El frío de la madrugada envolvía el paisaje árido de Ardida mientras Evelina, Zaik y Selene se acercaban al asentamiento donde el espía Tahar supuestamente se escondía. Las sombras alargadas de las montañas cercanas parecían vigilar cada uno de sus movimientos, y el silencio en el aire hacía que Evelina sintiera como si los propios fantasmas de este territorio peligroso los estuvieran observando.
Selene, montada a la cabeza del grupo, se detuvo bruscamente en un punto alto desde el que se podía ver el asentamiento. -Allí abajo-, señaló hacia una pequeña agrupación de chozas y tiendas desordenadas. -Es donde debemos buscar.
Evelina frunció el ceño mientras estudiaba el lugar. -¿Estás segura de que lo encontraremos ahí? No parece un lugar seguro, incluso para alguien que se oculta.
- Aquí no hay lugar seguro, -respondió Selene con voz áspera. -Pero es aquí donde mis contactos dijeron que se esconde Tahar. Si Draven no lo ha encontrado todavía, debemos movernos rápido.
Zaik, que se mantenía en silencio desde la última batalla con los bandidos, tensó la mandíbula mientras observaba el asentamiento. Aunque sus heridas no estaban completamente sanadas, su determinación seguía siendo inquebrantable. Sabía que encontrar a Tahar era la clave para salvar a su madre y, quizás, acabar con Draven de una vez por todas.
-Vamos,- dijo Zaik con un tono firme. -Cuanto antes lo encontremos, antes podremos saber dónde está mi madre.
El grupo descendió hacia el asentamiento, donde las chozas parecían construidas sobre los huesos de una civilización olvidada. El lugar estaba lleno de ojos curiosos, con rostros ocultos bajo capuchas y ropas harapientas. Era obvio que estaban siendo observados con desconfianza.
Selene les indicó que se mantuvieran cerca, y Evelina no pudo evitar sentir que estaban caminando directo hacia una trampa. Al pasar por un grupo de mercenarios armados, uno de ellos murmuró algo en voz baja, y un segundo después, Evelina sintió una mirada amenazante en su espalda.
-Esto no es un lugar en el que podamos quedarnos mucho tiempo,- dijo Evelina en un susurro.
Selene asintió. -Lo sé. Solo espero que Tahar esté dispuesto a hablar antes de que lo hagan ellos.
Finalmente, llegaron a una choza ubicada en una esquina del asentamiento, apartada de las demás. Selene detuvo al grupo y bajó de su caballo. Evelina hizo lo mismo, notando cómo la atmósfera del lugar se volvía cada vez más opresiva.
Con un gesto firme, Selene golpeó la puerta de la choza. El sonido retumbó como un eco en el aire. Pasaron varios segundos antes de que se escucharan pasos detrás de la puerta, seguidos por una voz ronca y cansada.
-¿Quién está ahí?- preguntó el hombre desde el otro lado de la puerta.
-Somos amigos,- dijo Selene, manteniendo la compostura. -Estamos buscando a Tahar. Sabemos que puede ayudarnos.
Hubo un silencio tenso, y Evelina sintió cómo su corazón latía más rápido. Finalmente, la puerta se abrió, y un hombre de rostro curtido y ojos oscuros apareció en la entrada. Estaba visiblemente envejecido por el miedo y la desconfianza, pero sus movimientos eran rápidos y precisos, los de alguien que había vivido mucho tiempo al borde de la supervivencia.
-Soy Tahar,- dijo con cautela. ¿Qué buscan aquí? Es mejor que se vayan antes de que otros los noten,- dijo, con una voz baja y áspera.
Zaik dio un paso al frente. - Soy Zaik el príncipe de Aridia. Buscamos a mi madre, Lyanna. Sabemos que trabajaste para Draven, y sabemos que tú sabes dónde la tiene prisionera.
Los ojos de Tahar se estrecharon al oír el nombre de Lysandra. Por un momento, su semblante traicionó sorpresa, pero rápidamente lo escondió bajo una máscara de indiferencia. -Lyanna... ese es un nombre que pensé que no volvería a escuchar.
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Guerra y Corona
FantasíaEn el corazón del reino de Valeria, la princesa Evelina se enfrenta a pruebas no solo de fuerza y astucia, sino también de lealtad y honor. Con el reino sumido en susurros de traición y un pasado oscuro que amenaza con salir a la luz, Evelina descub...