Capítulo 13: Mi Hermoso Y Preciado Secreto

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Ver a un viejo amigo como Aldric, con la furia chispeando en sus ojos, la desconcertaba

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Ver a un viejo amigo como Aldric, con la furia chispeando en sus ojos, la desconcertaba. ¿Qué hacía allí después de tanto tiempo? ¿Por qué había abandonado el castillo sin despedirse?

Elara trataba de calmar la tormenta de emociones en su interior, mientras la presencia de Aldric le brindaba la familiar seguridad de antaño. Sin embargo, la tensión entre ambos seguía latente.

-Aldric... -empezó Elara, con una voz suave que escondía un dolor profundo-. ¿Qué haces aquí? Nos dejaste sin decir adiós. Pensé que nunca más te volvería a ver. ¿Por qué te fuiste?

Aldric, al escuchar la tristeza en su voz, sintió cómo se le rompía el corazón. La culpa que había cargado durante años por dejarla atrás lo invadió, pero también sabía que la razón de su partida era un secreto que no podía confesar. Su amor por Elara había crecido hasta convertirse en una pasión imposible, algo que debía mantener oculto.

-Princesa... -respondió Aldric, su voz temblando ligeramente, su mirada cargada de dolor-. Nunca quise dejarte, pero... había razones que me obligaron... Pero ahora estoy aquí, y no permitiré que nadie te haga daño.

Elara, atrapada entre la alegría de reencontrarse con su amigo de la infancia y el dolor de su abandono, esbozó una pequeña sonrisa a pesar de todo.

-Estoy feliz de verte, Aldric. Aunque me siento traicionada, pues te fuiste sin despedirte. Aun así, no puedo evitar sentir alivio de que estés aquí ahora -dijo, con los ojos brillando por la mezcla de emociones.

Aldric sintió un gran alivio al ver que la princesa Elara no guardaba rencor hacia él por haberla abandonado sin una despedida. Mientras su mano temblaba, a punto de rozar el rostro de la mujer a quien amaba más que a su propia vida, los recuerdos de por qué había dejado el castillo y renunciado a ser el caballero más respetado del reino inundaron su mente. La causante de su partida, la misma que lo había alejado de lo que más amaba, era la princesa de Garlond, una mujer tan pura e inocente que parecía un ángel encarnado. Justo cuando sus labios estaban por formar palabras, una nueva figura apareció en el pasillo, interrumpiendo el momento.

-¡Elara! -la voz de Anastasia resonó con urgencia.

Elara se volvió, su corazón acelerándose al ver a Anastasia correr hacia ella. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia su amiga y la abrazó con fuerza.

-¡Anastasia! ¡Estaba tan preocupada por ti! ¿Dónde has estado? ¿Por qué desapareciste? -preguntó Elara con lágrimas en los ojos, su voz llena de preocupación y alivio.

Anastasia, que había estado buscando a Elara desesperadamente, ya que el afecto que le tenía la princesa era clave para su seguridad en el castillo, dejó que las falsas lágrimas llenaran sus ojos mientras correspondía el abrazo.

-Lo siento tanto, Elara -dijo con una voz temblorosa, llenando su actuación de una vulnerabilidad que sabía que desarmaría a su amiga-. No quería que te preocuparas, pero... tenía que desaparecer por un tiempo. Hay cosas que no puedo explicarte ahora, pero créeme, todo lo que hago es por ti.

🖤 Herederos de la traición 🩶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora