CAP 17

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La precisión de su movimiento, la profundidad del corte, todo estaba calculado perfectamente, como si tuviera la medida exacta para dejarlo luchar en sus últimos momentos de vida.

 En la Orden de la Maldad Extrema, raramente había alguien con tal habilidad, y el único que la tenía había muerto hace tres años.

Sus cenizas fueron esparcidas en un cementerio abandonado, convirtiéndose en cenizas voladoras, acompañando a espíritus solitarios para siempre.

 No podía ser ella, él la había visto morir con sus propios ojos, derepente, sus ojos se abrieron de par en par.

 —¿Poché has vuelto?

—“Parece que ya lo has adivinado, entonces, ¿debería María José matar para guardar el secreto?”

“¿Poché? Imposible, cómo podría ser?”

—“Ella ha estado muerta durante tres años y tú pareces ser solo una niña ¿Cómo podrian ser la misma persona?” Alan estaba aturdido, su mente se había vuelto confusa, durante estos tres años, se había culpado innumerables veces.

 ¿Por qué no la había ayudado cuando más lo necesitaba, en lugar de verla morir en medio de cerca?

—¿Tienes miedo, señor Alan? No te preocupes seré la pesadilla de cada uno de ustedes.

—“Relájate, hoy no te mataré, como de costumbre, mantén tu cuello limpio y esperándome.” María José levantó la cabeza, su rostro infantil estaba manchado con gotas de sangre brillante, hermosa y siniestra como una flor del mal en el borde del infierno, simbolizando la muerte.

—“Ve y diles a esos viejo que he vuelto y los buscaré a todos uno por uno para cobrarme sus vidas”.

—“Por supuesto, si es que te creen”. María José sonrió ligeramente, una sonrisa que parecía pura e inocente, pero que helaba hasta los huesos.

Él sabía demasiado bien que nadie le creería, pensarían que estaba loco.

¿Quién creería que una mujer que había muerto y sido incinerada hace tres años volvería del infierno?  Y menos, que vendría a véngase con una piel completamente diferente, incluso adorable.

—“No puedes ser ella, no permitiré que nadie se haga pasar por ella te mataré”. Alan solo sintió sus ojos llenarse de sangre, justo cuando iba a atacar a María José  de repente, una figura oscura apareció en la entrada del callejón .

María José un destello oscuro en sus ojos, cortó su propio brazo con el vidrio luego, escondió el vidrio en el bolsillo de Alan.

“Uuuh, Boo, Boo, sálvame tengo miedo.” La rapidez con la que María José reaccionó y cambió su expresión dejó a Alan sin aliento.

Meterse con Calle sería un problema serio; lo mejor era aplicar un poco de astucia y alejarse

María José observó cómo Alan se alejaba, con una sonrisa misteriosa que se intensificaba en sus ojos, en el siguiente instante, fue sorprendida por un abrazo repentino.

—“Boo.. yo…Ay… me duele mucho.”

María José intentó hablar pero se detuvo incapaz de explicar lo que estaba  pasando, extendió la mano y tocó la herida que acababa de hacerse.

DERIVÉ (Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora