Te quiero, Zanahoria.

1.8K 137 58
                                    

Llevábamos tres días quedándonos en Alexandria. Todos estábamos durmiendo en la misma casa por el pánico de qué fueran a atacarnos o algo así; pero no, en Alexandria todas las personas eran increíblemente buenas. 

Está noche, teníamos una invitación a una fiesta, según era una fiesta que se hacía cada vez que alguien nuevo llegaba a Alexandria. Por un momento me sentí aceptada, excepto que no tenía nada de ropa, más que el horrible suéter café que llevaba conmigo desde que Beth murió. 

- Puedo regalarte algo de ropa. - Escuché a Enid, que estaba sentada en la cama de Ron leyendo, y yo estaba dándole la espalda, mientras buscaba algo en la computadora. 

- No necesito de tú caridad, gracias. - Me rehusé a mirarla. Pero luego recordé qué sí me urgía ropa. - ¿Qué tienes? 

Sonrió. Se levantó de la cama, y salió por la puerta. La seguí. Era un pasillo largo, dónde al fondo había dos puertas juntas, la de la izquierda era la de ella. Abrió la puerta, la cuál era de color blanca. De frente, estaba una ventana que estaba abierta. Me acerqué, y podía verse la acera de afuera. De lado derecho, estaba su cama individual, y estaba decorada con dos burós a cada lado de la cama, eran de color blanco. Me regresé a la puerta, y miré que Enid giró a la derecha.

Tenía un enorme armario, pero tenía muy pocas prendas. 

- ¿Qué te gustaría agarrar? - Preguntó, sentándose en la cama. 

- Tienes poca ropa. - Me giré a verla. - Así esta bien, no te preocupes. 

- Es un regalo que quiero hacerte. 

Tomé la primera cosa que miré colgada, era una camiseta de tirantes. Era blanca, pero tenía franjas de colores, era muy bonita. 

- Puedo regalarte un pantalón, también. 

- No, gracias. - La miré, sonriente. - No soy de usar pantalones. 

Abrió uno de los cajones de su buró, y sacó un short color café, de mezclilla. 

- ¿Este puede gustarte? 

Lo miré, apenada asentí. 

- Qué no te de pena. - Confirmó, levantándose de su cama. - Es un placer. 


Estaba nuevamente en la casa dónde estábamos hospedándonos todos. Estaba todo lleno, así que procedí a subir a uno de los cuartos, para poder estar más cómoda. Entré a uno, de frente había una ventana que estaba cubierta por una cortina café, haciendo qué el cuarto estuviera oscuro. De lado derecho, estaba una cama tendida, y solo eso. 

Cerré la puerta detrás de mí, y puse la ropa nueva sobre la cama. Me quité el suéter, quedándome solamente en sostén, que era de color negro. Con mi mano derecha comencé a tirarme algo de viento, estaba demasiado sofocado. 

Enseguida, sentí que alguien abría la puerta rápidamente. Me tapé el pecho con mis manos, apretujándolo. Miré a Carl parado, observándome boquiabierto. 

- ¡¿Qué haces?! - Grité, apenada. - Pensé que eras Daryl. 

- ¿Qué? - Regresó en sí. - ¿Daryl te ha visto desnuda? 

Enseguida se me vino a la cabeza Beth, el día aquel que Daryl había entrado a la cabaña inoportunamente. 

- No... - Titubee. - ¿Qué esperas? ¡Salte! 

Carl se metió a la habitación, cerrando la puerta con seguro. Mi piel se enchinó enseguida. 

Carl se acercó, con sus manos, acomodó mis mechones detrás de mis orejas. Tragué saliva, apenada. Acercó sus labios a mi cuello, besándolo. Suspiré, placentera. Eran besos largos, y recorrió así todo mi cuerpo. 

Detrás de ti || 𝓕𝓪𝓷𝓯𝓲𝓬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora