Capítulo 20: La boda

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El amanecer llegó con una sensación de pesadez en el corazón de Evelina. Se levantó temprano, las dudas asaltándola mientras se preparaba para el día más importante de su vida. Pensaba en las palabras que había escuchado la noche anterior, en la conversación entre Zaik y su padre. ¿Cómo podía casarse con un hombre que la había traicionado?

Caminó por los jardines, intentando encontrar algo de paz en la tranquilidad matutina. Justo cuando estaba a punto de regresar, se encontró con Zaik, quien parecía estar en la misma situación de incertidumbre.

-Buenos días,- dijo Zaik, notando su expresión fría e indiferente.

Evelina intentó ignorarlo, caminando sin detenerse. Pero Zaik la interceptó, su mirada llena de preocupación. -Evelina, ¿qué está pasando? ¿Por qué estás así conmigo?

Evelina lo miró, su voz llena de dolor y furia contenida.

-No finjas, Zaik. Te escuché anoche hablando con tu padre. Sé que tus lealtades no están conmigo.

Zaik la miró con intensidad, tomando sus manos.

-Evelina, por favor, escúchame. Tengo que jugar a este juego con mi padre para que él crea que mi lealtad sigue intacta. Pero te he demostrado de sobra que mi lealtad es contigo.

Evelina apartó sus manos bruscamente.

-¿Cómo puedo creerte? No me lo dijiste, me dejaste pensando que estaba sola en esto.

Zaik respiró hondo, claramente angustiado.

-Entiendo que te sientas así. Debí ser más claro contigo, pero temía que si sabías demasiado, estarías en peligro.

Evelina lo miró con desconfianza.

-¿En peligro? Ya estoy en peligro. Ademas, ¿Cómo crees que me ha hecho sentir esta situación? No puedo soportar más traiciones, Zaik.

Zaik dio un paso adelante, su voz desesperada.

-Evelina, por favor, no quiero perderte. Mi padre es peligroso y manipulador, y tengo que mantener esta fachada para protegernos. Pero mi corazón, mi alma, están contigo.

Evelina se quedó en silencio, observando la sinceridad en los ojos de Zaik. Era la primera vez que hablaba de amor. Sentía la lucha interna en él, pero las heridas de la traición eran profundas.

-No es fácil perdonar, Zaik. Me has herido.

Zaik asintió, bajando la cabeza.

-Lo sé. Pero estoy dispuesto a hacer lo que sea para recuperar tu confianza. Solo dame una oportunidad de demostrarlo.

Evelina sintió que su corazón comenzaba a ablandarse, aunque el dolor aún estaba presente. -Una oportunidad, Zaik. Pero no me falles de nuevo.

Zaik la abrazó suavemente, -No lo haré, Princesa. Te lo prometo.

Compartieron un beso tierno, lleno de promesas y esperanza.

-Ahora debemos prepararnos,- dijo Evelina, sonriendo débilmente, todavía abrumada por el beso. -Será un día largo.

Se despidieron, cada uno yendo a sus respectivas habitaciones para prepararse para la boda. Evelina se sentó frente a su espejo, mientras sus doncellas la rodeaban, ayudándola a vestirse. Su vestido era una obra de arte, hecho de seda blanca con intrincados bordados de hilos dorados. El escote en forma de corazón y las mangas largas que se estrechaban en sus muñecas realzaban su figura con gracia y elegancia.

Sus doncellas recogieron su cabello en un elaborado peinado, adornado con pequeñas flores blancas y perlas. Evelina se miró en el espejo, sintiéndose nerviosa pero también hermosa.

La reina Aria entró en la habitación y, al ver a su hija, sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Evelina, estás preciosa, -dijo, su voz quebrándose. -Estoy tan orgullosa de ti. Me imagino lo difícil que puede ser esto. Pero ese príncipe tuyo te ha conquistado. Y me alegro.

Evelina abrazó a su madre, sintiendo una mezcla de emociones.

-Gracias, madre. No podría haber llegado hasta aquí sin ti y sin padre. ¿Como esta?

- Esta algo mejor, el medico nuevo le ha dado un bálsamo para poder asistir a la boda con productos naturales de Viridia y cuando he salido del cuarto estaban ayudándolo a vestirse. - dijo su madre con una expresión soñadora en sus ojos- Estará ahí para ti cariño.

Juntas de la mano se fueron acercando al ala inferior donde se celebraría la boda.

El castillo estaba adornado con guirnaldas de flores y cintas de colores, creando un ambiente festivo y solemne. Los invitados comenzaban a llenar la sala de bodas, todos esperando con anticipación el comienzo de la ceremonia.

Evelina, acompañada por su madre, caminó hacia la entrada de la sala. Cuando las puertas se abrieron, sus ojos se encontraron con los de Zaik. Él estaba de pie al final del pasillo, vestido con una túnica de terciopelo negro y detalles dorados. La elegancia y confianza que emanaba la dejaron sin aliento. Su padre el rey, estaba al lado aunque apoyado ligeramente en Aric, quien la miraba con lo que parecía eran lagrimas en sus ojos. Su amiga Lyra estaba sentada en los primeros asientos al lado de Darius y su primo Alistair.

A medida que Evelina caminaba hacia Zaik, sentía su corazón latir con fuerza. Cada paso la acercaba más al hombre con el que compartiría su vida.
Justo antes de llegar no puedo evitar girar hacia su padre y abrazarlo con fuerza, era el hombre de su vida y eso era algo que nadie podría quitarle. Su padre con una mirada orgullosa le dio un beso tierno en la frente y le asintió dándole así su bendición. Con una sonrisa en la cara se dirigió hacia su futuro marido. Al llegar a su lado, Zaik le sonrió con ternura, tomando sus manos entre las suyas.

El oficiante comenzó la ceremonia, hablando sobre el amor, la lealtad y la unión de dos almas. Cuando llegó el momento de los votos, Evelina y Zaik se miraron a los ojos, sabiendo que sus palabras sellarían su destino juntos.

Zaik habló primero, su cara estaba contenida pero su voz llena de emoción.

-Evelina, en mi tierra, el desierto nos enseña a valorar la fortaleza y la perseverancia. Prometo cuidarte y respetarte, protegerte y estar a tu lado en cada desafío. Mi lealtad es contigo y con mi reino. Como símbolo de mi promesa, rociaré sobre ti la arena del desierto, que representa la constancia y la eternidad del amor. - Con suavidad, Zaik roció un poco de arena dorada sobre la cabeza de Evelina.

Evelina sintió lágrimas de alegría en sus ojos.

-Zaik, en Valeria, aprendemos que la unión hace la fuerza y que la lealtad es el vínculo más poderoso. Prometo cuidarte y apoyarte, ser tu compañera en cada momento de nuestra vida. Mi corazón es tuyo, y juntos seremos más fuertes. Como símbolo de mi promesa, te entrego esta flor de nuestro jardín, que representa el crecimiento y la belleza de nuestra union.- Evelina colocó una pequeña flor blanca en la solapa de Zaik.

El oficiante sonrió, levantando las manos.

-Por el poder que me ha sido concedido, los declaro marido y mujer. Pueden besarse.

Zaik tomó a Evelina en sus brazos y la besó, sellando su promesa con un amor profundo y sincero. Los aplausos y vítores llenaron la sala, celebrando la unión de dos almas destinadas a estar juntas.

Mientras caminaban juntos por el pasillo, ahora como marido y mujer, Evelina sentía que, a pesar de las dificultades, había encontrado la fuerza para enfrentar el futuro. Con Zaik a su lado, sabía que podían superar cualquier obstáculo.

Guerra y CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora