CAPÍTULO 26. EN BRAZOS DE ELLA

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Juanjo y Martin habían dormido a una distancia prudencial aquella noche en la que Juanjo abrió el regalo del vasco. Realmente si hubiera sido por Juanjo se le habría comido a besos en el momento que regresó de la terraza. Pero no lo hizo, tenían que mantener una conversación previamente. Realmente el vasco le quería pero ¿cómo amigo o como algo más?

Aunque quiso descansar, no pudo pegar ojo en toda la noche, sintiéndose especialmente inseguro pues no estaba a la altura del regalo del más pequeño. Su cabeza no paraba de dar vueltas y ya desesperado decidió escuchar algo de música a través de sus cascos.

Tan pronto como los primeros rayos de luz empezaron a entrar por la ventana, Juanjo escribió a su mejor amiga para ver si estaba despierta y le aconsejaba como siempre hacía. Tras recibir la respuesta afirmativa de la pelirroja, el maño se levantó sigilosamente de la cama. En la casa reinaba un silencio sosegado que sobrecogió a Juanjo.

Cuando el maño se asomó a la terraza, Ruslana ya se encontraba allí admirando el amanecer. Los rayos de luz impactaban sobre su larga cabellera pelirroja y dejaban una imagen perfecta de su amiga. Juanjo no hizo más que sonreír de lo afortunado que se sentía de tenerla en su vida. La conocía bien y sabía que ella estaría despierta porque adoraba aprovechar el día desde bien temprano y ver el amanecer era uno de sus planes favoritos.  No era la primera vez que los dos amigos compartían momentos así juntos.

Juanjo se sentó a su lado y sacó del bolsillo del pantalón corto su paquete de cigarrillos y un mechero. Tranquilamente lo encendió y dio una calada lenta y pausada. Tratando de encontrar en la nicotina la solución a todas sus preguntas o al menos, que le ayudase a calmarse y bajar revoluciones.

-No has dormido nada ¿a qué lo he adivinado? -dijo Ruslana levantándose las gafas de sol y colocándolas en la cabeza.

Juanjo asintió bajando la mirada. Sus profundas ojeras le delataban. Ruslana no pudo evitar ver a su mejor amigo en ese estado y se acercó a su hamaca tirándose completamente encima de él para abrazarle. Juanjo se dejó hacer con gusto, dejando varios besos por la cara de la pelirroja. Después de un rato, Ruslana se incorporó y tiró del más mayor para que quedase sentado a su lado. Como acto instintivo, Juanjo pasó un brazo alrededor de su cintura.

-Cuéntame- susurró Ruslana.

Juanjo cogió aire y suspiró lentamente antes de hablar durante diez minutos con una verborrea poco habitual en él.

-Martin ayer dejó un sobre en mi mochila. Dentro de él había varias fotos nuestras con frases muy bonitas - la mirada de Ruslana se convirtió en un gesto de ternura, incitando al maño a seguir hablando -y además un dibujo hecho por él mismo, de mi hermano y de mí...

- ¿Y cuál es el problema mi amor? - dijo posando su mano encima de la del maño.

- Pues que no sé si estoy a la altura de lo que él merece, ha sufrido mucho Rus y yo no quiero hacerle más daño - una lágrima revoltosa resbaló por su mejilla siendo capturada al momento por la pelirroja.

Ruslana frunció el ceño ante la inseguridad de su amigo. Siempre se mostraba impasible, ofreciendo una seguridad apabullante en todo lo que hacía y decía. Como si nadie pudiera derrumbar su discurso. Pero cuando se trataba de Martin, las dudas le comían.

- Yo creo que sí que estás a la altura mi amor, solo te falta un poco más de confianza. Y no creo que vayas a hacerle daño, es más, creo que os hacéis mucho bien.

- ¿Tú crees? - preguntó Juanjo con duda.

- Pues claro, mi amor - dijo abrazándole - tienes que hablar con él y decirle lo que sientes.

- Pero es imposible hacerlo con todos vosotros aquí - explicó Juanjo.

Tras hablar un rato, Ruslana y Juanjo planearon como encontrar un rato para que Juanjo y Martin estuvieran a solas.

(...)

La mañana avanzó con tranquilidad, y poco a poco el resto de los miembros de la casa se fueron despertando. Desayunaron juntos entre risas y se pegaron un chapuzón en la piscina. Juanjo y Martin apenas habían tenido tiempo de interaccionar más de dos frases seguidas, pues Chiara y Violeta demandaban su atención constantemente para que bailase con ellas en sus tik toks. 

Juanjo por el contrario se dedicaba a preparar la comida del día con Álex y Ruslana. El maño no podía dejar de mirar de reojo como Martin se reía junto a sus amigas, y sin darse cuenta, casi se le queman las patatas que estaba friendo en la sartén.

- ¿En dónde tenemos la cabeza mañico? - rió Álex mientras pasaba un brazo por su hombro para susurrarle en el oído - no te le vamos a quitar, puedes dejar de mirarle un ratito.

Juanjo sintió un calor subir por todo su cuerpo, avergonzado.

Comieron todos juntos en la terraza entre felicitaciones a Juanjo por lo rico que estaba lo que había cocinado. Tras descansar un rato tumbados en las hamacas, el grupo se dirigió a sus respectivas habitaciones para cambiarse a una ropa más cómoda para hacer la típica ruta hacia el precioso río que pasaba cercano a la sierra madrileña.

El grupo tomó rumbo por el bonito sendero. Martin llevaba colgado en su cuello su cámara de fotos y no podía evitar pararse a hacer fotos a todo lo que se encontraba, árboles, insectos, al cielo... estaba feliz. Juanjo caminó a su lado durante un rato, pero cuando vio que el menor no le prestaba atención por estar demasiado concentrado, adelantó su paso hasta ponerse a la cabeza junto a la pelirroja.

-Creo que nuestro plan no va a funcionar - susurró apenado.

- ¡Cállate anda! ¿Te he defraudado yo alguna vez?

Tras caminar otro rato más juntos llegaron a una bifurcación del camino. 

- Bueno pues vamos por la izquierda - dijo Ruslana guiñándole el ojo a Juanjo para indicarle que el plan había comenzado.

- No, yo creo que era por la derecha tía.

- Que no, mi amor... que la que me conozco esto soy yo - dijo irritable Ruslana actuando.

- Bueno, pues vosotros id por la izquierda, ya veréis como yo yendo por la derecha llego primero - contestó Juanjo orgulloso.

- ¿Apostamos? 

- Cuando quieras.

El grupo se dirigía por el camino de la izquierda cuando Martin, que se había quedado varios pasos por detrás por estar haciendo fotos llegó a la altura de Juanjo.

- ¿A dónde van?

- Se piensan que por ese camino van a llegar antes, están equivocados. Ven, sígueme- dijo Juanjo tendiéndole la mano al vasco.

Este se dejó hacer y acompañó a Juanjo por el camino de la derecha. Ambos caminaron en un cómodo silencio. El móvil del maño vibró recibiendo un mensaje de Ruslana que le hizo sonreír.

"Ruslana: cabrón, tienes media hora más o menos. Álex me ha pillado y estamos compinchados y vamos a entreternos un poco. Espero que los demás no se den cuenta. Mucha suerte <3 "

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ESTA ES LA PRIMERA PARTE! QUE NO CUNDA EL PÁNICO, NO QUERÍA QUE EL CAPÍTULO SE ALARGASE MUCHO, SIGO ESCRIBIENDO Y EN UN RATO PUBLICO.

VIAJE A NINGÚN LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora