Capitulo 25

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Cassie

–¿ Como has estado, querida?– pregunta la doctora Martínez una vez que ambas tomamos asiento.

¿Por donde empezar?

– Bueno... se me acumuló otro drama al drama que ya le había contado el martes...

– No es un drama, está bien ponerse triste por ciertas cosas, Cassie.

– Si... es que provoqué un problema por abrir la boca...

– ¿Que clase de problema?

Que mi novio se rompa los nudillos.

Entonces, y sin pensarlo dos veces, decido hacer la pregunta más estúpida que le he hecho a la doctora:

¿Es normal que el amigo de mi pareja me manosee?

– ¿Cómo dices?– pregunta al instante alarmada alzando su cabeza de su libreta y dejando su pluma.

– El amigo de mi novio... ya lo conocía de vista porque es un compañero de trabajo hace bastante. La cosa es que una de mis amigas me contó el chisme de que tiene un crush conmigo...– la doctora sigue anotando en su libreta y me mira con confusión al oír la palabra crush– que le gusto, básicamente... aunque me había dado cuenta sola por las veces que lo había sorprendido mirándome, o guiñándome el ojo después de decirme una indirecta sobre estar conmigo, pero siempre lo ignoré... primeramente porque estaba con Scott, luego cuando me separé y entré en depresión por lo del embarazo y esas cosas ni siquiera se me paso por la cabeza estar con alguien, hasta que conocí a mi novio que me ayudó a estar mejor. En fin la primera vez que nos vemos en la empresa luego de que se enterase que soy la novia de su amigo del Instituto... me hablo mal de su propio amigo, mi novio, para convencerme de dejarlo y me manoseó la rodilla.

– No es normal– me dice pensativa, como si estuviera atando cabos, ella solía hacer eso desde hace semanas– creo que el hecho de haber intentado estar contigo y de repente ver que su amigo "le ganó", por así decirlo, le cayó mal y lo llevó a hacer esas desagradables cosas desleales, debido a su amistad con tu novio, y inapropiadas contigo, por manosearte. Deberías reportarlo.

Pienso en que ya tenía a un ex reportado.

– No creo que sea necesario.

–¿ Por que lo dices?

– Por lo que sé mi novio le dio una lección.

– ¿ Lo hizo?

Asiento.

– Y me dijo precisamente anoche que jamás volvería a acercarse a nosotros. No tiene sentido pero siento culpa.

– ¿Por que haya recibido una lección? Hiciste lo correcto querida, no lo dudes ni por un segundo, tu novio tenía derecho a saber que tiene un amigo muy falso y desleal que se propaso contigo.

Me acomodo incomoda en mi asiento apretando mis labios.

– Es que él no sabe esa parte... no sabe que se propasó conmigo. Siento culpa por haberle mentido, Charles no se lo merece pero juro que fue con buena intención... no quería sumarle más mierda al asunto.

– Te entiendo... pero debes entender que lo que el amigo de tu novio hizo fue grave, nadie debería pasar por eso.

– Lo sé. Pero ahora pienso que se enfadará por no contarle antes esa parte, ya pasaron casi dos semanas desde que pasó...

– No puedes suponer lo que siente otra persona, debes saberlo... enfrentarlo. También deberías quitarle el poder que tuvo tu ex de contarle el triste asunto del embarazo.

Eso también... siento un dolor en mi garganta y que mis ojos comienzan a arder, parpadeo con velocidad para evitar que caigan las lágrimas... pero es en vano. La doctora Martínez me tiende el paquete de pañuelos de una mesa cercana y acaricia mi brazo para consolarme.

– Solo... después de todo lo que pase con él, de como se preocupó por mí cuando era solo una absoluta desconocida en su vida... de como se ocupó de hacerme reír cada vez que me veía mal... de como fue capaz de hacerme volver a sentir ese revuelto en el estomago y en el corazón por provocar que vuelva a enamorarme, más bien no volver... sino que ser la primera vez que siento tanto amor y enamoramiento y complemento hacia otra persona... no podría soportar que me deje. No sería capaz de soportarlo.

– Cariño, como ya te dije: cuando uno ama todas las adversidades serán más que aceptadas. Estoy segura que él te ama.

– ¿ Como podría usted saberlo?

La doctora abre su boca para hablar pero acto seguido la cierra. Finalmente suspira.

– Por que sé cómo él habla sobre ti y no hay que ser científico para darse cuenta que te ama demasiado. Me di cuenta de que me hablas de Charles Irwin por que las cosas que ambos me cuentan están relacionadas.

Una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro por la confesión de la doctora. ¿Como hablara él de mi?

– ¿Podría saber qué cosas dice de mi?

– Lo siento, pero claro que no. La información que tú o cualquiera de mis pacientes me permite saber queda en la sesión. Es la ley básica de la psicología.

– ¿Y si le confieso un asesinato, no podría decírselo ni a la policía?

Veo cómo el rostro de la doctora palidece y niega.

– ¿A quien...?

– Era broma doctora, no se crea todo lo que digo– digo entre risas, la doctora sonríe– esa fue la única mentira que le he dicho, claro.

– En fin, en conclusión debes superar tus miedos y contarle esos asuntos a Charles. Que no te domine el miedo ni la incertidumbre nunca.

Era fácil decirlo...

Muy en el fondo sé que Charles me perdonaría por no haberle contado el tema del manoseo de Walt, quizás se ponga en mi lugar y entienda que no quería sumar más mierda a sus problemas con su amigo, hasta quizás su propio amigo se lo haya confesado ya, ¿quien sabe?. Y más en el fondo también sé que Charles solo me abrazará y consolará cuando le confiese la razón por la que termine con Scott.

Si... mañana mismo después de la gala de la empresa lo haría. Por fin se lo confesaría.

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