Capítulo X. Conexión

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Un día entero le tomó al ejército llegar a tierras del pueblo de Jeong-yeon, llevaron los insumos necesarios para alimentarse e hidratarse con el fin de mantener su energía y poder librar una batalla si era necesario. Caminaron rodeando las fronteras atentos a cualquier amenaza con la que pudieran encontrarse, el lugar era silencioso, no había demasiados guardias.

La noche comenzaba a caer, en el cielo resplandecían los últimos rayos del sol que al chocar con la luz de la luna y la obscuridad nocturna producían un color azul en el ambiente, aún quedaba un poco de claridad. La temperatura comenzaba a bajar, el viento dejaba sobre los árboles un leve rocío y la neblina comenzaba a avanzar hasta cubrir casi la mitad de las montañas.

Los guerreros caminaban sigilosamente, decidieron separarse para realizar un rondín de reconocimiento en busca de alguna oportunidad para ingresar a la ciudad, no tenían todo el conocimiento de la ubicación de Jisoo, pero sospechaban de un punto en específico que mantenían sin especial protección, acordaron volver al punto de reunión después de un rato y trazar la estrategia final.

Jungkook se separó liderando a un grupo de cinco guerreros, dejando detrás a Seokjin que se dirigió al lado contrario con otro grupo. Conforme se alejaban lo único que el omega podía pensar era en rescatar y proteger a la reina para poder brindar esa alegría a Taehyung, Seokjin y su pueblo.

Seokjin caminó observando el manto estelar aparecer, la luna brillaba como si fuera consciente de que debía alumbrar el camino del hombre en busca de su madre. La neblina se hacía presente también, impidiendo que pudieran ver el camino y su alrededor con facilidad. Comenzaron a escuchar ruidos cerca, algunas ramas crujiendo y el murmullo de los animales, a lo lejos de pronto una figura fue visible y segundos después se desplomó.

El guerrero corrió con el corazón en un puño, aferrado a la esperanza. Llegó al lugar en el que observó aquel cuerpo y no pudo contener sus lágrimas al observar su estado, su respiración se agitó y sus manos temblaron al apartar los cabellos mojados de la mujer, su rostro demacrado y sucio, su cuerpo delgado y lastimado.

-Mamá...- soltó en un susurro, dejando caer las lágrimas sobre ésta. Tomó con delicadeza su rostro acariciando y se abrazó a su cuerpo, estaba frío. Lo cargó y sin decir una palabra a los hombres que lo observaban desde atrás comenzó a correr con ella en brazos. El resto de hombres lo siguieron, separándose sólo uno de ellos en busca del grupo que se había separado antes de ellos.

-Ustedes sigan, protejan a nuestro líder, yo buscare a Jungkook y al resto.

-Yeonjun no tarden, sean rápidos y alcáncennos lo más pronto posible.

El mencionado asintió y se movió lo más rápido que pudo, sus pantorrillas comenzaban a arder pero la fuerza de su convicción era mayor, pronto divisó al grupo de guerreros, dio un poco más de sí y logró alcanzarlos.

-Jungkook, la encontramos, Jin la encontró y la lleva consigo, vamos.

El omega simplemente comenzó a correr por el camino que habían llegado, seguido por el resto de sus hombres, todos tenían una mezcla de emociones, estaban felices por poder rescatar a su reina, por supuesto, pero temían que se encontraran a la guardia de Jeong-yeon y ésta decidiera eliminarlos.

Alcanzaron a Jin y continuaron su camino juntos, esta vez no se podrían dar el lujo de detenerse a descansar o comer algo, debían llegar lo más pronto a su ciudad para que atendieran a Jisoo, pues hasta ahora no había indicios de que los siguieran y eso era una gran ventaja.

Pasaron horas en las que sus cuerpos se movían, aunque ya sentían el agotamiento y sus fuerzas abandonar lentamente sus cuerpos no querían, no podían, desistir. Mismo tiempo en el que Taehyung, su mamá y los omegas pasaron orando para pedir que todos regresaran a salvo a casa.

Flor de JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora