༒︎
ELIA.
Mi cuerpo tiembla, mi corazón late como un loco; tanto que siento chocar con mis costillas, es como si fuera a salir en este instante. Tomo aire, tratando de recuperar mí postura de hace horas. Este hombre me hace débil y sumisa; jamás debí de permitir ese defecto. Recordando lo que él había dicho hace segundos, solo eso bastó para que mi mente volviera hacia atrás.
"Enamorarse no es un pecado ni un delito, pero eso es lo que te hace buena, puedes cometer todos los pecados que quieras, pero no te permitas sentir sentimientos que te harán sentir dos simples palabras, débil y perdido". >> Mi madre, postrada en cama, apenas escuchó su voz como si susurrara de lo débil que estaba.
"Tienes que cazar, si no quieres ser cazado" >> La voz fría, ronca de advertencia e indiferencia de mi padre resuena en mi cabeza.
Con mis ojos cerrados y mi pensamiento en otro mundo, recostada en el asiento del pasajero. Una locura, estaba por cometer una locura; puedo hacerlo, pero no con él. ¿Por qué? El simple hecho de que Slavik Malishev es un hombre guapo y hermoso es un maldito deseo que necesito desechar. <<Un delito que no quiero cometer o perderte y me haré débil>>, las palabras del hombre que me engendró.
La camioneta se detiene dándome entender que llegamos a la mansión. Mi escolta abre la puerta para mí. Bajo en silencio, dirigiéndome hacia dentro. Detengo mis pasos y me giro a Félix.
—¡¿Dónde mierda estabas?! —gritó, pasándome las manos por mi cabello suelto y un tanto desastre—. ¡¿Cómo carajos, me dejaste sola?!
Él solo guarda silencio y tiene la cabeza agachada.
—¡CONTESTAME! —gritó desesperada, mis ojos conteniendo lágrimas que no tienen que aparecer, pero lo hacen—. ¿Cómo pudiste dejarme sola, Félix?
Su apariencia es un desastre más que la mía: las pupilas de sus ojos están raras.
—Lo siento, princesa, me distrajeron perdóneme —hace reverencia y sus brazos a sus costados están echos un puño que aprieta con fuerza—. Me disculpo, no volverá a pasar.
—¿Te distrajeron? —repetí incrédula, escapándome una risa falsa—. Y claro que no volverás a cometer ese tipo de errores, porque la próxima no la cuentas. Está claro.
- Sí, princesa.
Sigue sin atreverse a mirarme.
-Prepara el taller de mi madre, y después ve a comprar más pinturas. Pintar es mi salvación. Es lo que hago cuando me siento de esta forma; con los colores puedo expresar lo que siento de todos los colores.
- De acuerdo, señorita.
Odio que me llamen princesa, pero deben hacerlo; es lo que mi padre sentenció cuando se casó con mi madre y este era nuestro destino.
Algun día, me quitaré ese estúpido sobrenombre. No quiero nada que me recuerde a él.
Resople girando sobre mis tacones. Decido entrar a mi oficina. Me recuesto en mi silla giratoria de cuero negro, al igual que las paredes, la puerta, los estantes y demás. El golpe de la puerta hace que me concentre en la persona que viene a molestarme.
Indico a quien pase, y se trata de mi hermana, que trae su típico traje cuando vamos a hacer nuestro trabajo. Un pantalón negro pegado como si se tratara de su segunda piel, un top negro con mangas largas en la cintura, lleva un corset negro con tirantes color plata y tiene accesorios con lo que ella puede matar fácilmente. Ese es su uniforme de la buena suerte, según Lexie y no voy a negar que se ve hermosa. La belleza la ganamos de mi madre, aunque solo yo heredo sus ojos y ella los de mi padre.
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𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐚 © ✔︎ Sᴀɢᴀ 𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐓𝐎𝐒 1
Romance✞︎ 𝐄𝐥𝐥𝐚, 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐀́𝐧𝐠𝐞𝐥 𝐦𝐚𝐬 𝐚𝐫𝐝𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐈𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 ✞︎ ✞︎ 𝐄𝐥, 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐥𝐨 𝐝𝐢𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐚 𝐪𝐮𝐞𝐦𝐚𝐫𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐬𝐨𝐥 ✞︎ Eʟɪᴀ Dʟᴀᴄʀᴏɪx 𖤍 Una mujer se...