Capítulo 17

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Capítulo 17: Eso es mucho dinero.

9 de noviembre del 2021.

Para mi sorpresa, ha sido la primera noche desde que Isabella se fue de Madrid en la cual no he tenido pesadillas o he despertado repentinamente de madrugada, lo que no es para menos, pero supongo que también fue por lo bien que dormí.

Isabella aún no despierta, dijo que entraba tarde a la universidad, y en vista de que sus padres no están, me tomaré la libertad de ir a la cocina y comer algo  antes de ir al apartamento de Álvaro.

La verdad es que no soy un gran fanático de hacer algo en la cocina estando solo, me gusta ir hablando, así que, al encontrar una caja de cereal, decido que eso será mi desayuno.

Me cambio de ropa, le dejo una nota a Isabella y decido aventurarme en las calles de Londres, esperando que Álvaro me haya pasado bien su dirección, ya que no sería primera vez que da mal una dirección.

No sé que tan difícil puede ser simplemente enviar su ubicación, hasta mi madre sabe hacerlo bien.

Londres es realmente una ciudad muy bonita, a pesar de que no hay casi sol (supongo que por la época del año), tiene un aire de grandeza que no se lo quita nada en el mundo.

Álvaro no vive muy lejos de Isabella, por lo que no tardo demasiado en llegar a su apartamento.

Bastardo, le dije que me esperara abajo y no está aquí.

—Veo que no te secuestraron de camino a acá, ¿cómo estás, fotógrafo estrella?—oigo su voz saliendo del ascensor hacia la recepción.

—A diferencia tuya, yo aún mantengo la decencia de esperar a las personas en el lugar que les digo, pero al menos pasaste bien la ubicación, lo tomaré como un avance de tu estupidez—respondo.

—Sube conmigo, antes de que los británicos empiecen a quejarse de nuestro escándalo—dice mientras me arrastra hacia el ascensor.

***

—Entonces, ya pasaste de mirar como cocina el chef a cocinar tú—analizo lo que me cuenta Álvaro.

—Te dije que no tardaría, esto no decepciona—contesta mientras me muestra sus manos.

—Esas manos han tocado más chicas en Madrid que tenedores en Londres, Álvaro, deja de payasear.

—Tu envidia me hará cocinar todavía mejor—argumenta.

—¿Cuál es mi trabajo exactamente aquí en Londres? Me podrás extrañar mucho, pero el pasaje de avión no era muy barato que digamos—pregunto con ansía.

—El dueño del restaurante quiere hacer una sesión de fotos al local y luego de saber la cantidad absurda que le va a pagar al fotógrafo, pensé que sería una perfecta excusa para traerte aquí, a nadie le viene mal que le paguen por hacer lo que le gusta.

»Además, les hacía un favor a tí y a Sofía, porque estoy seguro de que ambos estaban a punto de morirse si no se veían en más tiempo—argumenta.

Definitivamente yo le debo mucho a Álvaro, podrá ser un estúpido en innumerables ocasiones, pero es tremenda persona.

—Gracias, Álvaro.

—No me agradezcas, no tengo amigos aquí y no domino el inglés, me siento bastante solo la mayoría del tiempo, extraño molestarte... Y a Eva—dice en voz baja y con la mirada perdida.

No creo que deba decirle nada de ella si no me lo pide, tampoco es que yo sepa demasiado de Eva, sólo sé lo poco que me ha dicho Isabella.

—Tienes que venir conmigo más tarde para lo de las fotos, le dije al hombre que aceptaste y vendrías, procura verte bien, quiero que me paguen extra por encontrar a un buen fotógrafo, no me decepciones—culmina tajantemente.

Definitivamente sigue herido.

***

—Eso es mucho dinero—balbucea Isabella sin salir de su asombro al saber cuanto me pagarán por tomar fotos.

—Así de desesperado estará ese señor como para pagarle tanto a un fotógrafo extranjero no graduado de la universidad, no creo que en algún momento me vuelvan a pagar tanto en toda mi vida—respondo entre risas.

—Álvaro realmente te quiere, no cualquiera paga un vuelo de ida y vuelta para su amigo.

Algún día le devolveré todo lo que ha hecho por mí, realmente quiero hacerlo.

—¿Quieres hacer algo antes de que vayas al restaurante?—pregunta, aunque estoy seguro de que ya sabe que haremos.

—¿Qué tienes en mente?—cuestiono.

—Podemos ver Orgullo y Prejuicio, ya que tú no la has visto y estoy segura que va a gustarte—afirma.

—¿Y si no me gusta?

—Leíste mil veces Orgullo y Prejuicio, Rodrigo, vas a amar ver a Darcy decirle a Elizabeth que lo ha hechizado en cuerpo y alma.

—Espero que al menos los nombres sean fieles a su país de origen y Elizabeth no se llame Isabel—río.

***

Luego de ver Orgullo y Prejuicio, me fuí directamente al restaurante donde trabaja Álvaro. No era un trabajo realmente difícil, sólo tenía que tomar fotos, al fin de cuentas, no exagero al decir que la paga por eso es ridícula.

El dueño se portó muy bien conmigo, incluso dejó que Álvaro se fuera temprano por haberme llevado y aparte para que me paseara por Londres, aunque este apenas salimos me dijo que viniéramos a un bar, en el que al parecer Álvaro es reconocido por el cantinero, lo que dice mucho tomando en cuenta que no tiene aquí más de mes y medio.

No le dice nada al cantinero, sólo hace un seña y este al parecer entiende perfecto lo que quiere... Bastante práctico.

—No me gusta que se rían de mi pronunciación, así que de la mejor forma que pude le comuniqué que esa seña sería para un trago específico—explica como si hubiese leído mi mente.

—¿Por qué sueles venir a este bar—interrogo mientras bebo del agua que me dieron.

—Llegué a Londres aceptando el estar solo, sin amigos, ni mi hermana, lo único en lo que pude refugiarme fue beber, porque ni siquiera hablo bien inglés—dice antes de tomar un trago y continúa.—En este mes y medio he estado a punto de hacer mi maleta para devolverme a Madrid otra vez.

—¿Y por qué no lo has hecho?—interfiero.

—¿Sabes lo decepcionada que estaría Angélica de mí si me rindiera, y cómo mi madre no sólo me diría de todo a mí sino a ella por haberme apoyado?

No respondo nada, realmente tiene un punto.

Nos quedamos un rato en silencio hasta que saca a relucir a quien pensé no nombraría.

—¿Qué has sabido de Eva?—cuestiona.

No respondo, doy un sorbo a mi agua evitando responderle, pero Álvaro insiste.

—Isabella dice que le va bien en Estados Unidos, que al parecer conoció a un grupo de latinos que la ayudan con el inglés—relato lo que me contó Isabella sin dar demasiados detalles.

—Me alegra que esté bien—responde mientras termina su trago y pide otro.

—¿Ni siquiera hay alguien del restaurante con quién hayas podido hablar?—inquiero.

—Hay una irlandesa que me mira mucho, aunque cree que no me doy cuenta, pero no sé, Rodrigo, realmente no quiero relacionarme con alguien en este momento, sólo quiero que el tiempo pase rápido y volver a Madrid—culmina.

Está perdido, Eva fue el golpe que lo noqueó. No sé que hacer para ayudarlo, y no quisiera desilusionar a Angélica contándole esto.

Pero, ¿debería dejarlo pasar esta vez?

La Única ExcepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora