CAPÍTULO 33. LOCO DE ATAR

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Martin reconoció esa voz al instante, aunque estuviera de espaldas la reconocería en cualquier parte. Estaba estático sin poder moverse. Aquella voz que tanto había amado y anhelado durante un tiempo y que hacía mucho que no escuchaba se encontraba a escasos metros de él. El dueño de sus mejores sueños durante cuatro años y que ahora se había convertido en su mayor pesadilla.

Juanjo, por el contrario, observaba al chico desconocido que tenía frente a él. Llamaba la atención su cuerpo atlético y musculado, como si pasase más tiempo del que quisiera confesar en el gimnasio. Medía quizá un par de centímetros más y dedujo que tendría unos 21 años, más o menos la edad de Martin. Su tez morena fruto de largas horas en la playa y un pelo castaño perfectamente cortado mostraba al mundo su reciente visita a la peluquería. Reflejaba una imagen perfectamente cuidada de una persona que daba especial importancia a su físico. Sus grandes ojos azules transmitían maldad y rencor a partes iguales y no dejaban de enfocarse en Martin ni un solo segundo, como si el maño no estuviera presente en la misma escena. Un escalofrío recorrió la espalda de Juanjo. Un mal presentimiento le hizo pensar que no era un amigo del vasco.

-Que pasa Martin que en persona no eres tan valiente, ¿verdad? - volvió a reír el contrario - Siempre supe que no tenías los cojones suficientes para decirme nada a la cara. No eres más que un bienqueda.

Las manos Martin temblaban sin control, hacía un par de minutos que había soltado el agarre del mayor y apretaba el puño clavándose las uñas sobre su palma. Hacía tanta fuerza que había dejado marcadas sus uñas e incluso se le había abierto la piel para dejar un suave hilo de sangre. Su garganta estaba seca como si llevase muchas horas sin probar un trago de agua, así mismo, su respiración se había acelerado y escuchaba al contrario como si se tratase de un eco a muchos kilómetros de distancia, intensificándose sus latidos rebotando en sus oídos.

-Pero bueno... -el contrario continuó hablando ante el mutismo de Martin, moviendo los brazos de manera tranquila mientras intentaba explicarse con chulería - qué rápido nos has cambiado ¿no? ¿Qué es tu nuevo novio? Nosotros aquí estamos bien eh, gracias por preguntar.

Un destello de rabia se atisbaba a través de sus ojos azules. Juanjo sintió una punzada que le hizo dar un paso hacia delante, con intención de proteger al menor. Pero Martin se lo impidió. El vasco dio dos pasos hacia delante plantándose a escasos centímentros de Sergio. La diferencia de altura era notable. Cualquiera se hubiera achantado en una situación parecida. El coraje del menor era envidiable. Juanjo lo miraba desde la distancia asombrado ante la valentía del mas pequeño.

La rabia contenida durante los últimos meses hizo que el verde de los ojos del vasco se tornase de negro azabache. El menor tomó aire unos segundos mientras abría la palma de sus manos en un intento de relajación. Y se volvió loco, al igual que la canción favorita de Pablo Alborán: loco de atar.

"Vive el momento sin perder aliento, se toma su tiempo y

Le confunden con el viento

Loco de atar

Loco de atar

No tiene rumbo ni camino vive en libertad

Loco de atar

Loco de atar

Nadie le dijo por donde tenia que andar

Dicen que está loco sin saber quién es

Se asustan de alguien que no ven

Maldito oído que todo lo cree

Pobre loco..."

-¿Cómo tienes el valor de dirigirme la palabra después de tu actitud inmoral? Y mucho más, ¿cómo tienes los cojones de felicitarme el cumpleaños cuando no te dignaste a hacerlo en los cuatro años de relación que mantuvimos? - las palabras salían de la boca de Martin sin pensar, escupidas, como si se tratasen de dardos envenenados con intención de clavarse en el corazón del contrario y hundirle. Martin señaló con su dedo índice en múltiples ocasiones el pecho de su ex. -Bueno, si es que a esto se le pudo llamar relación, cuando estuviste más tiempo con Alejandra que conmigo. 

Sergio lo miraba atónito. No se esperaba la versión de Martin que tenía ante él. Su boca realizaba un pequeño círculo de sorpresa. Intentó hablar pero no pudo. Martin aprovechó su momento de debilidad y continuó hablando.

-Y para tu información, él es mi novio sí, se llama Juanjo y me ha hecho en tres meses más feliz de lo que tú has podido hacerme en cuatro años. Y ahora, si me disculpas voy a seguir paseando junto a él... -Martin se giró para dedicarle una sonrisa al maño y agarrarle la mano - espero no volver a verte nunca y si tengo que hacerlo, espero que te hagas el favor y no me dirijas la palabra.

Sergio estaba petrificado en su sitio. No podía moverse. Sin embargo, fue el vasco quien soltó su mano del maño para huir deprisa en dirección a una zona llena de árboles. Juanjo no había dudado ni un segundo en salir corriendo detrás de su chico.

Una vez encontró un banco lo bastante apartado de la multitud que paseaba por la zona, Martin se desplomó y dejó salir todo el ataque de ansiedad que estaba reprimiendo. Se hizo una bola, agarrando sus pies con sus manos y las rodillas flexionadas, escondiendo su cara tras las mismas. Su llanto parecía que no iba a parar pronto.

Juanjo logró alcanzar a su chico y desde una distancia prudencial, fue acercándose poco a poco a él para ofrecerle cariño sin que se asustase. El maño trató de tranquilizarlo, realizando círculos sobre su espalda hasta que dejó de temblar. Revolvió su cabello con ternura. El vasco en esa posición parecía mucho más pequeño y vulnerable de lo que era. El maño no sabía de donde había sacado las agallas para enfrentarse al otro chico que le sacaba dos cabezas por lo menos, pero estaba feliz por él.

- Estoy muy orgullosa de ti Martintxu, lo sabes ¿verdad? - Juanjo depositó un suave beso en el pelo del vasco inhalando su olor a mar característico.

Martin levantó la vista de su escondite para realizar contacto visual con el maño. Martin no sabía que había hecho para merecer al maño.

- No sé como me aguantas, estoy roto por todas partes, mírame... ya has visto que nadie me puede querer -expresó Martin.

- Jamás dudes de que alguien te puede querer, porque yo si lo hago y lo haré. Y el resto de los chicos en Madrid te aman con locura. - Juanjo cogió la mano del vasco y depositó un suave beso sobre la misma.

- He saltado porque no lo soportaba más - Martin se tomó unos segundos analizando lo que quería decir- quiero contarte algo Juanji.

- Soy todo oídos maitia - dijo mientras atraía el cuerpo del menor para rodearlo con sus brazos y así estar mas cerca.

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¡HOLA! Ya estoy de vuelta por aquí. Al igual que Juanjo y Martin del fic tengo turnos un poco locos y no había podido sacar un poco de tiempo para escribir esto. ¿Qué os ha parecido?

VIAJE A NINGÚN LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora