004, "Señor de los Susurros"

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"SEÑOR DE LOS SUSURROS"

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"SEÑOR DE LOS SUSURROS"

—¡ES IMPOSIBLE LO QUE DICES!— bramó Rhaenyra, su voz resonando con la autoridad de una verdadera princesa. —Mi hermano no sería capaz de traer consigo a una mera meretriz—. Su furia, candente como el fuego dracónico, se reflejaba en sus ojos violetas, tal cual gemas ardientes, mientras su esposo Laenor observaba en silencio, preocupado por la cólera de su amada.

—Créeme, Rhaenyra— respondió Laenor con voz grave y serena, intentando calmar el tormento que veía en su esposa. —Eso mismo pensé yo al principio. Sin embargo, tras intercambiar cuervos con algunos de nuestros aliados, he confirmado lo que dicen. Una mujer viaja con Daemon y Vaegon, y parece más cercana a tu hermano—. La preocupación se dibujaba en el rostro de Laenor, sus cejas fruncidas como nubes de tormenta en un cielo sombrío.

Los pensamientos de Rhaenyra se agolpaban como olas embravecidas en su mente. Si Vaegon traía a una mujer a Desembarco del Rey, podían ser por miles de razones, pero los peores escenarios se apoderaban de su imaginación. Si aquella mujer resultaba ser amante de su hermano, podría convertirse en Lady a petición de Vaegon o incluso en una dama de compañía. Viserys había prohibido a Daemon traer consigo a Gusano Blanco, pero Vaegon era el príncipe más rebelde del momento, poseedor de una fuerza incomparable, con las capas doradas de la ciudad jurándole lealtad como si de un dios se tratara. Aunque Vaegon nunca alzaría las armas contra su propia hermana, era capaz de desafiar al rey, su propio padre.

—Esto nos pone en una posición conflictiva— murmuró Rhaenyra, su voz teñida de preocupación y desasosiego. —Y ni hablar del problema más grande; si Aemyra se llega a enterar, no quiero pensar en lo que podría hacer por mera venganza. Aemyra es hermosa y delicada como una rosa, pero sus espinas son afiladas como la hoja de Hermana Oscura—. La mención de Aemyra trajo a su mente imágenes de intrigas y traiciones, su corazón latiendo con un ritmo frenético.

Laenor, viendo la desesperación en los ojos de su esposa, la tomó suavemente por los brazos, acercándola a él en un intento de consolarla. —Debe ser un malentendido— dijo con firmeza, su voz impregnada de una calma que buscaba contagiar a Rhaenyra. —Vaegon no es capaz de traer consigo a una mujer de la noche sin razón alguna. Confío en él; deben existir razones ocultas...—. La calidez de su abrazo era un bálsamo para el alma perturbada de Rhaenyra, quien aceptó el consuelo que su esposo le ofrecía.

Rhaenyra cerró los ojos, deseando con todo su ser que nada pudiera destruir aún más a su pequeña familia. La incertidumbre se cernía sobre ellos como una sombra ominosa, pero en el abrazo de Laenor encontró un breve respiro, una chispa de esperanza en medio de la tormenta que se avecinaba.

[...]

—Alteza, mi princesa, una dama de la reina aguarda fuera de vuestros aposentos. Dice portar un mensaje de la mismísima soberana— anunció Lady Tanya, con una reverencia tan profunda que casi parecía que el suelo anhelaba besar sus rodillas. Su voz, tenue y temblorosa, reflejaba la gravedad del momento, cada palabra impregnada de la pompa y el rigor de la corte. Aemyra, cuyos pensamientos jamás habrían concebido tal eventualidad, frunció el ceño con el desconcierto de quien se enfrenta a lo desconocido, pues la idea de recibir mensajes de la reina era tan improbable como presenciar a un cerdo alzando vuelo en los cielos de Desembarco del Rey.

𝐇𝐄𝐈𝐑𝐒 𝐎𝐅 𝐅𝐈𝐑𝐄, ( THE CRUEL BLOOD ) HOTD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora