Capítulo 20

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            20.¡Te odio con todo mi alma!

                         
Lucas Brown

—Zabdiel y yo nos amamos mucho —mencionó Selene. —Y nada, ni nadie, podrá separarnos.

Lo último que dijo fue viendo a Daena, pude ver una mezcla de amargura y rencor en la mirada de Selene hacia Daena.

—Bueno, me alegra oír eso —dijo Alan, agarrando la mano de Daena para quitarle el tenedor—. Yo te alimentaré, futura mamá —pronunció con una sonrisa, disfrutando del enojo de Daena.

La mirada de Daena se volvió aún más oscura, como si estuviera a punto de estallar. Pero no dijo nada, solo se dejó alimentar por Alan, que parecía disfrutar de la situación.

—Selene, ¿quieres comer? —pregunté, tratando de cambiar de tema.

—No, la verdad no tengo hambre —respondió Selene, su voz cortante.

—Zabdiel, tú... —empecé a decir, pero Zabdiel me interrumpió.

—No tengo hambre —dijo Zabdiel con un tono cortante, y luego salió junto a Selene de la cocina.

Luka suspiró con alivio y se recostó en su silla, como si hubiera estado esperando a que la tensión se disipara.

—Al fin se fueron —dijo Luka, rompiendo el silencio.

—Quiero más comida —dijo de repente Daena con las mejillas rojas y una sonrisa apareció en mis labios al ver sus mejillas.

Me reí por dentro, era adorable cómo podía pasar de una conversación seria a pedir comida de repente.

—Pues hace un momento no querías más comida cuando te pregunté —dijo Alan burlándose, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Tal vez su bebé no quería en ese momento —dijo Luka, con una sonrisa burlona en su rostro, mirando a Daena con una expresión divertida.

—Sólo dánle más comida —intervine, tratando de calmar la situación, al ver cómo Daena empezaba a molestarse.

Alan y Luka se miraron entre sí y se encogieron de hombros.

—Bueno, si eso es lo que quiere... —dijo Alan, y se dirigió a la cocina a preparar más comida.

—¿POR QUÉ NO PUEDES SER AMABLE CON SELENE, DAENA? —De repente Zabdiel gritó, su voz fuerte y repentina asustó a Daena, que se sobresaltó de su asiento.

Daena se puso de pie, sin entender qué estaba pasando.

—¿Qué es lo que dices? —preguntó, su voz temblando de confusión.

La habitación se quedó en silencio, todos mirando a Zabdiel con sorpresa.

Zabdiel se acercó a Daena, su rostro enojado.

—Selene siempre ha sido amable contigo, pero tú nunca le devuelves el favor. ¿Por qué? —preguntó, su voz llena de acusación.

Daena retrocedió, confundida y asustada.

—No sé de qué hablas... —comenzó a decir, pero Zabdiel la interrumpió.

—No te hagas la tonta, Daena. Sabes perfectamente de qué hablo —dijo Zabdiel, su voz cada vez más alta.

—La verdad, no sé de qué hablas —respondió Daena, con una expresión de confusión.

—¿No sabes lo que digo? —dijo Zabdiel con ironía—. Siempre fuiste cruel con ella, siempre sentiste envidia de ella.

El precio de una noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora