Evelina abrió los ojos lentamente, la luz tenue de la habitación la hizo parpadear varias veces antes de que sus ojos se acostumbraran. Sintió una mano cálida que sostenía la suya y, al girar la cabeza, vio a Zaik sentado junto a su cama. Su expresión era fría y controlada, aunque sus ojos reflejaban un leve destello de preocupación.
-Estás despierta,- dijo Zaik, su voz calmada.
-¿Dónde estoy?- preguntó Evelina, su voz débil. Sentía la boca seca y estaba mareada- ¿Que ha pasado?.
-En una de las habitaciones seguras del castillo,- respondió Zaik. -Te encontré a tiempo y llamé a un curandero. Estuviste envenenada, pero ahora estás a salvo.
Evelina sintió una mezcla de gratitud y vulnerabilidad.
-Gracias, Zaik. No sé cómo podré agradecerte esto.
Zaik soltó su mano lentamente.
-Hice lo que era necesario. No permito que nada ni nadie interfiera con mis planes. Y en mis planes entras tú. No pienso permitir que nadie toque lo que es mio.
Antes de que Evelina pudiera responder, la puerta se abrió y entró el curandero, una figura alta y delgada con túnicas de colores oscuros. Su presencia imponía respeto y sabiduría.
-Princesa Evelina,- dijo el curandero, inclinando la cabeza. - Me llamo Rissand. Me alegra ver que te estás recuperando.
-Gracias por salvarme, - respondió Evelina, intentando sentarse con la ayuda de Zaik.
-El veneno que te administraron es raro,- explicó el Rissand.- Es conocido solo por ciertas familias de la nobleza.
Evelina frunció el ceño. -¿Quién podría querer envenenarme?
El curandero intercambió una mirada con Zaik antes de continuar.
-Este veneno fue usado en el pasado para eliminar amenazas políticas. Su origen está relacionado con secretos oscuros y traiciones.
Zaik se mantuvo en silencio, su expresión inescrutable. Evelina sintió un escalofrío recorrer su espalda.
-¿Y cómo sabes tanto sobre este veneno?
-He servido en muchas cortes y he visto muchas cosas,- dijo el curandero. -Y conocí a tu madre, Zaik.
Zaik giró la cabeza hacia el curandero, su expresión cambiando por un instante.
-No es momento para hablar del pasado,- dijo, su tono cortante. Dicho lo cual y tras una mirada salió por la puerta.
Evelina, sin embargo, no podía dejarlo pasar. -
¿Qué sabes sobre la madre de Zaik?
El curandero suspiró.
-La reina Lyanna era una mujer extraordinaria. Su desaparición fue un golpe duro para este reino. Algunos dicen que fue traicionada por alguien cercano.
Evelina miró a Rissand, buscando alguna reacción. -¿Quien piensas que estuvo involucrado?
El curandero apretó los labios y negó con la cabeza.
- Es algo imposible de saber, ocurrió hace muchos años y en esta casa es algo de lo que no se debe hablar. De todas formas eso no importa ahora. Lo que importa es que te recuperes. El príncipe te protege, no temas. No se ha movido de esta cama desde que te trajo.
Esa pequeña confesión por parte de Rissand la dejo perpleja. Zaik no se había movido de la cama cuidando. No sabía porque eso le trajo una pequeña voltereta en el estomago.
Durante los siguientes días, Evelina permaneció en cama, recuperándose lentamente del envenenamiento. La habitación donde estaba alojada era lujosa, pero se sentía como una prisión. Cada visita de Zaik era breve y formal, sin dejar entrever sus verdaderos sentimientos. Sin embargo, la preocupación en sus ojos era evidente, aunque su rostro permaneciera imperturbable.
Una tarde, el duque Draven hizo una visita inesperada. Su presencia llenó la habitación con una sensación de incomodidad y peligro.
-Princesa Evelina,- dijo Draven, su voz suave pero cargada de amenaza. -Me alegra ver que te estás recuperando.
Evelina sintió un nudo en el estómago. -Gracias, duque Draven.
El duque se acercó a la cama, observándola con sus penetrantes ojos grises.
-Espero que no malinterpretes la hospitalidad de Aridia. Aquí valoramos la lealtad y la honestidad.
Evelina sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
-Por supuesto, duque. Agradezco toda la ayuda que he recibido.
Draven sonrió, pero sus ojos permanecieron fríos.
-Te aconsejo que no distraigas a mi hijo de sus deberes. Aquí, las consecuencias de la distracción pueden ser... severas.
Evelina entendió la sutil amenaza. -Lo entiendo.
Antes de irse, el duque se inclinó un poco más cerca de ella.
-Recuerda, princesa, en este castillo nada pasa desapercibido.
Evelina se quedó inmóvil hasta que Draven salió de la habitación. Sentía que su vida pendía de un hilo más delgado que nunca.
Más tarde, Zaik la visitó de nuevo. Evelina, aún sintiendo el peso de las palabras del duque, decidió hablar con franqueza.
-Zaik, necesito saber más sobre tu padre. ¿Qué tipo de hombre es realmente?
Zaik se detuvo, su expresión dura como una roca.
-Mi padre es un hombre de poder y ambición. No permite que nada ni nadie se interponga en su camino.
-¿Y tú? ¿Compartes su visión?- preguntó Evelina, esperando una respuesta sincera.
Zaik la miró fijamente.
-He aprendido a ser fuerte por su influencia, pero eso no significa que apruebe todos sus métodos.
Evelina asintió, sintiendo un pequeño rayo de esperanza.
-Necesitamos saber a quién nos enfrentamos realmente.
-Lo sé,- respondió Zaik. -Y te ayudaré, pero debemos ser cuidadosos.
Al día siguiente, Aric vino a ver a Evelina. Su rostro mostraba preocupación y determinación. -Evelina, no puedo permitir que te quedes aquí más tiempo. Es demasiado peligroso.
-Estoy de acuerdo,- dijo Evelina, su voz débil pero firme. -Debemos regresar a Valeria y planear desde allí.
Aric asintió, ayudándola a levantarse. -Nos vamos al amanecer.
Evelina, con el apoyo de Aric y la presencia protectora de Zaik, sabía que el camino hacia la salvación de su reino sería arduo y lleno de peligros. Pero no tenía otra opción. La lucha por Valeria apenas comenzaba.
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Guerra y Corona
FantasyEn el corazón del reino de Valeria, la princesa Evelina se enfrenta a pruebas no solo de fuerza y astucia, sino también de lealtad y honor. Con el reino sumido en susurros de traición y un pasado oscuro que amenaza con salir a la luz, Evelina descub...