Capítulo 17: Tensión inflamable

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Evelina se despertó temprano, la luz del amanecer filtrándose a través de las pesadas cortinas de su habitación. A pesar de la calma aparente, la semana que quedaba hasta la boda estaba cargada de responsabilidades y tensiones. Sabía que cada detalle debía ser perfecto, no solo por la importancia del evento, sino también por la paz y estabilidad que esta unión prometía para Valeria y Aridia.

Mientras recorría el castillo, supervisando los preparativos, se encontró con Sirion, uno de sus nuevos guardaespaldas. Había algo en su expresión que le hizo detenerse.

-Sirion, ¿hay algo que quieras decirme?- preguntó Evelina, notando la preocupación en sus ojos.

Sirion dudó un momento antes de hablar. 

-Princesa, hay algo que me ha estado inquietando. He notado que Cassian ha tenido secretos. Me temo que podría estar tramando algo.

Evelina sintió una punzada de preocupación. 

-¿Estás seguro? Cassian también tiene sus propios problemas y preocupaciones.

Sirion asintió, su expresión grave. 

-Lo entiendo, princesa. Pero pensé que debía informarte. La seguridad del castillo y tu bienestar son mi prioridad.

Evelina agradeció a Sirion y continuó su recorrido, su mente llena de preguntas. No podía ignorar la advertencia, pero tampoco quería creer que Cassian pudiera traicionarla.

Más tarde, Evelina encontró a Alistair en uno de los pasillos del castillo. Su primo estaba más reservado de lo habitual, y Evelina decidió confrontarlo.

-Alistair, ¿podemos hablar un momento? - preguntó, deteniéndose a su lado.

Alistair sonrió, aunque sus ojos mostraban una leve inquietud. 

-Por supuesto, Evelina. ¿Qué sucede?

-He notado que has estado más distante últimamente. ¿Hay algo que deba saber?

Alistair suspiró, su mirada esquiva. 

-Solo he estado preocupado por ti y por el reino. Hay muchas cosas en juego.

Evelina lo observó detenidamente, sintiendo que había algo que no estaba diciendo. 

-Espero que sepas que puedes confiar en mí. Somos familia.

Alistair asintió, pero la sensación de desconfianza no desapareció. Evelina se alejó, más confundida que antes.

Esa noche, el castillo estaba en pleno ajetreo con los preparativos finales para la boda. Evelina se encontraba en el gran salón, supervisando la decoración, cuando de repente se escucharon gritos en los pasillos.

Un sirviente entró corriendo, su rostro pálido por el miedo. 

-¡Princesa Evelina! ¡Hay un incendio en las cocinas!

Evelina sintió un nudo en el estómago. 

-¡Rápido! ¡Llamen a los guardias y traigan agua!

La actividad en el castillo se volvió frenética mientras todos se esforzaban por controlar el incendio. El humo llenaba rápidamente los pasillos, y el calor se volvía insoportable. Evelina, con el corazón en la garganta, corrió hacia las cocinas para asegurarse de que todos estuvieran a salvo.

Al llegar, vio a varios sirvientes atrapados entre las llamas, tosiendo y tratando de encontrar una salida. Sin pensarlo dos veces, Evelina se lanzó a través del humo, dirigiendo a los sirvientes hacia una salida segura.

-¡Por aquí!- gritó, ayudando a una joven que estaba desmayándose por la inhalación de humo.

Mientras guiaba a los sirvientes, una viga en llamas se derrumbó delante de ella, bloqueando su camino. Evelina retrocedió, buscando desesperadamente otra salida, pero las llamas la rodeaban cada vez más. Empezó a marearse y desesperarse, no veía nada con el humo. Cada vez era más denso. En un intento de orientarse se tiro al suelo empezando a gatear. Todo empezó a ponerse borroso.

En ese momento, Zaik apareció entre el humo, su figura alta y fuerte destacando contra el resplandor de las llamas. 

-¡Evelina!- gritó, buscandola entre la humareda.

Evelina sintió una oleada de alivio al verlo. -¡Zaik, aquí!

Zaik la alcanzó y, sin perder un segundo, la levantó en sus brazos, llevándola a través del humo y el fuego hacia una salida segura. A su alrededor, los guardias y sirvientes luchaban por controlar las llamas y rescatar a los heridos. Al cabo de unos minutos consiguieron apagar las llamas, aunque la cocina quedo totalmente destrozada.

Finalmente, lograron salir al patio, donde el aire fresco golpeó sus rostros. Evelina, tosiendo y con lágrimas en los ojos, se apoyó en Zaik, agradecida por su valentía.

-Gracias,- murmuró, apenas capaz de hablar.

Zaik la abrazó con fuerza, su voz llena de preocupación. 

-No volveré a dejarte sola en peligro, Evelina. Nunca más.

Mientras los heridos eran atendidos, Evelina y Zaik se dirigieron a una sala más tranquila. Evelina se sentía agotada pero aliviada de que todos estuvieran a salvo.

-Este incendio no puede haber sido un accidente,- dijo Evelina, su voz temblando ligeramente. - Alguien está intentando sabotear nuestra boda para desestabilizar el reino.

Zaik asintió, su expresión grave. 

- Yo también lo creo. Debemos estar más atentos que nunca. No podemos permitir que nada ni nadie ponga en peligro nuestra unión ni la seguridad de Valeria y Aridia.

Mientras caminaban juntos por el castillo, Evelina sintió una mezcla de cansancio y gratitud. Sabía que los días siguientes serían cruciales y que debía estar preparada para cualquier eventualidad.

Al llegar a su habitación, se detuvo y miró a Zaik. 

-Gracias por estar aquí. No sé qué habría hecho hoy sin ti.

Zaik le sonrió, su mirada llena de ternura. 

-Siempre estaré a tu lado, Evelina. Ya no estas sola.

Evelina se sintió reconfortada por sus palabras, pero la inquietud en su corazón persistía. Sabía que debía descubrir la verdad detrás de las sospechas y los eventos recientes. Algo estaba pasando y pensaba descubrirlo costara lo que costara. 

Guerra y CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora