Martin se dirige con pesar al hospital, como si ese día le faltasen motivos para trabajar. Estaba realmente cansado, apenas había podido dormir una hora de seguido pero no podía faltar a su puesto, de eso iba la vida adulta. Los pies le pesaban como si hubiera engordado 50 kilos de golpe y su marcha fuera más lenta de lo habitual. Tras bajarse de la parada de metro, no tardó en adentrarse en los largos pasillos de su hospital para alcanzar el ascensor y dirigirse a los vestuarios para vestirse con calma. Al entrar no pudo evitar fijarse en la taquilla de Juanjo y pensar en qué tal estaría en ese momento. Aún no había respondido a sus mensajes y aunque sabía que era temprano como para decirle nada de Javi, sentía la necesidad imperiosa de poder hablar con él.
Una vez estuvo correctamente uniformado, Martin entró en el control de enfermería tratando de disimular su cansancio con una media sonrisa. Ruslana lo observaba desde la distancia sin saber si debía acercarse a hablar. Al final optó por quedarse en un segundo plano mirándole como mera espectadora mientras examinaba como le daban el cambio de turno.
La mañana transcurrió de manera torpe, Martin apenas podía concentrarse en una tarea concreta, le faltaba agilidad mental. Normal teniendo en cuenta las horas de sueño del día anterior. No daba ni una extrayendo analíticas ni cogiendo vías y tuvo que pedir ayuda en varias ocasiones a Ruslana ya avergonzado.
- ¿Martin qué te pasa hoy? No das ni una- dijo bromeando Ruslana.
Martin no pudo evitar sentir cómo el calor subía por su cara. Juraría que se había puesto tan rojo como un tomate.
-No te preocupes hombre- rió Ruslana mientras se acercaba a darle un abrazo- solo estaba bromeando. Todos tenemos días en los que no damos ni una, pero para algo somos un equipo, nos ayudamos siempre. Es más, te voy a confesar que cuando me dejó mi ex, Juanjo estuvo haciendo gran parte de mi trabajo durante una semana porque era un alma en pena por los pasillos.
La explicación logró tranquilizar a Martin un poco. Ruslana siempre sabía que decir y como decirlo para que te sintieras bien. Pero, otra vez Juanjo. ¿Por qué no podía sacarse al maño de la cabeza? Iba a volverse loco. Si Martin se paraba a pensar no sabría decir en qué momento exacto empezó a tener sentimientos por Juanjo. Durante su noche en vela llegó incluso a pensar que le gustó desde el primer momento en que se chocaron en el vestuario.
Trató de desviar toda clase de pensamientos durante el turno pero cuando menos se lo esperaba ahí aparecía el maño. Parecía que él no era el único que echaba de menos a Juanjo cuando médicos, limpiadoras, celadores preguntaban por él. Martin no pudo evitar sentirse receloso de no ser el único que sentía el cariño del mayor. Sonaría egoísta pero lo que habían sentido ambos durante ese fin de semana no quería que fuese algo que cualquiera pudiera obtener por parte del maño.
Después de hacer una primera ronda con sus pacientes, un Martin cansado y decepcionado con su falta de concentración suspiraba sentado en la sala de descanso de enfermería. Su mirada estaba perdida y no podía dejar de comerse las pieles de los dedos. Álvaro y Chiara estaban haciendo el tonto, riendo y chillando mientras comentaban un famoso trend de tik tok. Ruslana mientras tanto trataba de poner un poco de orden entre los dos, intentando que bajaran el tono de voz o les acabarían llamando la atención. Parecía que nadie se daba cuenta de lo callado que estaba Martin.
Martin llevaba alrededor de una hora revisando cada segundo para ver si tenía una notificación de Juanjo. De vez en cuando miraba a Ruslana, para ver si Juanjo le daba señales de vida a ella mediante algún mensaje. Realmente le daba vergüenza tener que preguntar por el maño a la pelirroja, por lo que se estaba intentando mantener en un segundo plano y limitarse a intentar deducir algún gesto de Ruslana que le indicase que Juanjo le había informado de algo.
Sin embargo, Ruslana estaba más tranquila que nunca riendo con sus dos amigos. No había ni rastro de su teléfono por la zona de descanso y no pudo verla consultándolo durante todo la mañana. Martin comenzaba a desesperarse, realizando movimientos repetitivos tirando de su pelo. En su campo visual apareció su compañero Álex que lo miraba con ojos preocupados.
-Quiero hablar contigo- solicitó Álex extendiéndole la mano a Martin para que se uniera a él.
Martin se dejó hacer. Realmente llevaba tiempo sin escribir ni hablar con Álex. Con todo lo que había pasado con Juanjo habían pasado varios días sin saber de la vida del resto de sus amigos. Álex era su pareja de turno y una de las personas que más a gusto e integrado le había hecho sentirse en su llegada a Madrid por lo que honestamente se sintió mal por haberle ignorado durante varios días. Martin y Álex se dirigieron al control de enfermería, cuando este último cerró la puerta incitándole a que se sentase en una de las sillas. Martin accedió y le miró atentamente intentando demostrarle que iba a prestar atención a todo lo que le tuviera que decir.
-Llevo toda la mañana viéndote distraído, has dejado varios paquetes de curas sin recoger, le he enseñado a andar al de 423B... -explica preocupado Álex- no me importa ayudarte pero ¿estás bien?
Martin no pudo evitar romperse al escuchar a Álex preguntarle que si estaba bien. No supo que responderle. Solo le caían lágrimas por todas las mejillas. Álex alarmado ante el estado del menor, solo supo hacer lo que mejor se le daba, abrazarle fuerte contra su pecho mientras le acariciaba la espalda.
-¿Sabes que eres como un hermano pequeño para mí, verdad?- sonrió Álex- me gustaría que me contases que te preocupa.
Martin no pudo aguantar más el nudo que tenía en el pecho y decidió desahogarse con Álex.
- Creo que me gusta Juanjo.
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VIAJE A NINGÚN LADO
FanfictionMartin, un chico de 21 años bastante solitario acaba de terminar la carrera de enfermería en Bilbao. Agobiado por los recientes acontecimientos entre su grupo de amigos decide huir de su entorno y probar suerte en la capital. Allí conocerá a Juanj...