⸻ ❛ LOS SIETE REINOS no podían mantenerse
en paz durante mucho tiempo, una prueba de ello fue cuando los dioses decidieron ser crueles con la familia real y llevarse a un pilar importante de esta: La reina Aemma, sin embargo cuando el rey se ve obl...
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105 d. C
En los jardines tranquilos del palacio real, la reina Aemma Targaryen estaba sentada en un banco de piedra, acompañada por los pequeños Vaegon y Aemyra. Vaegon, con su cabello oscuro y sus ojos serenos, se sentaba a un lado de la reina, con una quietud que contrastaba con la energía inquieta de su hermana.
Aemyra, por otro lado, estaba ansiosa por compartir sus pensamientos con la reina, con los ojos brillantes de emoción y la boca llena de preguntas. Su cabello plateado brillaba bajo el sol mientras hablaba con entusiasmo.
"¿Sabías que en la historia antigua de los Targaryen, hubo una gran batalla en el campo de fuego?" preguntó Aemyra, su voz llena de emoción. "Fue una lucha épica entre dragones y ejércitos, y la casa Targaryen emergió victoriosa."
La reina asintió con una sonrisa, alentando la pasión de Aemyra por las historias de guerra. "Sí, he oído hablar de esa batalla. Es una historia impresionante de valentía y determinación."
Vaegon, en cambio, observaba en silencio, escuchando atentamente las palabras de su hermana pero guardando sus propios pensamientos para sí mismo. Aunque no era tan expresivo como Aemyra, su mente trabajaba constantemente, absorbiendo cada palabra y cada gesto a su alrededor.
"Aemyra tiene una imaginación muy viva", comentó la reina, dirigiendo una mirada cariñosa hacia su hija vivaz. "Espero que siempre mantenga ese amor por las historias y la historia."
Vaegon asintió en silencio, pero una chispa de orgullo brillaba en sus ojos oscuros mientras observaba a su hermana. Aunque prefería la quietud y la reflexión, admiraba la energía y la pasión de Aemyra, sabiendo que juntos formaban un equipo poderoso, cada uno complementando las fortalezas del otro.
Bajo la sombra de los árboles antiguos, la reina Aemma disfrutaba de la compañía de sus hijos, cada uno único a su manera, pero unidos por el amor y el lazo indestructible de la familia
O eso quería pensar la reina, quien con una serenidad que ya la caracterizaba agachó su mirada hacia su vientre abultado. Pasando una de sus manos con suavidad preguntándose si esta vez todo saldría bien.
