Capítulo 3: Rencores Reavivados

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Leo abrió la puerta y, al ver a Celeste de pie en el umbral, un estremecimiento recorrió su cuerpo. La figura de Celeste, a pesar de ser una desconocida, le resultaba alarmantemente familiar. Era como un eco doloroso de su pasado, la imagen de una mujer que había dejado una cicatriz profunda en su vida.

Celeste, notando la fría recepción de Leo, mantuvo su postura firme. Era evidente que la situación era tensa, pero no estaba dispuesta a retroceder.

-Buenos días, señor -dijo Celeste con un tono profesional-. He venido por solicitud de la reina para discutir-

Pero antes de que Celeste pudiera terminar su frase, Leo cerró la puerta de golpe. La acción fue tan rápida que Celeste quedó atónita, con la mano aún levantada para tocar la puerta una vez más. Al otro lado, Leo se apoyó contra la pared, su respiración agitada. El rostro de la mujer frente a él había desatado una oleada de recuerdos y emociones que no estaba preparado para enfrentar.

Leo sintió un nudo en el estómago y su mente se llenó de imágenes dolorosas del pasado. La similitud entre Celeste y aquella mujer que lo había herido era innegable. El dolor y la ira que había intentado reprimir regresaban con una fuerza abrumadora. Cerró los ojos, intentando controlar su respiración, mientras la angustia y el resentimiento se entrelazaban en su pecho.

Celeste, al escuchar el sonido de la puerta cerrándose, se quedó en silencio, sin saber exactamente qué hacer a continuación. Sintió la frustración crecer, pero sabía que no podía rendirse. La importancia de su misión y la necesidad de obtener la cooperación de Leo eran demasiado grandes.

Finalmente, Leo tomó un profundo respiro y se giró hacia la puerta. La necesidad de enfrentarse a sus emociones y aludir a sus propios temores era esencial si quería abordar la situación de manera racional. Abrió la puerta de nuevo, esta vez con más calma, aunque su rostro seguía marcado por la tensión.

-¿Quién eres y qué es lo que quieres? -preguntó Leo, su voz un poco más controlada pero aún cargada de desconfianza-. No estoy en posición de recibir visitas no solicitadas.

Celeste se mantuvo erguida, su expresión profesional a pesar de la situación incómoda.

-Como mencioné, he sido enviada por la reina para discutir la situación en Garlond -dijo Celeste, decidida a no dejarse intimidar-. La reciente muerte de Samuel ha desencadenado una serie de eventos que podrían amenazar al pueblo, sin mencionar los rumores y susurros inquietantes que circulan en la comunidad acerca de la instalación de vuestra familia en esta mansión abandonada durante decadas. La reina cree que, aunque no nos conocemos, podrías tener información importante o conexiones que nos ayuden a entender mejor lo que está ocurriendo.

Leo la miró con una mezcla de incredulidad y burla, la tensión en su cuerpo aún palpable. Sabía que tenía que mantener la calma para evitar que sus emociones personales interfirieran en la situación actual.

-Vaya, así que la reina ha decidido enviarnos una mensajera con un discurso tan dramático -dijo Leo con una sonrisa irónica-. Muy bien, pero antes de que te pongas demasiado cómoda en la puerta, ¿puedes decirme algo más esencial? Aún no me has dicho lo más importante. ¿Quién eres exactamente? ¿Cuál es tu apellido?

Celeste, tratando de mantener la compostura a pesar del tono burlón de Leo, le lanzó una mirada firme.

-Mi nombre es Celeste Thorne -dijo-. Estoy aquí para ayudarte a enfrentar la situación que enfrenta Garlond. No tengo intención de jugar a los juegos de palabras. Si me das la oportunidad, podemos trabajar juntos para resolver esta crisis.

Leo dejó escapar una risa seca, sin perder la oportunidad de mantener el tono irónico.

-Ah, Celeste Thorne, ¿eh? -repitió Leo, como si saboreara cada palabra-. Me alegra saber tu nombre. Pero dime, ¿qué te hace pensar que tu presencia aquí puede realmente hacer una diferencia? ¿No crees que hay formas más adecuadas de resolver problemas que aparecer en la puerta de alguien como si fuera un villano en una novela?

Celeste sostuvo la mirada de Leo, ignorando el sarcasmo y manteniendo su tono profesional.

-No estoy aquí para hacer teatro, señor Leo. Estoy aquí para obtener su cooperación en un asunto serio que afecta a Garlond. Si unimos nuestras fuerzas, podemos encontrar una solución antes de que la situación empeore.

-jajajajajajajajaja- Leo soltó una risa seca y fría. No parecía encontrar ninguna gracia en la propuesta de la mujer. Celeste se quedó mirándolo atónita. -Perdón, perdón, es que no sé cómo reaccionar a tu propuesta. Entonces, tú vienes hasta mi casa, nos acusas de tener algo que ver con la reciente muerte de ese tal Samuel, que, por cierto, por lo que he escuchado, ni siquiera era muy querido. Mira a sus hijos y a su mujer; los veo más felices que una perdiz. Y encima nos pides cooperación. Verás, querida, las cosas no funcionan así.

-Señor Leo, no vine aquí con ninguna intención- comenzó a decir Celeste, pero fue interrumpida por Leo.

-NO, no me cuentes tu vida, querida, me importa un bledo, ¿sí? No quiero ayudarte, no queremos ayudarte, no lo vamos a hacer- respondió Leo sin quitar la sonrisa burlona de su rostro.

-¿Qué?- preguntó Celeste, sin creer aún la respuesta de Leo.

-Así como has escuchado. Querida, te ves bastante atónita. ¿No me digas que esta es la primera vez que te rechazan?- Leo parecía divertirse con la expresión de Celeste.

-Señor, creo que no lo entiendes. Estoy siendo amable ahora mismo, pero realmente no es una propuesta, es una orden. Os guste o no, tendréis que cooperar con nosotros- dijo Celeste con firmeza.

-Ah, ¿no me digas? Uy, qué miedo me estás dando ahora mismo. En serio, deberías verte en un espejo- Leo se rió de nuevo, se acercó al oído de Celeste y le susurró con un tono inquietante-¿Entonces si no aceptamos qué pasará?-

-Lo que pasará es que seréis los principales sospechosos de la muerte de Samuel, y tras escuchar tu opinión sobre él, esa sospecha solo se confirma más- dijo Celeste, antes de que Leo pudiera responder.

-Uy, ¿pero no somos ya sospechosos? ¿No es por eso que estás tú aquí?- Leo inclinó la cabeza con una sonrisa inquietante. -Mm... Así que sospechosos de un asesinato, ¿eh? Creo que podemos vivir con eso. Adiós.

Leo cerró la puerta de golpe, dejando a Celeste sin palabras.

Con un resoplido frustrado, Celeste murmuró para sí misma-¿Se puede saber qué mierda acaba de pasar?

Al otro lado de la puerta, Leo se apoyó contra el muro, su rostro pálido y su respiración entrecortada. Aunque intentaba aparentar calma en frente de su hermano Lucian, que lo observaba en silencio, sus manos temblaban y una gota de sudor le resbalaba por la frente. La confrontación con Celeste lo había dejado inquieto y desorientado. Mientras escuchaba el eco de la frustración de Celeste, una leve y amarga sonrisa de triunfo se formó en sus labios. Aunque pronto la realidad lo abrumó: el desafío que acababa de enfrentar era solo el principio.

 Aunque pronto la realidad lo abrumó: el desafío que acababa de enfrentar era solo el principio

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🖤 Herederos de la traición 🩶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora