Cassandra avanzaba por los pasillos del castillo, sintiendo la presión de su propia furia y frustración acumuladas. No podía dejar que lo que Leo había hecho quedara sin consecuencias, y estaba decidida a confrontar a Celeste. La habitación estaba oscura cuando Cassandra irrumpió sin previo aviso, encontrando a Celeste sentada en el borde de la cama, su mirada perdida en algún punto indeterminado del suelo.
—¡Despierta! —espetó Cassandra, cerrando la puerta de un golpe—. Ya no eres la preciosa dama de la corte; estás en manos de los Bernard ahora. ¿De verdad creías que podrías engañarnos?
Celeste levantó la mirada lentamente, sus ojos fijos en Cassandra, pero no respondió. Su silencio parecía provocador, y eso solo alimentaba la ira de Cassandra.
—No finjas ser la inocente. Sabemos muy bien de dónde vienes. Eres exactamente igual a Eva, tu antecesora, traicionera hasta la médula.
Celeste finalmente rompió su silencio, su voz baja pero firme.
—No soy Eva. Y no soy tu enemiga, Cassandra. Pero si me sigues empujando, te demostraré lo equivocada que estás.
Cassandra se rió sarcásticamente, acercándose con pasos lentos y calculados.
—¿Demostrarme lo equivocada que estoy? —susurró—. Oh, querida Celeste, lo único que has demostrado hasta ahora es lo peligrosa que puedes ser. Eres el enlace perfecto entre nuestros enemigos. ¿De verdad crees que puedes jugar a dos bandos?
Celeste apretó los puños, su paciencia desvaneciéndose.
—No me subestimes. No soy como Eva, y no voy a dejar que me utilices como una ficha en tu venganza personal.
Cassandra frunció el ceño, viendo la resolución en los ojos de Celeste.
—Lo que no entiendes —continuó Cassandra con voz venenosa—, es que no importa lo que creas. Tu destino ya está sellado. Si no cooperas, si no eliges el lado correcto, estarás condenada. Y no me refiero solo a tu vida... sino al futuro de todo lo que amas.
Celeste, con los ojos llenos de determinación, se levantó de la cama.
—No tienes idea de lo que soy capaz. Ni tú, ni Leo, ni siquiera los Lancaster. No seré una víctima de vuestra maldita venganza.
Cassandra la observó por un instante, sorprendida por la fuerza que irradiaba Celeste. Luego, avanzó con una sonrisa torcida y una mirada cargada de odio, inclinándose lentamente hacia ella.
—¿Tienes curiosidad por saber cómo tu maldita antecesora me mató? —comenzó, su voz teñida de un veneno que parecía haberse acumulado durante siglos—. Lo hizo frente a Leo, ¿sabes? Frente a la persona que más amaba… ¡A ella! —escupió con rabia—. Él vio cómo me asesinaban, cómo la persona que él adoraba arrancaba mi vida con sus propias manos. Y no pudo hacer nada. Así nos mataron a todos los Bernard, uno por uno, mientras Leo sufría por ella. Por Eva.
Celeste sintió un nudo en el estómago, pero no retrocedió. En lugar de caer en el juego de Cassandra, respiró hondo y habló con una calma implacable.
—Cassandra, estás confundiendo el pasado con el presente —dijo, sus palabras cargadas de gravedad—. Estas personas no son las que te traicionaron. Este no es el mismo reino que destruyó a los Bernard.
Cassandra parpadeó, desconcertada, pero rápidamente su rabia volvió a aflorar.
—¡No me hables como si entendieras! —gruñó—. Los Lancaster nos lo arrebataron todo: el trono, nuestras vidas, nuestro pasado, presente y futuro... ¡Nos convirtieron en lo que somos ahora! Así que no se atrevan a quejarse cuando les damos una probada de su propio veneno.
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🖤 Herederos de la traición 🩶
Misterio / Suspenso"Te arrancaré de mi corazón, sin importar el costo." *** Una familia noble llena de secretos. Unos forasteros se instalan en la mansión embrujada del pueblo. Rumores y susurros recorren la comunidad acerca de las misteriosas muertes que han acechado...