Capítulo 9

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                  9.Mi nueva habitación

🎀 Daena Müller 🎀

Un silencio denso se instaló en la sala solo interrumpido por el suave tic-tac del reloj de pared y el sonido de las teclas del celular de Lucas, que tecleaba con lentitud. 

Me recosté un poco más en el sofá, sintiendo el suave tejido contra mi piel. 

Era el mismo sofá donde Alan me había dejado hace un momento, y luego, simplemente, había desaparecido.  

De repente, Lucas dejó de escribir en su celular y me miró con una sonrisa suave y cálida. 

—¿Ya te sientes mejor? —me preguntó, inclinándose hacia mí.

—Sí

—Entonces es hora de que conozcas el lugar donde vas a dormir —mencionó Lucas, levantándose del sofá y haciéndome un gesto para que lo siguiera. 

Seguí a Lucas hasta la escalera que llevaba al cuarto piso del edificio, giré mi cabeza hacia el pasillo desolado donde había varias puertas. 

"Debe ser sus habitaciones"

—Ése pasillo lleva a nuestras habitaciones —confirmó Lucas, como si hubiera leído mis pensamientos.

[***]

Mientras seguíamos subiendo las escaleras, noté que alrededor de la escalera había barandillas de metal, pulidas y brillantes. 

También había macetas de plantas verdes y flores coloridas, que daban un toque de calidez y acogimiento al espacio.

Al llegar al piso de arriba, Lucas se detuvo y se volvió hacia mí. 

—Eso lo dejaremos para el final —dijo Lucas, apuntando al pasillo donde se miraba la luz del exterior. 

No había muros, solo una gran ventana que daba al exterior. Pude ver un mini bar en un rincón, y me pareció un detalle interesante. 

—Sígueme —dijo Lucas, caminando en dirección contraria.

Yo solo lo seguí sin hacer preguntas, mientras caminábamos, Lucas me señaló diferentes puertas.

 —Este es el baño —dijo, abriendo una puerta para mostrarme.

Luego, me mostró dos pasillos. 

—El pasillo de la izquierda lleva a la habitación de Dereck, y el otro pasillo lleva a la habitación de Zabdiel —explicó.

Yo solo asentía con la cabeza, tratando de procesar toda la información. 

Luego, volvimos al principio del pasillo y entramos al lugar donde no había muros.

Había una cama matrimonial grande y cómoda, con sábanas blancas y suaves. El clóset pequeño de madera estaba ubicado en una esquina de la habitación.

La mesa al lado de la cama era pequeña y redonda, con una lámpara de lectura encima. 

Sin embargo, la peculiaridad de este lugar era que no tenía muros en la parte frontal. 

Era como una gran ventana abierta al exterior, donde se podía ver perfectamente las casas pequeñas y grandes, un panorama que se extendía sin interrupciones.

La única barrera que separaba el interior del exterior era un muro en el centro del espacio. En él, había una televisión grande y plana, con sofás cómodos alrededor. 

—Bueno, aquí dormirás —dijo Lucas, como si no hubiera nada fuera de lo común en esa habitación.

Miré alrededor, tratando de procesar lo que veía. 

El precio de una noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora