Capítulo 29: Nos vemos en París.
9 de mayo del 2022.
—Estoy verdaderamente decepcionada.
No doy respuesta, yo también lo estoy, más que ella seguramente.
—¿Qué vas a hacer ahora?—cuestiona, aún con bastante molestia.
—No lo sé, no he hablado con ella, y tampoco ha intentado comunicarse conmigo—contesto.
Claramente debe ser el acto más normal que no lo haga, sólo que, me sorprende sabiendo de quien hablamos, no es precisamente alguien de quedarse con la duda.
Aunque, pensándolo bien, ¿no es claro el mensaje al haber huido?
—Después hablo contigo, en este momento soy más decepción que tu amiga, Rodrigo—es lo último que me dice Alessandra en todo nuestro horario laboral, lo que no me reconforta en lo absoluto (aunque tampoco buscaba nada parecido a eso)
***
—¿Crees que debería hablar con ella?
—A ver, definitivamente tienes que hablar con ella, pero no ahora. Tú la conoces mejor que yo claramente, pero si soy lógica, esa mujer en este momento debe estarte detestando y además estar deprimida, que llegues de una vez a disculparte con ella puede tener dos reacciones; o te manda a la mierda, o piensa que aún puede mantenerte con ella. Quizás deberías darle un poco de espacio para que maneje sus emociones, tú deberías aprovechar de hacer lo mismo, no estás muy estable emocionalmente que digamos—argumentó.
—¿Cuánto tiempo debería ser?—cuestiono.
Alessandra lo pensó un momento, pero rápidamente respondió.
—No menos de dos semanas.
—¿Tanto?
—Tú hazme caso, lo peor que podrías hacer es ir ahora mismo—enfatizó antes de apagar las luces de la pizzería.
Me invitó a quedarme un rato con ella, pero la verdad es que quiero estar solo un momento, tengo mucho en que pensar y poco tiempo libre para hacerlo.
Estoy dudando incluso de asistir a la universidad mañana, no creo que por faltar un día no me gradúe, además, quiero tomar fotografías justamente en la mañana (sólo es una excusa para mí mismo).
Toda esta situación en la que me metí yo mismo es desgastante, y ciertamente, me decepciona. Este tipo de cosas son las que siempre le reproché a Álvaro. Su miedo al compromiso, promiscuidad y falta de empatía a lo que sentían las chicas con las se acostaba fueron una conversación recurrente a la que él siempre prefirió no prestar atención.
Pero ahora, luego de haberle hablado tanto de lo que llamaba "moralidad barata", hice exactamente lo mismo que él hacía, poner mis deseos por encima de los de ellas.
Y lo peor de eso es que no me siento verdaderamente mal, sólo siento culpa por cómo se podría sentir ella, pero yo sigo aquí, si quisiera podría actuar como Álvaro y seguir de largo.
Pero no puedo, no soy así.
***
15 de mayo del 2022.
—¿Si vamos a ir a París a ver la final?—interroga Álvaro.
—Empiezo a creer que me videollamas nada más para hacerme salir de España constantemente—ironicé.—Déjame ver, necesito tiempo y dinero para eso.
—Sabes que el dinero no es un problema...—Empieza.
—No, esta vez no vas a pagarme un viaje, trabajo precisamente para que mi madre no lo haga, preocúpate por comprar las entradas y te las pago en París, y no aceptaré un no por respuesta.
—Eres terco de cojones—dijo entre risas mientras caminaba por un supermercado londinense.—¿Cómo está Alessandra? Hace tiempo que no hablo con ella.
—No hay nada nuevo en ella; va de la universidad al trabajo y del trabajo a la universidad, ella es feliz así, creo que todos los italianos—pensé.
—¿Y Julia?—cuestiona.
Ay, aquí vamos.
—Lo arruiné—alego.
Álvaro cambia su expresión dando pie a que continúe.
—¿Recuerdas todos los sermones que te dí durante años sobre...—Empecé, pero Álvaro rápidamente me interrumpió.
—¿Fuiste un Álvaro, no?—interroga.
—Básicamente.
Veo un momento cómo se detiene para tomar unas cosas y supongo que para prestarme más atención.
—¿Y vas a actuar de la misma forma después de arruinarlo todo?
—Quiero disculparme con ella, aunque Alessandra dijo que lo mejor era darle su espacio al menos por dos semanas—respondí haciendo una pausa.—Pasó el fin de semana pasado, ya va una semana.
—Escúchame, no soy precisamente la persona más adecuada para decirte esto, de hecho, esta conversación siempre nos tenía en papeles contrapuestos. Sin embargo, tengo una vida conociéndote, y sé que no eres como yo, así que, espero que este tiempo te esté siendo de utilidad para pensar y que cuando decidas disculparte, sepas exactamente cómo hacerlo.
—¿Nunca te sentías culpable luego de jugar así con ellas?—le cuestioné con curiosidad.
—No todas tuvieron la oportunidad de decirme cómo se sentían luego, pero las veces que me confrontaron, me sentí muy mal después—replica.—Supongo que de cualquier forma sí me lo merecía, no era exactamente una persona muy buena con las mujeres, siempre me comporté como un patán con ellas—señaló.
Siento que debería decir algo, pero la verdad no sé el qué.
Aunque Álvaro parece no haber terminado.
—Eres mejor persona de lo que fuí yo, Rodrigo, el hecho de que pienses en disculparte por tí mismo ya te hace mejor... No cuestiones eso nunca.
—Gracias por escucharme, averigua lo de las entradas y trata de llamar más seguido. Nos vemos en París—respondí sonriente.
—Nos vemos en París—fue lo último que dijo antes de colgar la videollamada.
Hablar con Álvaro de un tiempo para acá se ha vuelto mucho más reconfortante, cada día me sorprende mucho más el cambio tan drástico que hubo en él desde que se mudó.
Quizás yo también debería pensar en un cambio de ambiente...
—¿Con quién hablabas?—pregunta mi madre, quien pasa al frente de mi habitación justamente.
—Con Álvaro, creo que iremos a París a ver la final de la Champions—explico.
—Ojalá a mí me llamaran sólo para hacerme viajar—dijo con una risa.—¿Quieres comer algo en específico?
—¿Arroz chino te parece?—cuestiono.
—Iba a ofrecerte pedirlo, sólo que era más cordial preguntar qué querías.
Sonreí y le dije que en un momento lo pediría.
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La Única Excepción
Novela JuvenilCumpliendo con el mismo papel de los clichés románticos que me gusta leer, apenas la ví sentí un ansía por querer conocerla, aunque eso provocara un desastre a mi alrededor. Ella tenía el poder de destruirme en cualquier momento, sin embargo, prefir...