Capítulo 30: Sacrificios

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Antes de poder abrir la puerta sonaron unos pasos por el pasillo. El terror invadió a Evelina, Selene con el brazo herido le costaría pelear. Zaik y ella intercambiaron una mirada, y se pusieron delante en posicional de batalla. Con las espadas en alto vieron aparecer la sombra de un hombre corriendo hacia ellos. Era Taher que había podido escapar de los guardias y logrado entrar al túnel.

- He conseguido escapar momentáneamente, pero no tenemos mucho tiempo. ¡Vamos!

Zaik asintió, girando el pomo con cuidado. La puerta crujió ligeramente al abrirse, revelando una pequeña habitación de piedra iluminada solo por la luz de una antorcha solitaria. El olor a humedad llenaba el aire. Estaban dentro de la fortaleza.

El grupo se movió con cautela por los pasillos de la fortaleza, evitando el contacto directo con los guardias. Los ecos de las voces de los soldados rebotaban en las paredes, pero el plan funcionaba hasta ahora. La distracción en la entrada principal había funcionado; los guardias se habían movilizado hacia la puerta principal, creyendo que la amenaza venía de allí.

-Ahora, si la información de Tahar es correcta, las celdas deberían estar en la parte más profunda de la fortaleza,- dijo Selene, intentando mantenerse firme pese al dolor en su brazo.

De repente, los pasos de Zaik se detuvieron bruscamente, y Evelina chocó contra él.

-¿Qué ocurre?- preguntó Evelina en voz baja.

Zaik levantó una mano para indicar silencio, sus ojos fijos en una celda al final del pasillo. La celda estaba custodiada por un guardia, y a través de los barrotes, se veía una figura sentada en el suelo.

-Es ella,- susurró Zaik con voz entrecortada. -Es mi madre.

Lyanna estaba sentada en el suelo, encadenada a la pared. Su cabello, una vez brillante, caía sobre sus hombros enmarañado y sucio, y su figura delgada mostraba los estragos de los años de cautiverio. A pesar de todo, había algo indomable en su postura. Un eco de rebeldía.

Zaik dio un paso adelante, pero Tahar lo detuvo. -Espera. Si hacemos ruido, el guardia dará la alarma. Tenemos que ser inteligentes.

Evelina, que había permanecido en silencio mientras observaba a Lyanna, se acercó a Selene.

-Necesitamos tenderle una trampa al guardia. Si lo enfrentamos de frente, podría alertar a los demás.

Selene, con una chispa en los ojos, asintió. -Tengo una idea.

Selene, con su herida aún fresca, se apoyó contra la pared del pasillo, fingiendo que estaba más herida de lo que realmente estaba. Evelina y Tahar se mantuvieron ocultos detrás de una columna cercana. La misión de Selene era atraer la atención del guardia, para que Zaik pudiera deshacerse de él sin causar un alboroto.

El guardia la vio tambaleándose y, desconcertado por su presencia, caminó hacia ella, sacando su espada. -¿Quién eres tú? ¡No deberías estar aquí!

Selene fingió debilidad, cayendo al suelo con un gemido. -Por favor... ayúdame...- murmuró en voz baja, como si estuviera a punto de desmayarse.

El guardia, desconfiado pero curioso, se inclinó para inspeccionarla mejor. Fue en ese momento cuando Zaik se deslizó detrás de él, y con un movimiento rápido y preciso, lo golpeó en la nuca, dejándolo inconsciente.

Selene se incorporó, sonriendo débilmente. -Nunca subestimes a una princesa en apuros.

Evelina sonrió divertida, aunque la tensión no desapareció de su rostro. -Tenemos que darnos prisa.

Zaik corrió hacia la celda donde su madre estaba encadenada. Evelina y Tahar se acercaron rápidamente para ayudar a abrir la puerta. Cuando Zaik entró, cayó de rodillas junto a su madre.

-¿Lyanna?... susurró Zaik, con la voz quebrada por la emoción. -Mama, soy yo... soy Zaik.

Lyanna levantó la mirada lentamente, sus ojos claros y llenos de lágrimas cuando reconoció a su hijo. -Zaik... mi niño...- susurró con una voz áspera, debilitada por los años de sufrimiento.

Zaik tomó su mano, sus ojos llenos de tristeza. -Voy a sacarte de aquí.

Lyanna lo miró con una expresión de orgullo mezclada con dolor. -Sabía que vendrías. Sabía que algún día me encontrarías.

Selene, observando el reencuentro desde la puerta de la celda, se acercó. 

-Lyanna, hemos venido no solo para rescatarte, sino para destruir a Draven. Sabemos que tienes las pruebas que lo incriminan.

Lyanna asintió con dificultad. -Sí... Las pruebas. Las escondí en el monasterio de las montañas, pero no será fácil llegar allí. Draven ya sabe lo que está buscando. Si las encuentra primero, todo estará perdido.

Evelina sintió que el peso de las palabras de Lyanna caía sobre ella. 

-Entonces no hay tiempo que perder.

Mientras el grupo intentaba liberar a Lyanna de sus cadenas, el sonido de pasos apresurados resonó por los pasillos. Los guardias habían detectado su presencia.

-¡Nos han encontrado!- gritó Tahar, sacando su espada. -No tenemos mucho tiempo.

Evelina se levantó rápidamente, con el corazón acelerado. -Tenemos que salir de aquí ahora.

Zaik y Evelina ayudaron a Lyanna a levantarse, mientras Selene, aún herida, se preparaba para el inevitable enfrentamiento con los soldados que se acercaban. Tahar, sabiendo que no tenían muchas opciones, miró a Evelina con determinación.

-Voy a detenerlos aquí,- dijo Tahar. -Ustedes deben irse. Alguien tiene que distraerlos o todos seremos capturados.

Zaik intentó protestar, pero Tahar lo detuvo con una mirada seria.

 -Esta es mi redención. Ya he traicionado a Draven una vez. Deja que lo haga una última vez por algo que valga la pena.

Evelina asintió, con un nudo en la garganta. 

-Gracias, Tahar. No olvidaré esto.

Tahar sonrió brevemente antes de correr hacia el pasillo, enfrentándose a los guardias que ya los habían alcanzado. Evelina, Zaik, Selene y Lyanna escaparon por el túnel mientras el sonido de la batalla resonaba detrás de ellos.

Con Lyanna finalmente libre, el grupo se apresuraba a escapar de la fortaleza. Pero sabían que el tiempo corría en su contra. Draven estaba cerca de obtener el elixir, y solo las pruebas ocultas en el monasterio podrían detenerlo.

Mientras huían bajo la luz de la luna, Evelina sabía que el próximo paso los llevaría al corazón del conflicto. Y esta vez, no habría vuelta atrás.

Guerra y CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora