ZAIK
Zaik se encontraba en los jardines del castillo de Eldoria, los primeros rayos del sol iluminaban las flores y arbustos que bordeaban el sendero. Evelina estaba a su lado, sus ojos reflejaban la mezcla de emociones que también él sentía. Se habían pasado las últimas horas planificando y discutiendo, pero ahora llegaba el momento de la despedida. En solo unos semanas los sentimientos se habían vuelto demasiado profundos como para ponerles palabras. Desde pequeño sabia que iban a casarlo con alguien que él no elegiría. Por eso se propuso secretamente conocer a su futura mujer y buscar las cualidades positivas necesarias como para poder desarrollar cariño y que su matrimonio no fuera una completa falsa. nunca imagino que con Evelina eso no haría falta. Evelina lo desconcertaba de una manera que nadie había hecho.
- Te prometo volver en dos semanas,- dijo Zaik, su voz firme aunque su corazón latía con fuerza- Debo regresar a Aridia y cumplir con ciertas obligaciones.
Evelina asintió, sus ojos brillando con determinación.
-Confío en ti, Zaik. Sé que volverás. Se que no debería pues nos conocemos desde hace poco pero no olvidaré la ayuda que me has brindado, que como imagino, a espaldas de tu padre. No te olvides de mi prometido- añadió con una sonrisa picara.
Zaik se inclinó hacia ella, su rostro a solo unos centímetros del suyo. Por un instante, se permitió bajar la guardia, dejando que sus emociones se manifestaran. Evelina se acercó aún más, y Zaik sintió su calidez tan cerca que era casi abrumador.
Antes de que pudiera detenerse, sus labios se encontraron en un beso suave pero intenso. Zaik sintió una oleada de emociones recorrer su cuerpo, una mezcla de deseo, protección y una profunda conexión. Al separarse, Evelina lo miró con una mezcla de sorpresa y ternura.
-Ten cuidado,- murmuró Evelina, su voz apenas un susurro.
Zaik asintió, tragando con dificultad. -Lo haré. Cuídate, Evelina.
Mientras se alejaba, Zaik sintió un vacío en su pecho, una parte de él deseando quedarse junto a ella. Pero sabía que su misión en Aridia era crucial. En el camino de regreso, sus pensamientos oscilaban entre el recuerdo del beso y los planes que debía trazar para liberarse de la influencia de su padre.
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El viaje a Aridia fue largo y solitario, dándole mucho tiempo para reflexionar. Zaik pensaba en la promesa que había hecho a Evelina y en el plan que debía llevar a cabo para quitarle el poder a su padre. Sabía que debilitar la posición del duque Draven no sería fácil, tenia muchos aliados y gente que apoyaban su causa. Pero proteger a Evelina y a Aridia era su prioridad.
A lo largo del camino, Zaik recordó las numerosas lecciones de su padre, enseñanzas duras y a menudo crueles. Draven había moldeado a Zaik para ser un estratega implacable, pero nunca había logrado apagar por completo la chispa de humanidad en su interior. Esa chispa que con tanto cariño su madre ayudaba a cuidar y proteger en su interior. La que le explicaba los sitio bonitos de su reino y costumbres, la que le enseñaba lo que era el amor y sentirse querido. Esa chispa era ahora alimentada por sus sentimientos hacia Evelina.
"Debo encontrar la manera de liberar a Aridia del yugo de mi padre," pensó Zaik mientras su caballo avanzaba por el camino polvoriento. "Si quiero proteger a Evelina, necesito primero asegurarme de que el duque Draven ya no tenga el control."
Finalmente, Zaik llegó al castillo de Aridia, donde su padre lo esperaba. El duque Draven estaba en la sala del trono, su figura imponente y sus ojos llenos de desdén. Zaik se arrodilló ante él, manteniendo la compostura.
-Padre, - dijo Zaik, levantándose lentamente.
El duque lo miró con frialdad.
-Zaik, espero que esta sea la última vez que desobedeces mis órdenes.
Zaik sostuvo la mirada de su padre, su expresión tan imperturbable como siempre.
-Hice lo que creí necesario para asegurar nuestra posición.
Draven se levantó, caminando hacia Zaik con pasos deliberados.
-Tus acciones ponen en riesgo todo lo que hemos construido. No puedes permitirte actuar por tu cuenta. Debes recordar siempre dónde están tus lealtades.
Zaik sintió una mezcla de rabia y frustración.
-Mis lealtades están con Aridia y con lo que es justo.
El duque lo miró con desprecio.
-¿Justicia? ¡Qué palabra tan ingenua! No puedes permitirte el lujo de pensar en justicia. Este mundo es gobernado por el poder, y el poder está en nuestras manos. No en las manos de aquellos que se llenan la boca con ideales.
Zaik sintió que la ira bullía en su interior.
-No todos compartimos tu visión, padre. Evelina merece recuperar su reino, y nosotros no tenemos derecho a mantenernos en el camino de lo que es suyo.
Draven se acercó aún más, su rostro tan cerca del de Zaik que podía sentir su aliento frío.
-No permitiré que una debilidad sentimental arruine nuestros planes. Si no puedes entender eso, entonces eres un idiota y un traidor.
Zaik apretó los puños, su mente trabajando febrilmente para mantener la calma.
-No soy un traidor. Estoy haciendo lo que es correcto.
El duque soltó una carcajada cruel.
-Lo que es correcto... Esas son palabras de los débiles. De los fracasados. Nosotros gobernamos porque somos fuertes. Si no puedes entender eso, entonces no tienes cabida en este castillo ni en mi legado.
Zaik sintió una mezcla de tristeza y determinación.
-Si eso significa no ser como tú, entonces acepto el desafío.
Draven levantó una mano, y por un momento Zaik pensó que su padre lo golpearía. Pero en lugar de eso, el duque simplemente bajó la mano y le dio la espalda.
- Chiquillo tonto e incrédulo. Recuerda esto, Zaik, -dijo Draven, su voz gélida. - No hay lugar para la desobediencia en mi reino. La próxima vez que desafíes mis órdenes, no seré tan indulgente.
Al salir de la sala del trono, Zaik sentía una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero su misión era clara. Debía proteger a Evelina y encontrar una manera de debilitar el control de su padre sobre Aridia.
Mientras caminaba por los pasillos del castillo, sus pensamientos volvieron a Evelina. Recordaba el calor de su beso y la promesa que le había hecho. Por ella, estaba dispuesto a enfrentarse a cualquier obstáculo. Aunque su exterior permanecía frío y taciturno, su corazón latía con una nueva esperanza y un propósito renovado.
Zaik sabía que debía ser cuidadoso, pero también sabía que no estaba solo. Con cada paso, se preparaba para la batalla que se avecinaba, decidido a proteger a aquellos que amaba y a liberarse del yugo de su padre.
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Guerra y Corona
FantasiEn el corazón del reino de Valeria, la princesa Evelina se enfrenta a pruebas no solo de fuerza y astucia, sino también de lealtad y honor. Con el reino sumido en susurros de traición y un pasado oscuro que amenaza con salir a la luz, Evelina descub...