⸻ ❛ LOS SIETE REINOS no podían mantenerse
en paz durante mucho tiempo, una prueba de ello fue cuando los dioses decidieron ser crueles con la familia real y llevarse a un pilar importante de esta: La reina Aemma, sin embargo cuando el rey se ve obl...
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" VAEGON EL PRINCIPE CRUEL"
LA BRISA DE LA MAÑANA, tenue y fragante, se mezclaba con el hálito del viento, acariciando con suavidad el rostro ensangrentado de un príncipe guerrero. La guerra había concluido, y como en tantas ocasiones, los vencedores eran aquellos bendecidos con la sangre de la antigua Valyria, cuya estirpe de fuego y sangre prevalecía sobre las cenizas del campo de batalla.
—¿Cuántos hombres hemos perdido?— inquirió el príncipe, su voz teñida de una gravedad solemne, dirigiéndose a su tío. Daemon, de mirada acerada y semblante imperturbable, se encogió de hombros, contemplando el horrendo panorama ante sus ojos: cuerpos mutilados y bañados en sangre se extendían hasta donde alcanzaba la vista.
—No lo sé, unos trescientos quizá— respondió Daemon con voz profunda, resonante como el eco de una caverna. Vaegon no pronunció palabra alguna, guardando su espada con un gesto decidido, y comenzó a caminar hacia el desolado paisaje, sus pasos marcando un ritmo solemne entre los caídos.
—¿Qué es lo que su alteza, el príncipe Vaegon, hará ahora?— susurró un caballero a otro, su voz apenas un murmullo en el viento. El interpelado demoró su respuesta, su mirada fija en la imponente figura del príncipe.
—Reconocer los cuerpos de nuestros soldados caídos en batalla. Supongo que los llevará a sus familias— respondió finalmente, sus ojos reflejando una mezcla de respeto y asombro.
El caballero que había formulado la pregunta inicial guardó silencio, su mente embargada por la sorpresa. Siempre se había hablado de Vaegon Targaryen como un príncipe feroz, implacable y con un amor desmedido por la batalla. Ver ahora esta faceta desconocida, una cara oculta para los siete reinos, le hizo cuestionar si la imagen de crueldad atribuida al príncipe no era más que una máscara, una percepción errónea que ocultaba la verdadera naturaleza de un hombre con matices profundos y complejos.
Los profundos cuestionamientos del caballero fueron bruscamente interrumpidos cuando otros guerreros imitaron las solemnes acciones del príncipe, intentando honrar a sus compañeros caídos en el fragor de la batalla. El príncipe, con el semblante estoico y la mirada fija en el horizonte, permaneció en un ensordecedor silencio mientras seguía amontonando los cuerpos de los héroes caídos. Sólo cuando llegó el momento de reconocer al último de los valientes, fue entonces que Vaegon rompió el mutismo que envolvía el campo.
—¡Caballeros!— proclamó el príncipe con voz firme y resonante, que llevaba consigo el peso de la pérdida y la esperanza —Hemos perdido a trescientos doce valientes camaradas en esta contienda, y gracias a su sacrificio hemos podido alzarnos con la victoria. Os hago saber que cada uno de ellos tendrá una digna sepultura en cuanto los barcos de la Serpiente Marina estén preparados para llevarnos—. El anuncio del príncipe resonó en el aire, creando un eco que se mezclaba con el silencio sepulcral, reflejo de la soledad y tristeza que oprimía los corazones de muchos de los presentes.
