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Este capítulo puede contener contenido sensible relacionado a las advertencias del principio. Procede con precaución.

...

 Busco nunca se consideró muy listo, y durante su terapia se dio cuenta que tampoco tenía mucha tolerancia a la frustración. Justo en ese momento era la peor combinación de la historia.

 Esos días no puede dejar de pensar en Pedro Pablo y ya ni siquiera intenta no hacerlo, deja que la culpa lo envuelva y le inyecte un veneno que hace metástasis hasta volverse enojo.

 Golpea el sable contra la pared con más fuerza de la que hubiera querido, la punta se presiona y termina rompiéndolo. Lo que le faltaba.

 Se saca la mascara de protección y la estampa contra el suelo para después desabrochar su traje.

 Su mente viaja hacia aquella conversación. Su padre lo había forzado a abrir la puerta el otro día y lo había obligado a escuchar. Él fue terco, pero su papá lo era más.

"...cárcel"..."Pedro Pablo"... "abusó"... "vendió"...

 No recuerda las palabras exactas, pero sí las importantes que hicieron eco en su cabeza.

 Era extraño pensar en Pedro Pablo, que siempre era atrevido y sincero, vulnerable y solo. Hace semanas ni siquiera era capaz de imaginarlo llorando.

 Él lo hizo llorar.

 Recordar las veces en la que él le decía que solamente quería ser su amigo no ayudaba en nada. Se recrimina constantemente por la forma tan cruel en la que lo trató las últimas veces.

¿Qué derecho tenía de sentir celos?

 Deja lo que hace para tomar un sorbo de agua, esperando que el líquido baje el fuego naciente entre sus costillas vistiendo solamente su ropa interior.

 Lo peor es que no podía hacer nada, no era de su incumbencia.

—Maldita sea.


—¿Y nosotros no podemos hacer algo?

—A menos que él quiera nuestra ayuda, no.

—Denunciar. Deberíamos hacer que denuncie.

—No podemos obligarlo, Bosco. En todo caso yo se lo comenté, le ofrecía ayuda y se negó. De todas formas, mandé a investigar, los posibles sospechosos tienen cadenas perpetuas. Esas personas ya están en la cárcel, ¿qué más hay por hacer?

—¿Sospechosos? — Su padre lo mira con tristeza alargando las manos a su rostro, él se apoya en su hombro dejando que su papá lo marque con su olor. Ya no era un niño para que el olor de su padre sea algo que busque, pero en ese momento se deja marcar.


 Lo había perdido para siempre. Y dolió más pensar en que él también lo había herido. Debió haber estado para él.

 Enciende un cigarrillo y le da unas caladas.

 Aunque Pedro Pablo le hubiera mentido no merecía eso.

 Era un manipulador o algo por el estilo, porque no podía ser que lo mirara con unos enormes ojos cafés donde se reflejaba brillante y luego hiciera algo terrible. Bosco se sentía especial y querido a su lado.

¿Pedro Pablo alguna vez se sintió jubiloso a su lado?

—Hueles a frustración.

 En la entrada está parada una chica rubia cuando Bosco se da la vuelta para verla repasar su cuerpo semidesnudo con la mirada.

Y si el destino no alcanza construyo un puente (Bospa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora