Capítulo 1

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1. La última cena

Selene Pérez:

<<—Hagamos una promesa.

—¿Qué clase de promesa? —pregunté con curiosidad.

Qué siempre estaremos juntos, pase lo que pase. Tú y yo, unidos por un hilo invisible que nadie podrá romper. En las buenas y en las malas, juntos donde sea que estemos.

Me miró con sus ojos brillantes y sonrió y yo me sentí emocionada y nerviosa al mismo tiempo.

¿Para siempre?

—Para siempre —respondió con firmeza—. Porque tú eres mi hogar, mi refugio, mi razón de ser. Y yo, la tuya.

Me tomó la mano y me miró profundamente, sentí que mi corazón latía con fuerza, que mi alma se sentía completa.

¿Siempre juntos?

—Siempre juntos —susurró con una
sonrisa >>

Lo recuerdo como si fuera ayer, una promesa que hicimos cuando éramos solo unos niños.

Una promesa que estamos a punto de cumplir. Me acuerdo de la emoción, de la felicidad, de la sensación de seguridad que sentí en ese momento.

—Bienvenida, señora —me saludó Lucía, interrumpiendo mis pensamientos.

—Lucía, ya te dije que no me llames señora, me haces sentir viej... una persona de más experiencia —modifiqué la frase para no ofenderla.

Lucía soltó una risa cálida y contagiosa, y yo bajé la cabeza avergonzada, con las mejillas encendidas.

—¡Lo siento! —exclamé, tratando de disculparme.

—No tienes porqué disculparte, solo soy la empleada de esta casa.

—Eso no significa que pueda faltarte el respeto, Lucía

—Eres muy amable, señorita —me sonrió —. Me alegra que el joven se case contigo.

Mis mejillas se ruborizan por sus palabras, mañana seremos marido y mujer, y la verdad es que estoy muy nerviosa.

—El joven amo está en el despacho con su abuelo —dijo Lucía—. Le avisaré que estás aquí.

—No es necesario —dije rápidamente—. Lo esperaré aquí.

Lucía asintió y luego se retiró, dejándome sola.

Me senté en el sofá, sumergida en mis pensamientos.

"Mañana es el gran día" me repetí a mí misma. Me imaginaba caminando por el pasillo, con mi vestido de novia, y Zabdiel esperándome al final.

Estaba tan absorta en mis pensamientos que no percibí la presencia de alguien acercándose.

—Hola, bonita —susurró con su voz ronca y cálida en mí oído haciéndome saltar de mi asiento.

El precio de una noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora