CAPÍTULO 27. ÉXTASIS

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Juanjo y Martin no tardaron mucho rato en llegar al final del sendero y vislumbrar el río. El corazón del mayor retumbaba tan deprisa que pensaba que Martin podía estar escuchándole. Las manos le sudaban de lo nervioso que estaba y realizaba movimientos repetitivos contra sus pantalones cortos para tratar de secárselas. 

Martin por el contrario caminaba tranquilo pero llevaba un rato observando lo tenso que estaba el mayor. Claramente se le veía nervioso pero no sabía el por qué. Así que tras meditarlo mucho, se acercó al maño y le agarró la mano para así entralazar sus dedos. 

Juanjo en ese momento salió de la ensoñación, dándose cuenta del gesto del más pequeño, el cual estaba intentando realizar contacto visual con él. Como reacción, apretó fuerte su mano tras dedicarle una cálida sonrisa.

- ¿Estás bien? - susurró el vasco preocupado.

- Ahora sí - respondió haciendo referencia a sus manos entrelazadas.

Juanjo tomó aire y continuó hablando tras hacer un gesto al pequeño para que se sentase junto a él en una roca.

-Vi tu regalo - dijo rápidamente sin pensar Juanjo.

Martin se tensó al momento, poniendo un poco de distancia entre ellos. 

-¿Y te ha gustado? - preguntó dudoso.

- ¿Pero cómo no me va a gustar si es el mejor regalo que me han hecho nunca Martintxu? - dijo con una amplia sonrisa.

El mote no pasó desapercibido para el vasco que se emocionó y se abalanzó sobre el mayor. Juanjo se rió y correspondió el arrebato del pequeño con gusto. 

-Me gusta más así.

- ¿El qué? - preguntó Juanjo confuso.

- Que me gusta más que me llames Martintxu que novato - respondió tímidamente Martin.

- Pues así te llamaré, entonces- sonrió Juanjo- ¿sabes? Yo también tengo algo para ti. No está a la altura de tu regalo porque no hay nada tan bonito como eso pero... - dijo buscando en su bolsillo del pantalón.

Acto seguido sacó del mismo una pulsera de la virgen del Pilar y se la colocó en la muñeca.

-¿Y esto?

- Un pajarito me ha dicho que se le regala a la gente que quieres proteger y a la que tienes cariño - bromeó Juanjo.

Los ojos de Martin comienzan a nublársele por las lágrimas que se acumulaban en ellos. Estaba realmente emocionado. Juanjo sabía del regalo de su hermano. ¿Juanjo le quería?

 - Nunca me habían hecho un regalo - susurró tímidamente.

Juanjo frunció el ceño. ¿Cómo es posible que hubiera estado cuatro años saliendo con una persona que no le regaló nada? ¿Ni por su cumpleaños ni por su aniversario? No pudo evitar sentirse triste por el más pequeño. Levantó la cabeza y le miró. El vasco estaba cabizbajo pero no había soltado el agarre que se habían hecho hace al menos diez minutos.

- Pues este va a ser el primero de muchos más, Martintxu -confesó el maño.

Martin y Juanjo se abrazaron fuerte durante varios minutos tratando de decirse sin palabras todos los sentimientos que estaban viviendo. Juanjo reposaba sus manos en la cintura del vasco y el contrario tenía los ojos cerrados sobre el hombro del maño. Se sentía como estar en casa. Poco a poco se separaron para mirarse a los ojos.

- Martin, yo te quiero pero no como un amigo. No sé que es lo que sentirás tú, pero me gustas, me gustas desde hace tiempo. Jamás pensé llevar a una persona a mi casa de Zaragoza y sentirlo como un hogar. Te veía con mi hermano y no podía contenerme, la felicidad emanaba de todos los poros de mi piel. Es más, anoche estuve apunto de tirarme encima tuyo en cuanto vi el regalo que me habías hecho - las palabras salían de su boca disparadas - estoy un poco nervioso, perdón. Lo que quería decir es eso, que te quiero.

-Juanjo tranquilo -dijo cogiéndole de ambas mejillas- yo también te quiero.

Juanjo estaba borracho de amor y no podía creer que el vasco le hubiera correspondido. Trasladaba sus ojos de la mirada del vasco hacia sus labios. Tras unos segundos analizando si besarle o no, un grito a lo lejos hizo que se levantaran de golpe cuando estaba a punto de rozar los carnosos labios del vasco.

-¡Guys! Ya estamos -gritó Chiara corriendo tres pasos por delante de Violeta.

- Tenías razón- dijo Ruslana - tu camino era el más corto.

No pasó desapercibido para la pelirroja la mirada de odio que el mayor le dedicó y pudo saber que, lo que estuviera pasando en ese momento entre los dos chicos había sido interrumpido.

Un malhumorado Juanjo se separó del grupo para colocarse sus cascos y sentarse en una de las piedras alejadas. Por el contrario, Álex se acercó para rodear la cintura del vasco dejándole un suave beso en el pelo mientras los dos extendían las toallas al lado de las rocas en las que iban a bañarse. 

- Que bonita pulsera - expresó Álex.

- Me la ha regalado Juanjo - susurró Martin con los ojos brillantes.

Álex revolvió su pelo antes de tirarse al agua para unirse al resto de las chicas y a Álvaro. Martin, sin embargo, no pudo evitar fijarse en el maño. Se había separado del grupo enfadado porque le habían cortado el bonito momento con Martin. Iba a costarle a la pelirroja que la pudiera perdonar por aquello.

Antes de meterse al agua, sacó su teléfono y le mandó un mensaje.

"Martintxu: no te preocupes maitia, tenemos todo el tiempo del mundo para hablar <3"

Juanjo leyó el mensaje y levantó su vista en dirección al vasco, que ya estaba mirándole. Le dedico una sonrisa sincera tras responderle con un corazón.


VIAJE A NINGÚN LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora