Capítulo 1: El Enfrentamiento

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Hace un año, en el palacio real, en la habitación de la reina se encontraban Isadora y Carmen, la gitana, discutiendo de forma intensa.

-Mira, soy tu reina. Si te digo que te alejes del rey, lo haces y punto. No es una petición, miserable, es una orden. ¿Entendido? -reclamó Isadora, su voz cortante como una daga.

-Majestad, no es necesario ser tan vulgar. Eres la reina, como bien dices- Carmen sonrió con desprecio. -Entonces, si no acepto tu propuesta, ¿me matarás? Como suele hacer tu familia con quienes les desafían.

-¿Qué mierda estás diciendo? Habla claro y déjate de juegos o te juro por Dios que la propuesta de matarte acabará sucediendo de verdad -dijo la reina con el ceño fruncido, sus manos temblaban de ira.

-Verás, mi señora, ay dios, como voy a disfrutar esto. Resulta que me acabo de enterar hace poco de un secretito real que podría arruinar todo lo que vuestra familia ha construido durante décadas. Y adivina quién me lo contó: tu querido esposo, el rey, es decir, mi querido amante -Carmen disfrutaba viendo la expresión de la reina.

Isadora se quedó mirándola, sin palabras y con los ojos agrandados. No se esperaba escuchar algo así. Luego la tomó por el cuello y susurró-: ¿Ah sí? ¿Y cuál es este gran secreto que te hace hablarme con esta falta de respeto y tan despreocupada?

-Su majestad, por favor, tranquilízate, ¿sí? Esta forma de actuar no te favorece en nada -Carmen seguía tomándole el pelo a la reina-. Venga, señora, adivina qué es tan grave que podría hacerme actuar así contigo. ¿Quieres una pista? La familia Bernard.

Isadora se quedó helada al escuchar ese nombre. Entonces supo exactamente a qué secreto se refería la gitana. Y Carmen tenía razón, era un secreto que podría acabar con todo.

-No puede ser. Sé que mi marido te tiene mucho afecto y te tiene como favorita, pero él... él nunca sería tan estúpido, nunca -la voz de la reina temblaba, no sabía qué pensar. Conocía la astucia de Carmen y sabía que si ella decía algo así, debía tener pruebas.

-Tristemente, mi reina, no tienes razón. Tu esposo sí que fue un poco, ¿cómo decirlo?, muy hablador la última noche -respondió Carmen con una sonrisa traviesa.

-¿Qué es lo que deseas? -le dijo la reina con firmeza, sabiendo que si la mujer conocía el secreto y aún no lo divulgaba, es porque quería algo a cambio.

-Uy, qué directa. Me gusta. Se nota que eres la reina. Es triste que tú y toda tu familia seáis una pandilla de tiranos. Está bien, solo deseo una cosa: que mi hija, Anastasia, se case con tu hijo, el príncipe Edward Lancaster. Y, claro, que dejes de intentar separarme del rey, pues yo, a diferencia de su majestad, sí que siento afecto por el rey Carlos -respondió Carmen.

-¡JAJAJAJAJAJA! -La reina se rió tan fuerte que su risa resonó en todo el castillo-. ¿El príncipe, dices? Aparte, ¿te das cuenta de que me acabas de pedir dos cosas, no solo una? ¡CLARO QUE NO! JAMÁS, jamás dejaría que mi hijo se case con la bastarda de tu hija. ¿Tan poca estima me tienes que creíste que iba a aceptar tal cosa? Antes muerta -la reina habló con una voz gélida.

-Creo que aún no te das cuenta de la situación en la que te encuentras, su majestad. Esto no es una petición, es una orden: o aceptas o dile adiós a tu corona -dijo la gitana con una sonrisa siniestra.

Isadora no podía creer que la mujer acababa de usar sus propias palabras en su contra, pero ella tenía claro que nunca iba a aceptar algo tan absurdo. La falta de tacto de Carmen solo aumentaba su sed de venganza.

-Haz lo que quieras -respondió Isadora.

-¿Cómo? -preguntó la gitana, claramente sorprendida-. ¿Crees que no voy a cumplir mi palabra? Le haré saber el secreto real a todo el pueblo y haré que...

-¿No me digas? Eso sí llegas a hacerlo, claro -respondió la reina con una sonrisa inquietante.

-¿Esa es una amenaza? Jajajajaja, entonces al final sí que tenía razón. Cuando veis un oponente, vuestra solución siempre es deshaceros de él -habló Carmen con el ceño medio torcido.

-¿Deshacerme de ti? ¿Crees que después de toda la falta de respeto que acabas de mostrarme te voy a matar? ¿Por quién me tomas? Jajajajajajaja. ¿Crees que he reinado este lugar durante años para que una pobre plebeya como tú venga ahora y deshaga el esfuerzo de mi familia trabajado durante décadas? Haré que vivas un infierno, querida. Solo espera -susurró Isadora su última frase en los oídos de la gitana-. Ahora fuera, y no quiero volver a verte en mucho tiempo.

La gitana se quedó sin palabras al escuchar la respuesta de la reina. No se esperaba para nada esa reacción, sobre todo teniendo en cuenta las consecuencias del secreto que conocía. Ahora ya no sentía tanta confianza como antes. Todo lo contrario, sentía un escalofrío con solo ver la figura de la reina frente a ella. Sabía que había cometido un error y, lo peor, es que no había marcha atrás.

 Sabía que había cometido un error y, lo peor, es que no había marcha atrás

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🖤 Herederos de la traición 🩶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora