Capítulo XVI. Desolación

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Es una mañana soleada, su corazón se encuentra contento porque podrá ver de nuevo a la persona que le brinda luz a sus días. Ha estado enamorada por tanto tiempo de aquella mujer, siempre le pareció imposible que pudieran estar juntas, pero ahora no hay marcha atrás.

Se levantó y corrió al lago para bañarse, se lavó con algunas flores y hierbas que perfumaron su piel, acomodó su cabello mojado, sacudió el excedente de agua y se vistió con las más preciosas prendas que poseía. Tomó una flor y la puso en su cabello.

Regresó a su hogar y metió las flores y los alimentos que se esmeró tanto en preparar. Se tomó algunos minutos para pedirle a los dioses que todo saliera bien y agradecer a sus padres, porque aunque ya no están con ella, siempre los lleva en su corazón. Finalmente se levantó y se puso en camino.

Recorrió la calle con nerviosismo y pronto sus pies se encontraron en el palacio, pidió a los guardias que la anunciaran y esperó algunos minutos. Pronto le permitieron pasar, se adentró en el lugar observando maravillada, siempre había querido visitarlo, era hermoso, completamente diferente a la pequeña choza que alguna vez sus padres construyeron para ella.

Llegó al salón principal en donde se encontraban las gobernantes, hizo una reverencia y acercó la canasta con su ofrenda a los pies de sus sillas.

-Mi nombre es Park Jihyo, soy la omega de su hija.

-Las mujeres frente a ella la miraron con asombro y burla, y una joven alfa que iba entrando al salón también se quedó petrificada al observar la escena.

-¿Quién?- soltó una de ellas.

-Park Jihyo, yo...

-¡Jihyo! ¿Qué haces aquí?

-Mi amor, yo vine a presentarme- corrió a su lado y besó su mejilla. Intentó tomar su brazo pero el acto fue detenido por la mano contraria -amor...

-¿Quién te dijo que podías venir aquí?

-Es que... yo.. pensé que ahora que me reclamaste como tuya...

-¡Guarda silencio!

-Jeong Yeon, ¿de qué habla ésta mujer?

-Mamá, yo no...

-No, guarda silencio, nosotras mismas lo escuchamos.

Una de las mujeres se levantó y separó a su hija de Jihyo, tomándola con un fuerte agarre del brazo, la llevó a su lado en la silla y le ordenó que se mantuviera quieta.

-¿Jihyo, cierto?

-Sí, señora, yo...

-No te he dado permiso de que hables.

Agachó la cabeza, pero no quitó la vista de Yeon.

-Así que, su omega... ¿hace cuanto tiempo que se unieron?

Sintió sus mejillas calentarse y alzó la mirada apenada, sin saber qué debía contestar.

-Fue hace poco mamá, hace unos días.

-Mhm- la otra mujer se puso de pie y comenzó a dar vueltas alrededor de la omega -y dime, ¿la anudaste?

-¡Mamá!

-Responde tú, omega, ¿mi hija te anudó?- no recibió más respuesta que los indicios de un llanto próximo. Ante esto, alzó la mano y golpeó con fuerza la mejilla de Jihyo, haciéndola caer al suelo -te dije que contestaras. ¿Es posible que hayas quedado en cinta?

Jihyo lloró y entre sollozos logró contestar -no lo sé, señora, yo... es posible.

-Esto es un problema, pero, de igual forma no creo que sobrevivas.

Flor de JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora