Capítulo 8 "Un Océano de Cristal en Tus Ojos"

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Me había bajado del vehículo, ya el avión iba a despegar, mi hermana estaba junto a su esposo y mis dos sobrinos, cada uno cargaba en sus brazos a los niños, ellos agitaban sus pequeñas manos para despedirse de mí, me acerqué a abrazarlos, y el más pequeño, Kieran que tiene una semana de diferencia con Leon, estalló en llanto.

— No llores, ¿por qué lloras? — cuestionaba en español con el corazón hecho trizas acariciando las mejillas aceitunadas adornadas de ojos verdes de mi pequeño sobrino.

— No te vayas tía... — suplicaba tallándose los ojos llenos de lágrimas, su rostro se había enrojecido, me partía el corazón.

— Yo volveré rápido Kieran, no llores.

— Sí, tú tía vendrá dentro de poquito, abrazála, andá. — mi hermana acercaba a Kieran a mis brazos, el los extendía y me rodeó el cuello con su bracitos llenandome de lágrimas en el proceso.

Leon veía todo un poco asustado desde los anchos brazos de su padre, sus ojitos azules me observaban con nerviosismo.

— ¿Me podés traer algo? — interrogó Leon haciéndonos reír a todos menos a Kieran que seguía llorando sin consuelo.

— Claro, te traeré algo, cuida a tu mami, a tu papi y a tu hermano, ¿entendés? — le decía en voz baja mientras acariciaba su cabello plateado con mis dedos.

— Bueno cuñada, nos vemos, rompete una pierna. — König se despedía tomando a mi hermana de la cintura y alejándose.

Mi hermana se acercó a mi y elevó su manos a mi rostro, yo fruncí el ceño y la esquivé en reacción.

— Quedáte quieta, ven aquí. — me ordenaba ella.

— ¿Qué hacés? — cuestioné riéndome.

— En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo... — mi hermana me persignaba.

— Luciana... — ladeé mi rostro y la veía, ella sabe que no creo en estás cosas.

— Me llamas cuando llegues. — me gritaba mi hermana a lo lejos.

Subí al avión con el corazón en la garganta, mis sobrinos son los únicos niños en este mundo que me caen bien, me destrozó verlos así por mí, tenía que regresar, no puedo quedarme en Estados Unidos por más que me guste, ¿cómo podría?

Tomé asiento junto a la ventana, poco a poco mientras más se alejaba el avión de tierra más pequeño se veía todo, como hormigas, las nubes atravesaban mi visión.

Debo leer el expediente, ahí está todo, quien será mi superior provisional, qué debo hacer, a que base iré, pero tengo tantos nervios que mis manos temblorosas no me dejan hojear la carpeta.

Debo calmarme, aunque siento algo en el pecho, un presentimiento, no sé determinar si es bueno o malo, no sé que hacer.

Juego con mis manos constantemente, el viaje será largo, 12 horas de vuelo, mi espalda va a matarme, ya siento la incomodidad en el asiento.

¿Qué es lo que ocurre con Simon?, esa es otra preocupación que tengo, no lo comprendo, algo debe estarle sucediendo, bueno, eso ahora no importa, se supone que terminó conmigo eso es lo que necesito saber.

Debería dormir, así cuando despierte ya habré llegado pero el escozor que siento en el estómago no me lo permite, siento mariposas en el estómago.

El viaje fue una tortura para mí, intentaba acomodarme en todas las posiciones, pero ninguna me hacía pensar menos, mordía mis uñas, me hacía trenzas en el cabello, me estaba volviendo loca.

Se me ocurrió que hacer un maratón de Sexo en la Ciudad hasta llegar a mi destino era al final la mejor opción ya que tenía la serie descargada para un momento así, usé mis auriculares y empecé el maratón.

Bravo Ghost: Lavender (SAGA COD #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora