- Septon Eustace & Champiñon: "Aegon el Mayor"

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"AEGON EL MAYOR- un matrimonio sin amor"

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"AEGON EL MAYOR
- un matrimonio sin amor"

Según relatan los antiguos cronistas, el Septon Eustace, testigo de aquellos días ya lejanos, nos describe con detalle la fría atmósfera que envolvió el matrimonio entre Aegon Targaryen y Helaena Targaryen. En las grandes estancias del castillo, donde la luz de las antorchas danzaba débilmente sobre las piedras ancestrales, el joven Aegon, entonces apenas un muchacho de quince días del nombre, no se dignó siquiera a tomar la mano de su nueva esposa para un baile, ese acto tan esperado y lleno de simbolismo que unía a los esposos ante los ojos de los presentes. Según narra el venerable Eustace, el afecto que Aegon profesaba por Helaena era más fraternal que conyugal, un vínculo que más bien recordaba a la inocencia de la niñez compartida que a las pasiones que debería despertar el lecho matrimonial.

La Reina Alicent Hightower, conocida como la Reina Verde, observaba con desagrado el proceder de su hijo, un príncipe que, en la flor de su juventud, mostraba más interés por las doncellas del servicio que por la princesa que se le había entregado como esposa. Aunque Eustace afirmaba con firmeza que el afecto de Aegon por Helaena era similar al de un hermano, otros testigos murmuraban en las sombras que ni siquiera palabras cruzaban entre ellos, que Aegon apenas la miraba. No obstante, su atención parecía centrarse en su media-hermana, Aemyra, a quien dedicaba gran parte de su tiempo y compañía durante las visitas de ésta a la corte de Desembarco del Rey. Sin embargo, estos encuentros eran siempre en ausencia de Vaegon, pues era bien sabido por todos, tanto en las altas esferas como entre el vulgo, el desprecio que este último sentía por la sangre y el linaje de la Reina Hightower.

»Tus ojos son como las lavandas, hermana mía«, se dice que en una ocasión susurró Aegon a Aemyra, provocando en ella una sonrisa suave y encantadora, una reacción que sólo él lograba arrancarle. Eustace insiste en que tal intercambio demuestra el afecto que Aemyra albergaba por sus hermanos, pero en especial por Aegon, con quien, a diferencia de los demás, se mostraba cálida y cercana. Pues igual que Vaegon, Aemyra exhibía una fría altivez y un desdén casi cruel hacia Aemond, Helaena, y Daeron, quienes, en contraste, eran tratados con una indiferencia que en aquellos tiempos levantaba muchas habladurías y conjeturas.

Eustace también habla, cuando la historia se mezclaba con el rumor y la verdad se veía empañada por el velo del tiempo, se cuenta de una doncella cuya belleza superaba las mismas leyendas de Poniente. Aemyra Targaryen, hija del dragón, había dejado atrás los días de su tierna infancia, aquellos donde con apenas quince días de nombre, solía deambular por los intrincados pasillos de la Fortaleza Roja, vestida con ropajes sencillos que reflejaban su juventud. Ahora, con veinticuatro días de nombre, se había transformado en una mujer de radiante esplendor, cuya hermosura rivalizaba con la de la malograda Viserra Targaryen, la otrora joya del rey Jaehaerys. Algunos susurraban que no existía en el reino ni una mujer más bella, mientras que otros, los más osados, la igualaban en gracia a aquella princesa cuya pérdida aún pesaba en la memoria del reino.

𝐇𝐄𝐈𝐑𝐒 𝐎𝐅 𝐅𝐈𝐑𝐄, ( THE CRUEL BLOOD ) HOTD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora