Pedro Pablo se sienta en el suelo cuando las paredes alrededor se presionan sobre él.
Hay veces que no puede.
Mira hacia arriba el agua salir de la regadera.
No hay nada que pueda hacerle daño ahí. Está en casa y su familia está en la cocina. Se repite una y otra vez.
¿Por qué le pasa eso si hace rato estaban tan felices?Su psicólogo había dicho algo acerca de buscar tres objetos que pudiera probar, tres que pudiera tocar y tres que pudiera oler.
Puede tocar el suelo mojado, su piel desnuda y la ventana en la pared. No está en prisión, ahí no había nadie que pudiera hacerle daño, la puerta estaba cerrada con seguro y, de ser necesario, cabría por esa minúscula ventana.
Puede probar el jabón, el agua que le cae en la cabeza, la pasta de dientes.
Y puede oler el shampoo en su cabello, la comida en la cocina y a si mismo.
¿Por qué huele así?
Huele raro.
Pone la nariz sobre su brazo intentando absorber su propio aroma, pero solo le llega el del jabón.
Es como si estuviera bajo su piel, como si su olor natural hubiera mutado.
¿Olía a alfa? ¿Lo habían deformado de tal forma que su cuerpo ahora tenía un olor ajeno?
Era raro, se sentía externo. No era su aroma, no olía a nada, él era un beta como toda su familia. Cómo mamá y su abuela.
¿O sí olía?
Demonios, nadie le había dicho nada, seguro por pena.
—Concéntrate.
Vuelve a limpiar su cabeza, piensa en el olor a comida de la cocina y en lo que hará más tarde. Tiene mucho trabajo y tareas para ponerse al corriente con sus estudios, están hasta arriba de deudas y más que nunca necesita estar productivo.
Ese olor no existe, su psicólogo le había dicho que estaba reviviendo el trauma.
¿Estaba en prisión soñando estar en casa?
Se pone de pie y cierra la llave.
Antes de vestirse se baña en colonia y desodorante. No parece ser suficiente antes de ponerse nuevamente bajo la llave y volver a abrir la llave para que el agua fría rasgue su piel. Un mes después seguía habiendo sangre bajando por su piernas pero jamás llegaba al suelo, estaba muy pegada.
Intenta tallarse con las uñas hasta que por fin la sangre se despega de su piel y escurre por el suelo. Ahora arde pero es más liviano que la suciedad.
No hueles a nada, Pepa.
Abre otra barra de jabón que usa para volver a limpiar sus brazos y su cuello, aún tiene saliva escurriendo de ahí y apesta.
Abre el agua caliente sin importar quemarse, es que el agua fría no parece hacer nada, al menos el ardor sabe que quema las bacterias que dejaron las manos en su espalda.
Se sobresalta cuando tocan a la puerta. Su primer instinto es cubrirse con la toalla.
—Mijo, ¿Estás ahí?, ¿Te volviste a bañar? Date prisa que tienes un encargo de café que quiero que lleves.
—¡Ya voy!, no me apresures.
—Te tardas mucho, ya te habías duchado anoche.
Cierra la llave y se vuelve a rociar colonia antes de vestirse.
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Y si el destino no alcanza construyo un puente (Bospa)
AcakDonde Bosco y Pedro Pablo son predestinados pero el destino es lo último que parecen tener a favor. O Donde Pedro Pablo queda en cinta sin saber que sería omega y Bosco lidia con la sensación de sentirse perdido.