Capítulo 22: Sueños Rotos

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*Cassian*

El día después de la boda de Evelina amaneció gris y silencioso, pero en la mente de Cassian, el ruido era ensordecedor. Caminaba por los pasillos del castillo, su cuerpo moviéndose automáticamente, mientras sus pensamientos se agitaban como una tormenta violenta. La ceremonia había sido impecable, llena de pompa y celebración. La unión de Evelina y Zaik había traído paz y estabilidad a sus reinos, algo que muchos consideraban un logro, pero para Cassian, todo había sido un desastre.

"Debí haber sido yo," pensaba con amargura. "Evelina y yo, compartiendo la unión que me permitiría salvar a mi pueblo. Pero no, ahora todo está perdido."

Miró hacia una de las grandes ventanas del castillo, observando el horizonte, pero su mirada estaba en otro lugar, en un futuro que ya no parecía posible. Cassian nunca había sentido amor por Evelina, al menos no en el sentido romántico. La consideraba una amiga, alguien que respetaba profundamente, pero su relación siempre había sido más política que emocional. Evelina era la llave. Con su matrimonio, habrían sido capaces de tomar el elixir sagrado, de viajar al plano donde los gigantes dormían.

Los gigantes... seres ancestrales de una fuerza inconmensurable, guardianes de un poder que su pueblo necesitaba desesperadamente. Un poder que haría que su pueblo resurgiera de las cenizas. Un pueblo ahora roto, recuperaría sus esplendor. Volvería a ser el reino maravilloso que antaño fue. Salvaría  a su gente y seria el rey que estaba destinado a ser. Cassian había pasado años planeando cada detalle, asegurándose de que todo estuviera en su lugar. "Con una reina legítima a mi lado, todo habría sido perfecto." Pero ahora, con Evelina casada con Zaik, todo ese esfuerzo había sido en vano. La única manera de acceder al plano de los gigantes era unirse en matrimonio con una heredera legítima del trono, y ahora esa opción ya no existía.

Cassian apretó los puños. "Tengo que encontrar otra manera," se dijo. "No puedo dejar que todo lo que he trabajado se desvanezca." Zaik era el problema, y por lo tanto, Zaik debía desaparecer de la ecuación.

Se detuvo en seco. La idea lo golpeó con fuerza. "Evelina debe dejarlo. No hay otra opción. Debo encontrar la manera de deshacer su matrimonio y asegurarme de que ella esté a mi lado, no por amor, sino por el futuro de mi pueblo."

Con esa resolución en mente, Cassian cambió de dirección, dirigiéndose a una pequeña sala privada donde su primo Darius lo esperaba. Darius siempre había sido su confidente, el único en quien confiaba plenamente. Pero Cassian sabía que esta conversación sería difícil. Su primo era un hombre de principios que no le parecería bien la forma de pensar de Cassian.

Más tarde, en una sala apartada...

Darius estaba sentado frente a la chimenea, su rostro iluminado por el tenue resplandor del fuego. Levantó la vista cuando Cassian entró, su expresión cansada pero curiosa. 

-Me has pedido que nos viéramos con urgencia. ¿Qué sucede, primo?

Cassian cerró la puerta detrás de él, asegurándose de que estuvieran solos. Se acercó rápidamente, sus ojos llenos de determinación. 

-Necesito tu ayuda, Darius. Mi plan se ha venido abajo, pero tengo una idea para salvarlo.

Darius frunció el ceño. 

-¿De qué estás hablando? ¿qué plan?

Cassian comenzó a pasearse de un lado a otro, como un animal enjaulado. Con el pelo revuelto, como si llevara horas pasando la mano por el y con los ojos rojos después de una larga noche sin dormir. Parecía frenético. Loco. 

-Los gigantes, Darius. Sabes que mi único objetivo era despertar a los gigantes para salvar a nuestro pueblo. Pero para eso, necesitaba casarme con Evelina, y ahora está casada con Zaik.

Darius lo miró con una mezcla de sorpresa y desconcierto. 

-¿Casarte con Evelina? ¿Es eso lo que todo esto ha sido? ¿Solo un medio para despertar a los gigantes?

-Sí,- admitió Cassian, su voz cargada de frustración. -No se trataba de amor. Se trataba de lo que es correcto para el futuro. Evelina y yo debíamos beber el elixir juntos, ir al plano de los gigantes, y traerlos de vuelta para restaurar el equilibrio en nuestras tierras.

Darius se levantó, sus ojos llenos de incredulidad. 

-¿Estás escuchando lo que dices? Evelina está casada con Zaik ahora. Ese camino se ha cerrado. No puedes simplemente romper su matrimonio para cumplir tu plan. Eso es cruel y tu no eres así primo.

Cassian lo miró con frialdad. 

-Debemos sacar a Zaik de la historia. Es la única manera. Si Evelina deja de confiar en él, si se da cuenta de que no pueden estar juntos, entonces podré convencerla de hacer lo que es necesario. No será fácil, pero es la única opción que tengo.

Darius se quedó inmóvil por un momento, antes de estallar. 

-¡No puedes hacer eso, Cassian! No puedes manipular a Evelina así. No es solo una reina, es una persona. Es amiga de Lyra y es buena.  Además, si juegas con esto, podrías desatar una guerra entre nuestros reinos.

Cassian se acercó a Darius, con los ojos llenos de furia. 

-¿Y qué propones, entonces? ¿Que simplemente me rinda? ¿Que deje que nuestro pueblo muera porque no tenemos el poder de los gigantes para protegernos? No puedo hacer eso, Darius. No puedo.

Darius se apartó, sacudiendo la cabeza. -Lo que estás sugiriendo va en contra de todo lo que somos. No voy a apoyarte en esto. Evelina es una buena persona, y Zaik... puede que no sea perfecto, pero están juntos ahora. Debes encontrar otra forma. Y si no búscate a otro compañero porque yo no pienso participar en algo así. 

La tensión en la sala era palpable, ambos hombres enfrentados por sus principios. Pero antes de que Cassian pudiera responder, algo los detuvo.

Un sonido suave, como el crujir de una tabla de madera, llamó su atención. Ambos se giraron rápidamente hacia la puerta, solo para ver una sombra desaparecer entre las cortinas. Cassian corrió hacia la entrada, su corazón latiendo con fuerza, pero no encontró a nadie.

-¿Alguien nos ha escuchado?- murmuró Darius, su rostro pálido.

Cassian miró a su primo, sus pensamientos volviéndose un torbellino de paranoia. 

-Sí. Y si escucharon todo lo que dije, estamos en serios problemas.

Detrás de una columna cercana, escondida en las sombras, Lyra respiraba con dificultad, su mente llena de preguntas. Había oído más de lo que debería, y sabía que lo que acababa de descubrir podría cambiar el destino de las cosas.

Guerra y CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora