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Capitulo 78

Dijo Luciano como si lanzara sus últimas palabras.

- Diles que la familia Lacarte pagará los gastos de reparación.

Tras abandonar el palacio, Luciano se dirigió directamente a la mansión de la familia Lacarte.

Ariel había perdido su vitalidad y temblaba.

Cuando por fin llegaron a la mansión, Luciano abrazó a Ariel y saltó del carruaje.

Los criados, sobresaltados, se reunieron a su alrededor, pero él los alejó a todos.

Sabía que no era el dolor físico de Ariel lo que le preocupaba.

Era evidente que algo la había conmocionado.

Luciano llevó a Ariel a su habitación.

Mientras la colocaba suavemente en la cama, se aferró a sus rodillas y se acurrucó.

Como un pequeño animalito.

Agachado, parecía tener el mismo tamaño.

- Ariel, te preguntaré qué pasó.

Luciano no pudo evitar apretar los dientes de nuevo.

Pero, una vez más, fue inútil.

Al volver a un lugar familiar, Ariel empezó a temblar y a llorar incontrolablemente.

- Sob... Ugh, sob...

Debido a la inquietud y el molestar que sentía en su interior, Luciano se aflojó enérgicamente la corbata.

El ornamento de zafiro real profundo rodó desordenadamente por el suelo.

Lo desgarró ferozmente con sus propios labios, masticándolos y escupiéndolos.

- Maldita sea, ¿qué se supone que debo hacer cuando una chica que llora?

Luciano, que había estado paseando por la habitación, se desplomó en la cama de Ariel.

Y la atrajo hacia sí con un rápido movimiento.

- Ven aquí.

Como si necesitara desesperadamente algo en lo que apoyarse, Ariel enterró la cara en el pecho de Luciano, temblando ligeramente.

Mientras se aferraba a él, el llanto de Ariel se hacía más fuertes.

- Huh, sob, sniffle...

Parecía que había reprimido sus lágrimas durante mucho tiempo y ahora estallaban.

Al sentir que la pequeña en sus brazos encontraba consuelo y empezaba a llorar, Luciano apretó los dientes.

Qué demonios...

Miró a la confundida Ariel.

- Sob, Luciano...

Mientras Ariel lloraba y se atrincheraba más, Luciano le acarició la espalda por reflejo.

Se sentía tan humano, como si no pudiera creer sus propias acciones.

Su corazón latía con fuerza dentro de su pecho, creando pequeños charcos calientes de lágrimas en su camisa.

Thump, thump, thump. (sonido de los latidos del corazon)

Se extendió como si se liberara algo.

Apoyado en la cabecera de la cama, Luciano abrazó a Ariel.

Y encerró a la joven temblorosa entre sus brazos, como si la estuviera protegiendo.