CAPÍTULO 17. MIEDO

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Ambos chicos se dirigen al hospital en el coche del maño sumidos en un silencio cómodo. Lo que más le gusta a Martin de compartir momentos con Juanjo era que ambos sabían respetar bien los tiempos del contrario. No necesitaban hablar constantemente y rellenar los huecos innecesariamente.

Una vez aparcado el coche en el parking, los dos chicos se bajan del coche. Juanjo queda unos pasos por detrás llamando a su padre por teléfono para saber en que punto se encontraba su hermano.

-Ya le han subido a planta- le dice mirando a Martin- ¿me dejas fumarme un cigarro antes?

Juanjo se apoya en la pared de la entrada del hospital y fuma lentamente de su cigarro mientras suspira.

-¿Quieres que te espere fuera o ...?

-Parece que no escuchas novato, te lo he dicho ya antes. Quiero que estés conmigo. Así conoces a mi hermano. Seguro que os llevaréis bien.

(...)

Una vez que Juanjo se terminó su cigarro, los dos chicos se adentran en el hospital y toman el ascensor para subir a la planta que el padre de Juanjo le había indicado. Un Juanjo nervioso abre la puerta de la habitación seguido de un Martin prudente que prefiere mantenerse 3 pasos por detrás.

-¡Juanjoooooooo! - grita eufórico Javi- ¡has venido a verme!

-¿Cómo iba yo a dejar de venir a ver a mi hermano favorito?

-No vale, eso lo dices porque no tienes más hermanos- responde enfurruñado Javi.

Martin observa la escena con ternura.

-¿Quién es él?-pregunta Javi curioso.

-Es Martin, un compañero de trabajo y además, un buen amigo- explica Juanjo.

-¿Martin, juegas conmigo a las cartas?-demanda Javi.

Juanjo observaba la escena sentado en el sofá con cariño. ¿Cómo podía haber odiado a un ser de luz como Martin? La cara de ilusión de su hermano lo decía todo. En ese momento reía a carcajada pura junto al vasco. Realmente no sabía de que hablaban pero Juanjo no podía borrar la sonrisa de la cara.

Llevaba varios minutos observando a su hermano, estaba realmente delgado y pálido desde la última vez que se vieron, haciendo que el moratón incipiente debajo de su ojo resaltara más. Una punzada en el pecho hacía que no pudiera evitar sentirse culpable. Su brazo izquierdo se encontraba escayolado y colocado en un cabestrillo. Según le había comentado su padre tendrían que operarle en los próximos días después de hacer las pruebas pertinentes.

Casi sin quererlo, la tarde había pasado y su madre había llegado al hospital para dar el cambio a su padre. Los dos chicos también se marchaban a casa para descansar.

-¡Juanjo! Dame un abrazo antes de irte- suplica Javi.

Ambos hermanos se dan un fuerte abrazo mientras Javi le susurra al oído:

-Que majo Martin, tienes que traerle más a menudo para jugar conmigo- susurra Javi en el oído de Juanjo.

Juanjo revuelve el pelo de su hermano y deja un beso en su frente antes de marcharse y prometerle que mañana los dos volverían a estar con él.

Cuando salen del hospital hacia el coche del maño es cuando por fin puede romperse. Ambos se sientan en los asientos del coche y Juanjo comienza a llorar desconsoladamente. Martin coge al mayor de las manos y le saca del coche para que pueda tomar el aire y caminan hasta un banco cercano al hospital.

Juanjo continúa llorando pero esta vez se encuentra sobre el hombro de Martin que dibuja pequeños círculos en su espalda mientras intenta tranquilizarlo susurrándole al oído. Tras varios minutos, Juanjo se separa.

VIAJE A NINGÚN LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora