18.

125 22 6
                                    

El médico se pone unos guantes de látex mientras Pedro Pablo lo mira desde la camilla con el corazón bombeando a una fuerza sobrehumana.

—¿Si saben que a urgencias solamente puede pasar el derechoambiente?

—La señorita de recepción lo dejó pasar.

Bosco y él comparten una mirada fugaz. El rubio sentado como un niño regañado en una esquina de la habitación aguardando pacientemente.

Llegaron a una sala de emergencias prenatales donde ambos se sostenían del otro. La mujer en recepción les dio una mirada antes de decidir que ellos eran la prioridad en pasar, mientras tanto, Fobo llenaba papeleo. Dios sepa de donde sacaría sus datos.

Luego de unos murmullos por la cara niños que tenían, cayó en cuenta en lo mal que estaban ambos, golpeados, sangrados y con la ropa aterrada.

El doctor sigue moviendo unos utensilios dándole la espalda en un silencio raro, de esos silencios que abundan en los hospitales.

Pedro Pablo había llegado temblando, demasiado atemorizado para poder hablar, pero después de que le tomaran rápidamente los signos vitales y esperara al doctor unos minutos, se sentía muy neutral. Estaba espantado, pero nada que no pudiera controlar. Había pasado cosas peores, esto no era demasiado.

Mira a Bosco que le sonríe alzando los pulgares cómo apoyo. Él estuvo muy preocupado en todo el camino, pero guardó su distancia respecto a las preguntas y comentarios.

Y Pepa agradecía que hubiera alguien más nervioso que él, obligándolo a ser quien mantuviera la calma, le funcionaba más así; cuando en casa las cosas no iban bien, era él el que le daba ánimos a los adultos de su familia, era él quien hacia las financias y tranquilizaba a su mamá cuando el dinero no les daba.

"En unas semanas nos recuperamos de deudas si abrimos toda la semana el restaurante unas horas más"

"Yo puedo dejar la escuela para trabajar"

"Si, mamá, voy a vender hoy también. Viví un mes sin saberlo, puedo existir otra semana trabajando."

—De acuerdo, Pedro Pablo, te voy a hacer un tacto superficial en la zona del abdomen y las zonas afectadas. ¿Te puedes descubrir?

El castaño se alza la playera. Nunca tuvo alguna especie de pudor con su cuerpo, pero la situación lo cohíbe un poco. Está Bosco sentado a unos metros mirando como un doctor palpa su cuerpo.

Quiso poder leer lo que pensaba Bosco mientras sigue religiosamente los movimientos del doctor sobre su abdomen. No se ve feliz.

Bueno, ¿Quién estaría feliz después de haber sido golpeado?

—¿Me puedes repetir que sucedió?

—Nos atacaron unos tipos. Me sujetaron y golpearon en la cara y en esta zona. —Pepa coloca la mano sobre la boca del estómago, un hematoma se empezaba a pintar.

—Ya veo. Avísame cuando duela.

El doctor presiona sus dedos y se queja suavemente al llegar a la zona morada, pero en cuanto más baja sus dedos, el dolor deja de estar presente.

—No creo que hayan golpeado alguna zona muy peligrosa. Aunque debes de tener en cuenta que, en tu estado, cualquier golpe puede ser peligroso.

Le habla despacio y con voz firme, como si fuera un profesor. —¿En qué semana me dijiste que estabas?

—¿Novena?

—No tienes nada de panza.

—Gracias.

Y si el destino no alcanza construyo un puente (Bospa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora