Capítulo 12

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          12.No quiero que te comportes
           como una puta con mis amigos 

🎀 Daena Müller 🎀

"Que asco"

Es lo único que puedo pensar cuando veo a Matheo y a la chica besándose en el sofá. 

Matheo y la chica cuyo nombre no sé,  siguen comiéndose la boca pero esta vez su mano de Matheo estaba dentro de la blusa.

“Es repugnante y ridículo”

Me siento como si estuviera invadiendo un momento íntimo que no debería estar presenciando.

Me acerqué a ellos y le arrojé la bolsa, luego ella me miró molesta por lo que hice. Su rostro se puso rojo de rabia y sus ojos brillaban con furia. 

—¿Qué te sucede, niña? —bramó la chica, 

"Nada, solo te devuelvo la ropa"

Por el otro lado, Matheo seguía tocándole el pecho y besando su cuello, sin importarle en absoluto. 

—No me da —dije con calma 

—¿Que no te da? —preguntó

"Será estúpida"

—No me da la ropa

—¿No te da? —la chica se rió con desdén— es muy grande niña… Lo siento, pensé que te daría.

—No es grande, es pequeña anciana

—A quién lo dijiste anciana

La chica se acercó hasta estar a mi lado, cómo un volcán que estaba a punto de explotar.

Su rostro estaba rojo de rabia y sus ojos brillaban con furia. 

"Daena, contrólate", me dije a mí misma. "Solo controlate, pídele disculpas con tu sonrisa angelical".

Así que sonreí con dulzura.

—Lo siento, no fue mi intención ofenderla. Solo discúlpame.

—Acepto tus disculpas, perra —me dijo con una voz llena de veneno. 

—Perra serás tú, malandra —le respondí con una sonrisa dulce.

Al oír lo que dije, la chica estaba a punto de darme una cachetada, su mano se levantó y se acercó a mi rostro, pero Matheo la detuvo justo a tiempo. La agarró del brazo y la retuvo, evitando que me golpeara.

—Matheo, sueltame —gritó la chica, tratando de zafarse de su agarre. 

—Qué me sueltes, necesito darle una lección a esta golfa —dijo la chica, con una mirada furiosa.

“Cómo me dijo”

—Sácala de aquí, Matheo —dijo Dereck, interviniendo en la situación.

Matheo asintió y se llevó a la chica, que seguía gritando y tratando de zafarse de su agarre. Me quedé allí, mirando a los demás con una expresión de tristeza fingida.

—Lo siento, no era mi intención ofenderla —susurré, tratando de parecer apenada, con los ojos tristes.

—Deja tu trama, Daena, aquí nadie te cree —me dijo Alan con una sonrisa.

Mi vista se dirigió hacia mi primo, que estaba recostado en el sillón con los ojos cerrados, como si estuviera durmiendo. Luego volví mi vista a Alan.

—Nada de esto hubiera pasado si ustedes hubieran comprado ropa de mi talla —le dije.

—Aún no entiendo por qué no te da — Luka se rió— si tienes la misma edad que su hermana de Lily —dijo mirándome con curiosidad.

El precio de una noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora