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Caminamos rumbo a clases otra vez, Merlo me miraba de manera extraña, no podía quitarme los ojos de encima.

– ¿Todo bien Malvita? –preguntó tímido.

– Si, estoy algo cansada– contesté–, no pasa nada.

Apenas entramos al aula Sacc, Nick y Trent comenzaron a molestar a Merlo. Siempre lo hacían, eran un fastidio.

–¿Qué pasa?¿Hoy no te quedaste viciando?–dijo Nick burlándose, seguido de eso lo empujó, no tan fuerte, pero lo necesario para que Darla comenzara a gritar.

–¿Ya van a empezar?–grito desde nuestros asientos al fondo– Maduren de una vez ¿Si? O los voy a hacer madurar a patadas. –la violencia es su mejor cualidad.

–¡Oh! ¡Discúlpame por favor Darla! –dijo Trent– ¿Qué puedo hacer para que me perdones?– claramente se estaban burlando de ella.

–¿Qué te parece una caja de cigarrillos?– dijo Sacc con media sonrisa. Lo miré directo a los ojos con total furia y el me devolvió la mirada, tenía miedo de que sucediera aquella cosa que pasó en el bar, pero.. nada, era el Sacc idiota de siempre con una frialdad y descaro, ¿por qué tenía que ser tan estúpido?, lo odiaba.

–¡Uh! Es una excelente idea, ¿o no que si querida.. ?–dijo Trent colocando su mano en la mejilla de Darla.

–¡No me vuelvas a tocar! –grito quitándole la mano y poniéndose de pie– No me quiero imaginar cuando fue la ultima vez que te lavaste las manos, me das asco..

El profesor ingresó al aula y se generó el silencio. Todos a sus lugares. Trent al marcharse le guiñó un ojo a Darla, esta se lo respondió con su dedo medio.

Durante la clase me distraía mirando de reojo a Sacc, no lo podía evitar, estaba confundida por lo que había pasado, fue muy extraño, pero si de algo estaba segura es que no quería tener nada que ver con el, así que me decidí a evitar todo tipo de contacto con el, no me interesaba en lo absoluto.

El día finalizó y volvimos a nuestras casas.

Deposité mi mochila en el sillón y subí a mi habitación para descansar un rato. Reposé mi cabeza en mi almohada y me quedé tildada mirando el techo.

–¿No creerás que me olvidé de ti o si?– dijo riéndose pícaramente y con sus manos ocultando algo detrás de su espalda.

–Mm.. –me resistí–, no lo se. –Sacó detrás de su espalda un gran ramo de flores, eran preciosas, todas de diferentes colores y enormes.– ¡Oh por dios, son hermosas! –me lancé a sus brazos y me escondí en su pecho, el me recibió felizmente y me depositó un tierno beso en la frente.– Gracias.

–Te lo mereces Malva. –dijo suavemente– después de todo lo que has perdido por mi culpa.. –lo miré directo a los ojos, esos hermosos ojos color almendra que el tenía y lo besé con mucho amor.

–Nada es tu culpa.–dije.

Me desperté de repente y muy asustada, tenia toda la remera pegada a la espalda por la transpiración. ¿Qué carajo?

–¿Malva?¿Estas en casa?

– ¡Si!

– ¡Bueno, baja a comer! Traje la cena.

Tardé unos segundos en reincorporarme, estaba totalmente desorientada, ese sueño.. ese extraño sueño..

No se porque me estaba dejando influenciar por ese imbécil.

Baje rápidamente, estaba muerta de hambre.

–¿Todavía no te has bañado?–dijo Jos– vamos hija que son las diez de la noche, luego de comer báñate rápido, no te acuestes tarde.

El Bosque de GivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora