Capítulo 2 Consecuencias y Preparativos

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Un nuevo día empezaba a colorear por el reino de Valeria, en la capital se estaba desarrollando la mayor competición desde la fecha. La princesa Evelina estaba entre los competidores aunque usando el anonimato. La noche anterior se había desarrollado la primera prueba, Evelina apenas pudo dormir. Los pensamientos de Cassian y la próxima prueba ocupaban su mente. ¿Qué era lo que hacía a Cassian tan misterioso? Había algo en su mirada, una profundidad y un secreto que la intrigaban y la preocupaban a la vez. A pesar de su aparente frialdad, había sentido una extraña conexión, una tensión no solo de rivalidad, sino también de respeto mutuo.

No solo Cassian la mantenía despierta. Evelina repasaba mentalmente a cada uno de los competidores. No se fiaba de la mayoría y creía tener que hacer caso a su instinto. Sirion el Sombra, cuya habilidad para el sigilo la inquietaba. De apariencia sigilosa y ojos astutos. El reino de Eryndor era bastante extenso. En sus zonas más peligrosas se encontraba  "El valle de las sombras;" su padre le contó que ahí se entrenaban los mejores espías, dada su gran capacidad para mimetizarse con el entorno, una habilidad nata para aquellos que nacían en esa zona. Lina lo había visto de primera mano en la corte, una habilidad que le resultaba escalofriante. Por eso Sirion le inspiro señales de alarma desde el principio. No se fiaba de el.  Luego estaba Valeria la Víbora, una guerrera delgada y ágil de la zona del desierto de Aridia. Había visto como se ganaba el apodo al atacar de manera sorpresiva y letal a algunos concursantes simplemente porque estaban en su camino. Y cuyas tácticas de veneno podrían volverse mortales en cualquier momento; También estaba Roland el Implacable, también de Eryndor, cuya brutalidad era temida por todos, Su enfoque era implacable y su fuerza bruta lo convertían en un competidor temible. Siempre se ofrecía el primero para las peleas de destreza y no paraba hasta dejar a los otros competidores en el ala medica; y por ultimo Isolde la Seductora, una mujer del reino de Viridia, famosa por su belleza y su capacidad para seducir y manipular a quien la rodean, no duda en utilizar su encanto para ganar ventaja e información; Evelina desconfiaba profundamente en ella. Y claro no ayudaba que este grupo tan singular hubieran unido fuerzas y crearan una alianza.
Evelina sabía que tendría que mantenerse alerta. No podía permitirse confiar plenamente en nadie. Cada competidor tenía sus propios motivos, y algunos no dudarían en usar cualquier medio para eliminar a sus rivales. Evelina debía ser astuta, utilizar sus fortalezas y proteger sus debilidades, siempre un paso adelante de aquellos que buscarían hacerle daño.

Mientras las primeras luces del alba comenzaban a colorear el cielo, Evelina finalmente se levantó, más determinada que nunca. No solo enfrentaría la próxima prueba, sino que también vigilaría cada movimiento, cada gesto de sus competidores. Para asegurar su lugar en el trono, tendría que ser más que una guerrera; tendría que ser una estratega, una líder, y, cuando fuera necesario, una sombra entre sombras.
El Bosque del Silencio quedó atrás, pero el eco de sus desafíos seguía resonando en la mente de Evelina. Había superado la carrera de obstáculos, demostrando su habilidad y determinación, pero sabía que el verdadero reto apenas comenzaba.

De vuelta en el campamento, la atmósfera estaba cargada de murmullos y miradas evaluadoras. Los competidores intercambiaban impresiones sobre la primera prueba, algunos celebrando sus éxitos, otros lamiéndose las heridas de la derrota. Evelina encontró a Lyra cerca de la hoguera, su rostro iluminado por una sonrisa de satisfacción.

-Lo hiciste bien, Eve, -dijo Lyra, usando el apodo que solo los más cercanos a Evelina conocían. -Pero no te confíes. Las pruebas solo se harán más difíciles.

Evelina asintió, agradecida por el apoyo constante de su amiga.
-Lo sé. Pero cada desafío me hace más fuerte. Estoy lista para lo que venga.

Mientras hablaban, Evelina no pudo evitar notar a los otros competidores. Algunos se estaban formando alianzas, otros mantenían una distancia estratégica. Entre ellos, un joven guerrero llamado Aldric se destacaba. Alto y musculoso, con una expresión de seriedad que rara vez se suavizaba, había demostrado ser uno de los más formidables durante la carrera. Evelina recordó los momentos en que sus caminos se habían cruzado en el bosque, y cómo había sentido una chispa de rivalidad.

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