Desperté temprano y me dirigí al aeropuerto del pueblo, tenía que buscar a Ana, o eso creía hasta que la noche anterior recibí un email de Melina Brugada, que me avisaba que hubo un cambio de planes y que estaría arribando en su lugar Luca Ferretti. Aquello me puso los pelos de punta porque no tengo idea de cómo tratar con el hijo del dueño de la fundación.
A lo largo de todos estos años y luego de aquel fatídico accidente que casi cambió el rumbo de nuestras vidas, nunca he visto por aquí ni a Marco Ferretti ni a su hijo Luca. Solo he escuchado de ellos, sobre todo del primero, desde que comencé a trabajar en la fundación Luz y tuve que interiorizarme de la organización al completo.
Pero aquí siempre han venido solo Ana o Sonia, que son las representantes legales de Marco Ferretti y las que pueden tomar cualquier decisión. Lo poco que sé de todo eso es que, en el pasado, las creadoras de la fundación fueron las hermanas Laura y Luz Perdomo, junto con una amiga de la infancia que les cedió la propiedad y una maestra de la isla llamada Jacinta. Las hermanas Perdomo fueron un par de mujeres que lucharon desde jóvenes por causas sociales y cuyo corazón estaba puesto en estas tierras en las que de chicas se habían criado. Yo tuve la suerte de conocerlas cuando solo era una niña, las dos eran preciosas y llenas de una luminosidad que solo tiene la gente buena. Pero recuerdo de manera especial a la señora Luz porque su paso por mi vida se quedó grabado en mi mente ya que sucedió solo unas horas antes del accidente y eso me marcó para siempre. Durante noches no pude dormir pensando en su muerte y en su hijo, aquel pequeño que ella me había mencionado y que era dos años menor que yo. Durante muchas noches sus ojos celestes del mismo color del mar de la isla se grabaron en mis sueños.
No puedo decir que la conocí mucho, pero sí puedo decir que ella fue quien sembró en mí la semilla que muchos años después germinó e hizo que me convirtiera en quien soy hoy, porque Luz Perdomo fue la primera persona que dejé que me abrazara, fue la primera persona con la que me permití abrirme y fue la primera que no me miró con lástima, creyó y vio en mi a alguien más allá de una niña abandonada y perdida.
Por eso durante años pensé en ese pequeño a quien el destino le arrebató la mejor de las madres, en la tristeza de su alma y en lo mucho que me hubiese gustado decirle que su madre era la mejor persona que había conocido en mi corta vida.
Pero Luca Ferretti Perdomo jamás había aparecido por la isla, algunas personas decían que él no quería encargarse de la fundación porque era todo lo contrario a lo que su madre había sido. Yo lo había visto en fotos un par de veces, su padre era dueño de un importante canal de comunicación y solía salir en los periódicos, a veces acompañado por su hijo que trabajaba con él en su empresa. Lo cierto era que no había mucho más sobre él, pero yo tenía la extraña sensación de que esto no le interesaba en lo más mínimo, así que no me tenía de buen humor la idea de tener que enfrentarme a él justo cuando pretendo conseguir financiación para la casa Azul.
De todas maneras, allí estaba, de pie frente a la zona de desembarque con un cartel en la mano que decía su nombre y tenía el logo de la fundación. Me sentía nerviosa y con una sensación horrible en la boca del estómago, como si presintiera que algo iba a suceder, y aquello no me gustaba en absoluto, porque si había algo que odiaba en el mundo era la sensación de perder el control. Y esta era una de esas veces en las que sabía que por más que me hubiese preparado con entusiasmo y muchas horas de trabajo para presentar mi proyecto, no estaba en mi control saber cómo reaccionaría este hombre al que no conocía de nada, y aunque tampoco conocía mucho a Ana o a Sonia, al menos podía anticiparme a sus reacciones y había estudiado respuestas para sus posibles preguntas.
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Ella, el mar y las estrellas
RomantizmCuando Luca era pequeño, pedía deseos a las estrellas, hasta que estas hicieron silencio para siempre. Muchos años después, Luca deberá hacer frente a sus peores temores y deberá decidir si las estrellas aún tienen algo que decirle. TODOS LOS DEREC...