el bar, solo los veo a tus dos amigos últimamente. No nos hemos visto desde que te di esa pastilla en aquel callejón hace poco más de una semana.

Trago saliva cuando veo que saca su arma y la mete en el comienzo de su pantalón.

– No he tenido tiempo.

– Podrías hacértelo, en vez de ahuyentar a mis clientes– dice caminando en mi dirección– después de todo, ¿somos amigos, no?

El arma de sus pantalones me impidió negarlo. Asiento.

– ¿Que tal está tu hermano? El otro día me lo cruce con sus amigos– dice mientras enciende un cigarro entre sus labios.

¿Carl? ¿Comprándole mercancía a Elliot?

– ¿Él te compró...?

– Solo un sedante, dijo que sentía mucho estrés universitario.

–¿ Que?– pregunto con un hilo de voz sintiéndome incapaz de digerir esa información.

–¿ No te lo dijo?– pregunta sonriendo de lado y negando– Parece que no hay confianza entre hermanos...

Se voltea y vuelve hacia su motocicleta.

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