09.

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Bosco vuelve a ver a Pedro Pablo en la reapertura del restaurante de los Roble, no está ahí por decisión propia, su padre los había obligado a ir.

¿Con qué cara llegaría al hogar de unos criminales después de haber rechazado al hijo menor?

Estaba de mal humor, como siempre desde hacía unos días, y Eder lo había arrastrado al toro mecánico a pesar de sus quejas.

Ahí estaba Pedro Pablo apoyado, charlando con algún chico cuando Jerónimo bajó del toro de un salto, sin camisa y sudado totalmente.

Bosco aguanta la respiración. Jerónimo lo pone nervioso. —Hey, hola, Jero, ¿Qué tal?

—Tu turno, Bos.

El castaño se fue rápidamente en busca de su hermana. Él subió acompañando a su hermanito.

—Ayúdame a subir, Bosco.

—Te ayudo porque no quiero convivir con nadie.

Bosco mira al castaño de risos, estaba ahora mirándolo con una sonrisa socarrona, el chico con el que hablaba había pasado a segundo plano para él. Bosco se llenó de ego cuando tuvo que sujetar a Pepa del brazo para llamar su atención y él sólo se tenía que para ahí.

—Agárrate bien con las piernas, Eder.

El niño alza sus pulgares a Pepa por la recomendación. Bosco le rueda los ojos.

—Muchacho majadero.

Arruga la nariz ante la voz de Mireya, la mamá de su… ¿de su qué? De su nada.

Eder no dura nada antes de caer.

—Te dijeron que te agarres.

—Déjalo en paz, Bosco, se lo pusieron muy alto. A ver, súbete tú. —Gala levantó a su hermano, que para nada lucía lastimado u ofendido, pero ella finalmente se comportaba como su mamá.

—Sí, que se suba.

Fulmina a Pedro Pablo. El sol le da en la cara y le iluminaba los cabellos. El chico a su lado lo sujetaba por los hombros mientras lo mira como perro hambriento.

Los de su clase se quedaban con los de su clase. Ese chico con un corte de cabello vulgar, cuerpo larguirucho moreno sin chiste y ropa ancha con estampado feos, quedaba mejor con el cabello rizado despeinado, ropa sin combinar y desordenada y los ojitos cafés sin gracia de Pedro Pablo. Dos sin chiste juntos.

Bosco se sube y una corriente de aire trae una oleada de aroma. Cuando mira la dirección de donde viene el viento, ve a esa chica, la exnovia de Salomón. Sabe por Gala que ella está en cinta de poquísimos meses, y siente su olor a omega, pero hay algo peculiar, una nota que delata algo. Es un olor normal como el de cualquier omega pero con un deje dulzón.
Un olor tenue y dulce, que se entremezcla.

Y piensa…

Piensa estupideces, pero piensa.

Le recuerda a alguien que ni siquiera ha tenido su revelación.

Recuerda a su mamá, a esa maestra que tenía cuando era niño y a uno de sus guardaespaldas. Sus olores…

Pero ese día su habitación olía dulce.

Dura incluso menos que Eder en la atracción y todos alrededor vitorean felices como si su mente no estuviera atrofiada.

El chico ese se ríe ruidosamente antes de que Pepa quite su brazo de su cuello y suba al colchón de un salto.
El castaño le extiende la mano, Bosco le aleja de un manotazo

—Solamente tenías que calcular el ángulo de tu cuerpo y la velocidad del viento.

Pedro Pablo se está burlando de él, ¿Con qué cara se burla de él?

—Si sabes tanto sube tú, a ver si eres tan inteligente como dices.

Y Pedro Pablo se sube de un salto, se mantiene en el juego antes de que aumente de velocidad y caiga boca abajo.

Salomón se ríe de él, su madre también le hace burla y él no se puede sentir más confundido.

Intenta irse lo más rápido que puede sin correr. Empuja a un par de personas alrededor de la atracción que le impiden el paso y se encamina al lugar donde su papá estacionó el carro.

—¡Bosco!, ¿Qué pasó, Bosco?

Jerónimo le toma el brazo evitando que se vaya.

Mira para atrás buscando entre la gente a alguien que obviamente no lo sigue, no tiene razón para ir tras él cuando él mismo se lo dijo.

—No quiero estar aquí.

—Mira, aguanta un poco y saliendo de aquí vamos por algo de beber a un lugar bien, ¿Qué opinas?

—Preferiría irme ya.

—Ya sé, y te acompañaría, pero papá quiere estar con su… con esa tipa, Nandy. Después de esto vamos a hacer algo, ¿Va?

Los ojos de Jerónimo no brillan tanto, pero se compensa con todo lo demás que es él: su piel, su pelo, sus labios, su cuerpo…

—Va.

Decide entenderse en la comida mientras Jerónimo lo vuelve a abandonar y su padre decida que es suficiente de intentar rogar por el amor de una cocinera.

En la mesa donde prepara sus tacos llega Pedro Pablo también con su propio plato a hacer lo mismo.

Comparten una mirada como las del principio: recelosas.

—¿Qué me ves?

—Eres tan nefasto, Bosco.

—¿Tu qué?, ¿Por qué le hablas así a Bosco? Igual que tu hermano, los de su clase no saben de niveles.

Jerónimo se pone a su lado.

—¿Nuestra clase?

—¿Necesitas que te lo explique? No pudiste desarrollar un subgénero me imagino que de inteligencia estás igual.

—¿Qué hay mal contigo, Jerónimo? En ningún momento yo te he hecho nada para que vengas a cuestionar mi inteligencia.

—Tu existencia me desagrada tanto, beta.

—¿Y que hay con que sea un beta?, ¿Te gustaba o qué? 

Ese tipo que antes se estaba comiendo a Pedro Pablo con los ojos aparece de nuevo quien sabe de donde. Bosco no lo conoce, pero lo odia profundamente.

—¿Este es tu novio?  —Bosco pregunta mirando al castaño.

Pedro Pablo luce sorprendido.

—¿Y si yo lo fuera qué? —interrumpe ese tipo.

—Nada, que se quede entre ustedes el gen beta. —Jerónimo y ese tipo compiten con una mirada.

—Ya basta, no soy novio de nadie, no le voy a dar explicaciones a nadie de mi subgénero y yo no necesito que me defiendas.

Pedro Pablo los mira a todos finalizando en ese tipo, no parecen ser amigos, luce ofendido.

Y lo sujeta del brazo con fuerza cuando Pedro Pablo quiere irse.
Bosco definitivamente lo odia, y si no le gruñe es porque está Jerónimo a su lado.

Pero Pepa se arranca de su agarre antes de Bosco se anime a intervenir.

—No me vuelvas a tocar o te mato.
Y con una última mirada que le dedica, Pepa desaparece entre la gente.

Y si el destino no alcanza construyo un puente (Bospa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora