Evelina se levantó al amanecer, su mente ocupada con los numerosos deberes que le esperaban. El castillo de Valeria volvía a estar bajo su control, pero el trabajo apenas comenzaba. Cada rincón del castillo requería atención, y Evelina se dedicó a organizar a los sirvientes y soldados para restaurar el orden. Sin embargo, una sensación de vacío persistía en su pecho. Se había acostumbrado a la presencia tranquila y protectora de Zaik. Sin él, el castillo parecía más grande y solitario, y la carga de la responsabilidad pesaba más.
Mientras caminaba por los pasillos del castillo, daba instrucciones precisas sobre las reparaciones necesarias y las medidas de seguridad. Su voz firme y su actitud decidida inspiraban a todos a su alrededor. Sentía el peso del deber sobre sus hombros, pero también una renovada determinación de proteger su reino.
A media mañana, llegó la noticia que Evelina había estado esperando con ansias. Sus padres, el rey Edmundo y la reina Aria, habían regresado del exilio. Cuando Evelina los vio entrar al salón principal, corrió hacia ellos, sus ojos llenos de lágrimas de alegría.
-Padre, madre,- exclamó Evelina, abrazándolos con fuerza. -Pensé que nunca volvería a verlos.
El rey Edmundo, aunque debilitado, sonrió con ternura y lágrimas en los ojos.
-Hija mía, has sido tan valiente. Estoy tan orgulloso de ti.
Evelina sintió una mezcla de alivio y tristeza al ver a su padre tan frágil.
-Padre, ¿cómo te sientes?
Edmundo suspiró, su voz llena de cansancio.
-Estoy cansado, Evelina. Me enfermé pero no sabemos de que. La enfermedad ha debilitado mi cuerpo. No puedo seguir gobernando en este estado. Necesito que continúes llevando las riendas del reino.
Evelina asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.
-Lo haré, padre. Haré todo lo posible por proteger y gobernar Valeria. Mandaré llamar a los médicos reales para que te echen un vistazo. Seguro que estando aquí te encontraras mejor.
Mientras se sentaban en el salón, el rey Edmundo comenzó a contarles sobre su tiempo en el exilio.
-Fue difícil, Evelina. Vivir en la sombra, siempre huyendo, fue una experiencia que nunca olvidaré. Pero a través de todo, el pensamiento de volver a verte y a nuestro hogar nos dio fuerzas.
La reina Aria, siempre serena y sabia, se acercó a Evelina.
-Hija, has hecho un trabajo maravilloso. Alistair ya nos ha contado. Pero hay algo que debo decirte. Debes tener cuidado con Cassian. Hay algo en él que no es lo que parece. Guarda secretos y eso no me gusta. Lo poco que he coincidido con el, cuando vino a visitarnos una vez con tu primo me dejo claro que esconde algo.
Evelina frunció el ceño.
-Cassian ha sido un amigo leal. ¿Por qué dices eso, madre?
Aria suspiró.
-Solo es una intuición, pero las madres suelen tener razón. Solo quiero que estés atenta.
Evelina asintió, guardando las palabras de su madre en su mente. Luego, con cierta vacilación, decidió hablar sobre su compromiso.
-Padre, madre, hay algo más que debo contarles. Estoy prometida con Zaik, el príncipe de Aridia.
Los ojos del rey Edmundo se iluminaron con una mezcla de sorpresa y reflexión.
-¿Zaik? ¿El hijo del duque Draven?
-Sí, -respondió Evelina, sintiendo una ligera incomodidad.
El rey asintió lentamente.
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Guerra y Corona
FantasyEn el corazón del reino de Valeria, la princesa Evelina se enfrenta a pruebas no solo de fuerza y astucia, sino también de lealtad y honor. Con el reino sumido en susurros de traición y un pasado oscuro que amenaza con salir a la luz, Evelina descub...