Capítulo 23: Es complicado.
5 de febrero del 2022.
Bien, me arrepiento de haber aceptado salir de fiesta, no exactamente por algo en específico, sólo que no sé si estoy listo para esto otra vez.
Necesito centrarme, voy de fiesta con una amiga por su cumpleaños, no voy a ver como coquetean con mi novia, ni voy a dejarme meter ideas en la cabeza sobre que esta me engañe... Todo estará bien.
Decido esperar a Alessandra en el sofá, hasta que recibo un mensaje de ella diciendo que estará aquí en poco tiempo. Lo que fue muy literal, porque su coche no tardó ni cinco minutos en aparecer frente a mi casa.
—Ciao, stronzo—me saluda alegremente.
—Hola, bastarda, feliz cumpleaños. Cuanto tiempo sin ver tu odiosa cara—digo en tono sarcástico.
—Esta noche será mejor que cualquier fiesta a la que hayas ido, sobretodo porque yo no soy Álvaro y no me iré para besar o follar con alguien mientras fumas—argumenta con una sonrisa mientras yo me río.
Nos quedamos en silencio en el camino a una discoteca muy conocida de Madrid. Debo darle la razón, ya que no mintió, Alessandra se portó toda la noche a la altura conmigo, sin dejarme solo en ningún momento y sacándome a bailar en más de una ocasión. La verdad, debo admitirlo, nunca la había pasado tan bien en una fiesta, le debo esta noche.
Decidimos irnos como a las tres de la mañana del lugar, pero no fuimos a nuestras casas, sino que empezamos a dar vueltas por la ciudad hasta parar en un sitio bastante lejano de nuestra zona, y empezamos a hablar sobre nosotros.
Recién empiezo a caer en cuenta de que nunca le he preguntando a Alessandra por ella, siempre está preguntándome y preocupándose por mí, y yo nunca he hecho lo mismo por ella.
—¿Qué hizo a tus padres venir de Italia para acá?—inquiero.
—Trabajo, sus decisiones siempre son por trabajo.
»La verdad, yo no quería venir a España, en Italia lo tenía todo, a mi familia, a mis amigos, mi vida estaba allá... Cuando llegué aquí ni siquiera sabía hablar español—ríe.
—¿Lo extrañas?—continúo.
—¿Qué cosa?
—No lo sé, tu vida supongo, como era antes—intento explicar.
—Para serte sincera, no... O sea, me costó muchísimo adaptarme a un nuevo país, una nueva cultura y un nuevo idioma, pero creo que si actualmente me ofrecieran volver a Italia o quedarme aquí, no me gustaría volver a pasar por lo que pasé con doce años.
»Este es mi país ahora, terminé de crecer aquí, mi vida está aquí, no dejas eso de lado sólo porque sí... Mis padres me ofrecieron volver a Florencia cuando me gradué, pero yo decidí quedarme aquí, y no hubo tanto rollo por eso porque ya no era una niña.
Me limito a asentir y permanecer en silencio hasta que ella vuelve a hablar.
—¿Te habría gustado conocer a tu padre?
Dudo por un momento, hace mucho no me doy el lujo de pensar en ello.
—Sí, creo que muchas veces me hizo falta tener un padre y a mi madre le faltó tener a alguien que la apoyara con respecto a lo que es criar un hijo. Recuerdo ver a los demás niños con sus papás y sentirme disgustado por no tener uno, pero con los años aprendí a aceptar que él murió por algo externo, y que al menos siempre sabría que nunca renegó de mí o que me abandonó, y para mí eso está bien, mi padre me quiso mientras me tuvo.
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La Única Excepción
Roman pour AdolescentsCumpliendo con el mismo papel de los clichés románticos que me gusta leer, apenas la ví sentí un ansía por querer conocerla, aunque eso provocara un desastre a mi alrededor. Ella tenía el poder de destruirme en cualquier momento, sin embargo, prefir...