Capítulo 11: Entre Secretos Y Ambiciones

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El palacio estaba envuelto en un caos meticulosamente orquestado. Los guardias patrullaban con renovada vigilancia, mientras los consejeros se apresuraban a ajustar las estrategias para proteger el reino. En la sala de guerra, Edward y Celeste debatían intensamente el plan para fortificar las fronteras.

-Edward, debemos asegurar cada entrada y salida del reino. Los Bernard podrían intentar infiltrarse -dijo Celeste, desplegando un mapa sobre la mesa con manos firmes.

Edward asintió, pero no pudo evitar que sus ojos se deslizaran hacia Celeste, quien estaba completamente concentrada en el mapa. Para él, la cercanía entre ambos era intensa, aunque Celeste mantenía su enfoque en la tarea que tenían entre manos. Con una sonrisa irónica, se inclinó un poco más hacia ella.

-¿De verdad? No se me habría ocurrido. -El sarcasmo en su tono era evidente, pero no apartaba la mirada de Celeste, disfrutando de cómo ella intentaba mantener la compostura.-Claro, aseguraremos cada entrada, cada salida... hasta la última grieta en las paredes, por si acaso. -Su tono era seco, pero sus ojos brillaban con un humor oscuro.

Celeste levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Edward tan cerca de los suyos que podía ver el azul profundo en su totalidad. Había algo en esa proximidad que hacía que su corazón latiera más rápido, pero reprimió el pensamiento. Para Celeste, Edward siempre había sido un amigo, un aliado... aunque el calor que irradiaba su cuerpo contaba otra historia.

Edward, sin embargo, se percató del leve rubor en las mejillas de Celeste, y eso lo motivó a acercarse un poco más. Sin previo aviso, rodeó la mesa, posicionándose justo detrás de ella, sus manos rozando apenas la superficie del mapa. Se inclinó sobre su hombro, su aliento cálido acariciando la nuca de Celeste, enviando un escalofrío por su columna.

-¿Y qué sugieres? ¿Que les enviemos una invitación formal para que nos ataquen por donde más nos convenga? -murmuró, su aliento rozando la oreja de Celeste.

Ella sintió un escalofrío, pero se mantuvo firme.

-Nuestros espías son leales, pero en tiempos como estos, la información siempre puede ser manipulada. -respondió Celeste, tratando de mantener su tono práctico y profesional, aunque sus palabras salieron más suaves de lo que esperaba-. Intensificaré sus esfuerzos. Necesitamos una ventaja en esta guerra, y haré lo necesario para conseguirla.

Edward sonrió, esa sonrisa que siempre ocultaba más de lo que revelaba. Se inclinó un poco más, su pecho casi rozando la espalda de Celeste, y con una voz baja y cargada de insinuaciones, susurró:

-¿Una ventaja? -Edward bajó el tono, volviéndose más suave, más íntimo-. Siempre tan pragmática, Celeste. A veces me pregunto si ese enfoque tuyo te impide ver lo que está justo frente a ti.

Celeste intentó calmarse y se mantuvo enfocada en el mapa, sin responder al príncipe. En cambio, le dio un pequeño empujón con el codo en la barriga.

-Ah! Celeste, siempre tan correcta. ¿Alguna vez te relajas, o eso también es parte de tu estrategia? -bromeó Edward con sarcasmo.

Celeste sintió cómo su respiración se volvía más rápida, pero se obligó a mantenerse firme. Sabía que Edward estaba jugando con ella, provocándola, pero no podía negar el efecto que tenía en su cuerpo. Con esfuerzo, giró la cabeza apenas lo suficiente para encontrarse con sus labios a escasos centímetros de los de Edward. Entonces, Edward dejó escapar una risa suave.

-Príncipe, por favor, ahora debemos enfocarnos en lo que realmente importa -respondió, su voz baja y firme.

Edward arqueó una ceja, su sonrisa ensanchándose.

-Oh, créeme, me estoy enfocando exactamente en lo que importa -susurró, su tono lleno de insinuaciones.

Sus labios estaban a un suspiro de los de Celeste, y por un momento, la tensión entre ambos fue palpable, casi tangible. Pero justo antes de que pudieran cruzar esa línea, un soldado irrumpió en la sala, trayendo noticias urgentes.

🖤 Herederos de la traición 🩶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora